European Eye on Radicalization
Los terremotos que azotaron Anatolia el pasado 6 de febrero, han matado a unas 50.000 personas: casi 44.000 en el sur de Turquía y 6.000 en el norte de Siria. Este es el terremoto más letal desde el que asoló a Haití en 2010, con un cuarto de millón de víctimas fatales, uno de los peores desastres naturales en la historia reciente. Una de las preguntas que ha surgido es el suministro de ayuda: concebida por muchos como una simple cuestión humanitaria, en realidad es una cuestión inherentemente política, con importantes implicaciones para la expansión del extremismo.
Casos anteriores de ayuda humanitaria que acabaron mal
En el pasado, varios grupos extremistas y regímenes dictatoriales se han beneficiado de los desastres naturales y no naturales. En la década de 1980, el gobierno de Saddam Hussein en Irak utilizó armas químicas de destrucción masiva contra aldeas kurdas en el norte del país como parte de la Operación ANFAL, masacrando y limpiando étnicamente a miles de personas. Un ataque químico particularmente grave, usando una mezcla de gas mostaza y agentes neurotóxicos, se lanzó en la ciudad de Halabja, asesinando a 5.000 personas. En los años posteriores al ataque, las “organizaciones benéficas” islamistas tomaron la iniciativa en la reconstrucción de la zona y difundieron su ideología entre la población. Halabja fue más tarde uno de los centros de reclutamiento del Estado Islámico (EI).
Otro ejemplo fue en Pakistán tras las inundaciones del verano de 2010, que desplazaron a medio millón de personas. A todos los grupos de ayuda se les prohibió trabajar en las áreas afectadas, excepto a Jamaat-ud-Dawa (JuD), una rama de Lashkar-e-Tayyiba (LeT), un grupo yihadista que había sido colocado en la lista de sanciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en 2008 después de que la agencia Inter-Services Intelligence (ISI) usara a LeT para las terribles atrocidades ocurridas Mumbai. Después de esto, LeT pudo integrarse aún más en la sociedad pakistaní y obtener acceso a más y mejores reclutas.
Evitar que la historia se repita
Para evitar que se repita la explotación de la ayuda humanitaria por parte de grupos extremistas, especialmente en el norte de Siria, donde los grupos yihadistas derivados de Al-Qaeda, como Hay’at Tahrir al-Sham (HTS) son muy poderosos, es vital que intervengan actores externos. Por ejemplo, la contribución de los Estados Unidos de 100 millones de dólares para el esfuerzo de socorro del terremoto es un buen comienzo en este sentido, al igual que los 18 millones de dólares de Australia y el dinero de otros Estados como Alemania. La contribución de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) es importante, ya que no solo incluye 13,6 millones de dólares en efectivo, sino también el despliegue de equipos de búsqueda, rescate y servicios de entrega de ayuda en el terreno, desafiando directamente cualquier intento que HTS pueda hacer para presentarse como el único guardián de los necesitados. En términos más generales, la ayuda humanitaria de los EAU y otros países es un buen ejemplo de defensores de los derechos humanos que cooperan para garantizar que las personas vivan con dignidad y paz.
Además, no hay duda de que la ayuda humanitaria es un buen ejemplo de cómo la solidaridad humana entre diferentes pueblos, países y culturas en períodos de grandes desastres y pandemias puede mitigar los factores que conducen al extremismo, el odio y la violencia. Este acto de solidaridad con los países afectados muestra la fuerza de los lazos humanos y nos recuerda nuestra humanidad, que las personas son iguales sin importar sus diferentes religiones, colores y creencias. Contribuir a la reconstrucción de los países evita también que estos se conviertan en semilleros de organizaciones terroristas que buscan terrenos propicios para crecer y desarrollarse aprovechándose de las desgracias ajenas.
Conclusión
Los países que apoyaron a Turquía y Siria, como los Emiratos Árabes Unidos, son un claro ejemplo de respeto y protección de los derechos humanos. El respeto de los derechos humanos en un momento tan crítico es fundamental para evitar que grupos extremistas exploten esta crisis humanitaria, como ha ocurrido en el pasado. Esto también ayuda a fortalecer los lazos humanos y la solidaridad, y nos recuerda que nuestra humanidad está por encima de todo.