El Dr. Lorenzo Vidino es el director del Programa sobre Extremismo en la Universidad George Washington. Experto en islamismo en Europa y Norteamérica, su investigación se enfoca en la dinámica de movilización de las redes yihadistas en Occidente, las políticas gubernamentales de combate al extremismo violento (CEV) y las actividades de las organizaciones inspiradas en la Hermandad Musulmana en Occidente.
En 2010, el Dr. Vidino publicó The New Muslim Brotherhood in the West (La nueva Hermandad Musulmana en Occidente) y su más reciente libro, The Closed Circle: Joining and Leaving the Muslim Brotherhood in the West (El círculo cerrado: unirse y salir de la Hermandad Musulmana en Occidente), ofrece una visión única de la ideología y estrategias de la Hermandad, y los cómos y los porqués de la decisión de algunos individuos de dejar el movimiento.
Sara Brzuszkiewicz: Al hablar sobre el complejo mundo de la Hermandad Musulmana en Occidente, eres el mayor experto. En tu último libro The Closed Circle. Joining and Leaving the Muslim Brotherhood in the West, recuerdas cómo empezaste a interesarte en el movimiento. ¿Puedes decirnos algo al respecto?
Lorenzo Vidino: Antes que nada, no estoy seguro si me llamaría a mí mismo el mayor experto, pero gracias. Si lo soy, se podría decir que es por defecto. En 2014 fui convocado por el Gobierno británico para trabajar en el informe oficial de la Hermandad Musulmana y, cuando le pregunté al difunto Charles Farr, el entonces director de la Oficina de Seguridad y Contraterrorismo en el Ministerio del Interior, porqué me habían elegido, él dijo: “Si queremos un experto sobre la Hermandad en Egipto, existen al menos cuarenta; sobre la Hermandad en Jordania una docena; en Siria una docena. ¿Pero de la Hermandad en Occidente? Básicamente sólo eres tú.” Es una dinámica desconcertante, ya que el tema es enormemente relevante desde una perspectiva de la política.
Comencé a interesarme en el tema a finales de la década de los noventa. En ese momento, una mezquita en mi ciudad natal de Milán había estado en las noticias por ser un centro para los yihadistas que iban a Bosnia. Lo que me fascinó fue el hecho de que la gente que pagó por la mezquita y patrocinó las visas de muchos de sus líderes no eran yihadistas acérrimos, sino unos cuantos hombres de negocios de alto perfil de Medio Oriente que también presidían una red de empresas en varios continentes, controlaban un banco en las Bahamas y habían pasado décadas codeándose con las élites de Oriente y Occidente.
Ellos eran miembros notablemente astutos de la Hermandad Musulmana en sus países de origen y se habían establecido en Occidente en las décadas pasadas para escapar de la persecución, y habían jugado un rol crucial para establecer la red de la Hermandad en Europa y Norteamérica. El grupo de Milán, y los grupos conectados a este, me permitieron dar un vistazo a la sofisticación y transnacionalidad de la Hermandad: empresas fantasma en Liechtenstein, una fábrica avícola y una empresa de software en América, inversiones de bienes raíces en África y en Oriente Medio, contactos de alto perfil en todo el mundo. Al mismo tiempo, tenían puntos de vista que eran aborrecibles y conexiones con algunos de los terroristas más violentos del mundo. Esto me fascinó.
Hubo otro aspecto que me atrapó con más intensidad aún. Mientras que la Hermandad fue fundada en Egipto y su ideología original se enfocaba en reformar a las sociedades de mayoría musulmana en Oriente Medio, estaba claro que había establecido una presencia en Occidente durante mucho tiempo. Muy pronto también se volvió evidente que había creado organizaciones que, a pesar de que no se llamaban a sí mismas “Hermandad Musulmana” y, de hecho, refutaban los cargos de estar vinculadas al movimiento, estaban vinculadas de cerca al grupo y jugaban un rol crucial en la dinámica de las comunidades musulmanas occidentales. Estas controlaban un gran número de mezquitas y se habían vuelto las representantes de facto (algunos dirían guardianes) de dichas comunidades a los ojos de las instituciones occidentales. ¿Cuáles fueron las repercusiones de estos acontecimientos los cuales, aunque con algunas diferencias, habían tenido lugar en la mayoría de los países occidentales? Durante los últimos veinte años he estado tratando de estudiar estos fenómenos.
S.B.: ¿Cómo se te ocurrió la idea de escribir un libro sobre individuos que dejan la Hermandad?
