Kyle Orton, analista de Siria y el terrorismo
Como consecuencia del horroroso atentado con bombas por parte de Estado Islámico (ISIS) en Sri Lanka el Domingo de Pascua, en el que perecieron 250 personas, circuló una imagen que pretendía mostrar a un terrorista conectado con el ataque en compañía del clérigo de la Hermandad Musulmana con base en Qatar, Yusuf al-Qaradawi. De hecho, la imagen no muestra tal cosa. Pero la influencia de Al-Qaradawi en la creación de la ideología que motiva a los terroristas islámicos no puede ponerse en duda.
La fotografía difundida en las redes sociales, en los días posteriores a los atentados en Sri Lanka, afirma mostrar la reunión entre Al-Qaradawi y Zahran Hashim. Se cree que Hashim es el cabecilla de la masacre en Colombo; era miembro del National Tawheed Jama’ath (NJT) leal a ISIS, conocido en árabe como Jama’at al-Tawheed al-Wataniya, que se traduce como “Grupo Monoteista Nacional”.
Lo que en realidad muestra la fotografía es la reunión de Al-Qaradawi con Salman al-Husayni al-Nadwi, un clérigo islámico hindú. La fotografía corresponde a septiembre de 2017 , y se dio a conocer cuando Al-Nadwi fue deportado de Oman a Qatar por sus sermones incendiarios, considerado responsable de violar el espíritu de unidad y cooperación del Golfo, ofensas que habían desencadenado el Cuarteto Árabe, los Emiratos Árabes Unidos, Bahrain, y Egipto para instituir un boicot en contra de Doha tres meses antes.
Aunque no está directamente implicado en el incidente de Sri Lanka, Al-Qaradawi, uno de los predicadores sunitas más influyentes en el mundo por muchas décadas, ha diseminado ideas extremistas que son una parte clave de los fundamentos ideológicos para el yihadismo salafista, el nombre correcto para la doctrina de militancia islamista violenta practicada por ISIS, Al-Qaeda y grupos similares. Al-Qaradawi regularmente ocupaba una alta posición para predicar estas ideas en el estado de Qatar controlado por el canal satelital Al-Jazeera. El difunto erudito, Fouad Ajami, escribió una vez sobre Al-Jazeera que, si bien “…es posible que no sea oficialmente el Canal de Osama bin Laden… es claramente su estrella”.
Al-Qaradawi, el administrador de IslamOnline y por mucho tiempo líder de la Unión Internacional de Eruditos Musulmanes, alguna vez fue considerado una voz principal o incluso modernista en el Islam, por la simple razón de haber sido el rasgo principal de su visión religiosa. El tema surgió en torno a su incidencia política.
El ejemplo más obvio es la postura de Al-Qaradawi sobre el ataque suicida. En el Islam clásico, la prohibición sobre el suicidio está muy clara. El castigo es la repetición eterna del acto de suicidio en el infierno. Ni siquiera los Nizari Ismailis (“Los Asesinos”), cuya desviación del Islam fue extrema, y sus actos rituales de asesinatos dirigidos casi invariablemente terminaban con la muerte del atacante, en realidad nunca realmente cometieron suicidio, y consideraban tal cosa pecado. Pero, en la década de 1990, Al-Qaradawi aprobaba los ataques suicidas.
Hubo advertencias: cuando en 2015 Al-Qaradawi revocó su fatwa (decreto religioso) autorizando los ataques suicidas, algunos pensaron que esto era un signo de “moderación”, ya que Al-Qaradawi observó que su decreto solo había permitido bombas suicidas como una medida defensiva para los palestinos en circunstancias extraordinarias de su lucha desigual con Israel. Pero esto conllevaba dos problemas importantes.
En primer lugar, el punto de vista de Al-Qaradawi seguía siendo problemático en sí mismo. Al-Qaradawi revocaba su apoyo señalando que en 2015 los palestinos podían atacar a Israel con misiles y otras armas, de modo que ya no eran necesarios los ataques suicidas con bombas. No había señal alguna de que Al-Qaradawi cambiara su decisión, la cual aclaró después de los ataques del 9/11, cuando incluso muchos islamistas estaban reconsiderando el alcance de sus actividades terroristas: no hay “civiles inocentes” en Israel, todos son objetivos legítimos para matar. Por el contrario, ya en 2009 Al-Qaradawi publicó un libro que de alguna manera suavizaba varias de sus posturas, pero en los temas fundamentales de la yihad y la legitimidad de la violencia en aras de la religión, se mantuvieron sin alteración, y el mismo año Al-Qaradaw clamó a Dios para “que tome a esta banda opresiva, judíos, sionistas… y mate hasta el último de ellos.”
En segundo, pese a los esfuerzos de Al-Qaradawi por restringir lo que había firmado, al señalar que su decreto era aplicable únicamente en las escasas circunstancias en que los palestinos resisten el ataque de un Israel mucho más poderoso, el daño ya estaba hecho. Los bombardeos suicidas habían sido religiosamente permitidos y normalizados por un clérigo considerado la corriente principal. Los yihadistas salafistas habían recogido el permiso de Al-Qaradawi y expandido vastamente las circunstancias en las cuales estos ataques eran legítimos. Era solo cuestión de tiempo antes de que los atacantes suicidas se volvieran musulmanes.