L.V.: A lo largo de los años, me he “topado” repetidas veces con individuos que habían dejado las redes de la Hermandad Musulmana en varios países occidentales. Conocí a algunos de estos individuos personalmente, otros habían escrito acerca de sus experiencias en libros o blogs. Su perspectiva de infiltrados me impactó como una forma única de profundizar mi conocimiento en relación a una organización conocida por ser muy reservada. También quedé fascinado por los procesos psicológicos que los habían llevado a unirse e incluso a dejar la Hermandad.
Por lo tanto decidí basar mi nuevo libro en entrevistas con ellos. Los individuos que describí ocuparon varios rangos en el grupo, desde altos líderes hasta simpatizantes. Ellos operaron en distintos países y en distintos momentos, así que obviamente tenían diferentes razones para unirse y abandonarlo.
Cada capítulo está estructurado de manera similar, modelados sobre los tres ciclos de su militancia en el grupo: el volverse parte, el ser parte y el abandonarlo. La primera parte se enfoca en cómo cada individuo se unió a la Hermandad, con particular atención tanto a los métodos de reclutamiento empleados por la organización como a los impulsos psicológicos que llevaron al individuo a unirse. La segunda sección describe su vida dentro de la organización: el rol que jugó, las actividades en las que se involucró, las organizaciones y las personas con las que interactuó. La tercera sección cubre la separación: las razones que llevaron a cada individuo a dejar la organización, cómo lo hizo y cuáles fueron las repercusiones.
S.B.: Parece que hace poco aquellos que han dejado el Movimiento comenzaron a abrirse sobre su propio viaje. ¿Has experimentado dificultades para convencerlos de hablar contigo?
L.V.: Más o menos a una docena de exmiembros los entrevisté detenidamente, los identifiqué por el nombre y no hubo problema. Unos cuantos exmiembros que contacté se rehusaron a hablar conmigo. Algunos acordaron hacerlo solamente de forma anónima.
S.B.: En tu libro entrevistas a ex-Hermanos con distintos antecedentes, orígenes e historias personales. Sin embargo, notaste unas cuantas similitudes cruciales entre sus trayectorias. ¿Cuáles son las razones recurrentes que los llevaron a dejar el movimiento? ¿Dirías que es una forma de separación?
L.V.: Cada historia, como es natural, tiene sus peculiaridades, pero de hecho existen patrones comunes. Todos ellos hablaron de frustración con respecto a temas organizacionales e ideológicos, mostrando una combinación de desilusión en cuanto a cómo funcionaba el grupo y qué ideas defendía.
Con respecto a la organización, una queja común es la falta de democracia interna de la Hermandad. Su aplicación estricta del principio de al-sam wal-ta’a (escuchar y obedecer), o como lo llama sarcásticamente un exmiembro de la Hermandad en Bélgica, “cierra la boca y obedece, como buen soldado en sumisión al gran líder y a todos los pequeños líderes de rango medio”, es con frecuencia uno de los primeros pasos en el camino a la desilusión y la separación de la organización. Como lo expone Mohamed Louizi, un exmiembro vocal en Francia, “los peces gordos pueden tomar las decisiones con una llamada telefónica, ignorando votos, procedimientos y estatutos.” La corrupción interna, el nepotismo y la falta de meritocracia son temas relacionados que se mencionan con frecuencia.
Otra fuente común de frustración es el excesivo secretismo. Todos los exmiembros que entrevisté estuvieron de acuerdo en que mientras el secretismo era comprensible en Medio Oriente para que la organización sobreviva a la cruda represión de los regímenes locales, es absolutamente innecesario en Occidente, particularmente en la forma extrema en que se adopta. Y mientras todos ellos se quejan del secretismo que envuelve a todos los aspectos de la vida del grupo, los exmiembros están más frustrados por la negación de la mera existencia de la Hermandad en Occidente. Muchos sostienen que los Hermanos realmente gozarían significativamente de más éxito en sus esfuerzos para involucrarse si se presentaran a sí mismos por quiénes son, ya que el secretismo es percibido como un indicador de vergüenza o un intento de esconder agendas oscuras. Todos acuerdan que es una debilidad estratégica mayor y un comportamiento que los dejó fuera, contribuyendo considerablemente a su proceso de desilusión y separación.