Cabe agregar que las protestas de Al-Qaradawi sobre el carácter limitado de su fatwa sean más bien falaces. Prácticamente en el momento exacto en que negaba su fatwa de la década de 1990, promulgaba otro decreto –que aún está vigente– en Siria, permitiendo ataques suicidas, al cual agregó una sola condición: que tales ataques estén “en los planes de un grupo” y “que el grupo tenga una necesidad específica para ello”. “No se permite que lo haga un individuo”, señaló Al-Qaradawi: “No te está permitido actuar por tu cuenta”.
Otro caso: en junio de 2013, una semana después de que la fuerza representante, la milicia chiita de Líbano, Hizballah, había atacado abiertamente la oposición siria (en gran parte sunita) en Qusayr, Al-Qaradawi convocó “a todo el que es capaz de comprometerse con la yihad y combatir que vayan a Siria para apoyar al pueblo sirio.” Al-Qaradawi enmarcó esta convocatoria de manera defensiva, pero en términos inequívocamente sectarios. Fue en este momento que el goteo de yihadistas sunitas extranjeros hacia Siria se convirtió en un torrente, y muchos de estos neófitos posteriormente se unieron a ISIS. No importó que Al-Qaradawi fuera un crítico clamoroso de ISIS y su proyecto de califato; el genio había salido de la botella y una yihad sectaria pudo superar la revolución secular que estalló en 2011.
Lo que Al-Qaradawi hizo con Siria en 2013 fue, de muchas maneras, una repetición de lo que había hecho una década antes con Iraq. En enero de 2003, cuando las fuerzas conducidas por estadounidenses rodearon a Iraq preparando la invasión, Al-Qaradawi promulgó una fatwa, declarando: “Quienes mataron combatiendo a las fuerzas estadounidenses son mártires… [Q]uienes se defendieron contra los atentados para controlar a países islámicos tienen el designio de la yihad y el espíritu de defensa de su patria.”
Difícilmente se puede culpar totalmente a Al-Qaradawi del caos y derramamiento de sangre de Iraq. Son muchas las dinámicas internas que los provocaron –y muchos otros clérigos respetados del exterior, como Harith al-Dhari de la Asociación de Eruditos Musulmanes, los que avivaron pasiones sectarias ayudando a abrir el camino a los predecesores de ISIS, que atrajeron a la comunidad sunita a la guerra con la población chiita más extensa. Pero Al-Qaradawi tenía entonces –como aún tiene hoy– considerable peso teológico, el cual ejercía al lado de quienes sembraban anarquía y destrucción, en lugar de junto a quienes fomentaban la moderación y tolerancia después de una brutal dictadura.
Hassan Hassan, el coautor de ISIS: Inside the Army of Terror, uno de los libros más informativos acerca del grupo terrorista, explica que, mientras ISIS claramente toma algunos de los aspectos doctrinales de su ideología de la tradición wahhabí/salafista, es en el momento en que esto se mezcla con los métodos políticos revolucionarios de la Hermandad Musulmana cuando se vuelve verdaderamente peligroso. “En este sentido”, señala Hassan, “las ideas religiosas revolucionarias derivadas del Islam político son tan esenciales como las fundamentalistas para la ideología de Estado Islámico.”
El diario de Bin Laden, publicado por los EE.UU. en 2017, ofrece mayor evidencia de esto. El difunto líder de Al-Qaeda afirma que estaba “comprometido” con la Hermandad Musulmana, y que esta perfiló sus ideas tempranas. “Ningún bando me orientó de la forma que lo hizo la Hermandad”, escribió Bin Laden. Inesperadamente, Bin Laden revela asimismo que la principal influencia que recibió fue de Necmettin Erbakan, el padrino efectivo del Islamismo Turco, que fue derrocado como Primer Ministro en un golpe militar “posmoderno” en 1997. Fue Erbakan quien importó ideas similares a las de la Hermandad del mundo árabe a Turquía. El actual presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, inició su vida política como devoto de Erbakan; aunque más tarde tuvo algunas diferencias tácticas con su mentor.
Las fatwas y presencia de Al-Qaradawi sobre Al-Jazeera también están específicamente citadas en el diario de Bin Laden, como útiles para los yihadistas. “[S]i acaso las charlas [Al-Qaradawi], que ayudarán e impulsarán la confianza popular” señala el fundador de Al-Qaeda. Fue más allá para referirse a Al-Jazeera como “portador de la bandera de las revoluciones ‘primavera árabe’].” Al-Jazeera auspició a Abu Muhammad al-Jolani, el líder de Al-Qaeda en Siria, en su primera entrevista, y continuó permitiendo que Al-Jolani difunda su mensaje en el canal.
Aunque Al-Qaeda –e ISIS incluso más– tienen relaciones hostiles con la Hermandad como organización, están ideológicamente en deuda y esto se abre paso ocasionalmente.
A medida que la Hermandad Musulmana ganaba terreno después de las revoluciones árabes en 2011, Bin Laden escribió acerca de su satisfacción por este resultado en un memorando al actual líder de Al-Qaeda, Ayman al-Zawahiri. El éxito de “soluciones medias como la Hermandad” en los estados árabes posrevolucionarios ha permitido la “propagación de la ideología apropiada”, escribió Bin Laden, ya que los miembros más jóvenes de la Hermandad, en particular, han estado gravitando hacia el punto de vista mundial de la yihad. “De modo que el retorno de la Hermandad y otros como ella al verdadero Islam es cosa de tiempo,” agregó Bin Laden, previniendo a sus seguidores evitar confrontaciones con los Hermanos.
En cuanto a la Hermandad, sintió ver partir a Bin Laden.