Mientras que las fallas percibidas en la organización han sido citadas por todos como cruciales en su decisión de irse, en la mayoría de los casos hay preocupaciones profundas sobre la ideología de la Hermandad las cuales han tenido incluso más peso. Ciertamente, las frustraciones en cuanto al funcionamiento interno de la organización plantaron con frecuencia la primera semilla de duda, la que entonces llevó a los individuos a examinar problemas fundamentales de conformidad con el credo de la Hermandad. Los temas ideológicos que llevaron a cada individuo a separarse son complejos y personales, distintos en cada caso. Todos los entrevistados mencionaron, de una forma u otra, su frustración señalando la priorización de la política que hace la Hermandad Occidental sobre la religión como una causa principal.
Las diferentes trayectorias post-Hermandad de los individuos analizados anteriormente también revelan las divergentes razones que los llevaron a dejar el grupo. Algunos, como Kamal Helbawy, no renuncian al islamismo totalmente, sino que simplemente rechazan la versión de este que fue adoptada por la Hermandad o, más estrictamente, el liderazgo actual de la Hermandad, ya que ellos creen que estos se han apartado de las enseñanzas originales del fundador, Hassan al-Banna. Para otros, como Ahmed Akkari, Mohamed Louizi y Pierre Durrani, el rechazo del islamismo es completo, en todas sus manifestaciones y aspectos, de modo que han adoptado en su lugar el secularismo y las formas tradicionales del islam.
S.B.: Al quejarse sobre la falta de democracia interna y los altos niveles de nepotismo, algunos exmiembros llegaron al punto de hablar sobre “cárteles de la Hermandad.” ¿Qué son?
L.V.: Es uno de los aspectos de la falta de democracia interna que estaba mencionando anteriormente. En Europa y Norteamérica muchos de los pioneros de la Hermandad de primera generación han impulsado a sus esposas, hijos y familia política a algunas de las posiciones elevadas dentro del entorno, creando una pequeña “nomenklatura” de activistas interconectados, una “élite aristocrática” que controla todo. Estoy pensando en familias como los Nadas, los Himmats, los El-Zayats, los Saghrounis, los Kaddos, los El-Haddads. Mientras que muchos de sus descendientes son incuestionablemente capaces y están calificados, esta dinámica ha frustrado a muchos activistas que no pertenecían a ninguna familia importante y se vieron a sí mismos, en su perspectiva, siendo omitidos injustamente.
Esto también lleva a acusaciones relacionadas con discriminación étnica. En varios países -España e Italia, por ejemplo- el liderazgo de la mayoría de las redes de la Hermandad (y en consecuencia, de las varias organizaciones públicas vinculadas a la Hermandad que afirman representar a la población musulmana del país) ha sido ocupado durante mucho tiempo por los fundadores iniciales y casi todos son de Levante, así como sus hijos. Esto genera el disgusto de los muchos activistas procedentes del norte de África y conversos, quienes se sienten discriminados. Esto hizo a bastantes darse cuenta que la narrativa de la Hermandad (sobre credo universalista) son palabras vacías.
S.B.: En este punto de la historia, ¿cómo difieren los objetivos de la Hermandad en la región MENA y en Occidente?
L.V.: En ciertos temas, la Hermandad en Occidente es muy similar a la Hermandad en la región MENA. De hecho, este fue para mí uno de los más sorprendentes hallazgos durante las entrevistas con antiguos miembros, el cómo ciertos aspectos -cómo se recluta a las personas, el currículum tarbiya, el funcionamiento de la usra, la estructura jerárquica- son virtualmente idénticos entre Frankfurt, Birmingham o Chicago y Amán o El Cairo.
Pero un grupo tan pragmático como la Hermandad siempre ajusta sus objetivos al contexto en el cual opera. Mientras que las redes de la Hermandad Occidental respaldan y apoyan (en palabras y hechos) los esfuerzos para islamizar a la sociedad y obtener poder de sus pares en la región MENA, también comprenden que en los países de mayoría no musulmana de Occidente los objetivos tienen que ser diferentes de manera realista. Yo sostendría que sus objetivos son tres.
El primero es llevar a los musulmanes occidentales a su visión del mundo política y religiosa. Como dijo Yusuf al-Qaradawi, Occidente es tabula rasa (lienzo en blanco) islámico en el cual los Hermanos pueden “jugar el rol del liderazgo faltante de la nación musulmana con todas sus tendencias y grupos”.
El segundo, muy relacionado al primero, es ser designados representantes oficiales o de facto de la comunidad musulmana en su país. A pesar de su implacable activismo y amplios recursos, los Hermanos no han sido capaces de crear un movimiento masivo y atraer la lealtad de grandes cantidades de musulmanes occidentales. Mientras que los conceptos, asuntos y marcos introducidos por los Hermanos han alcanzado a muchos de ellos, la mayoría de los musulmanes occidentales se resisten enérgicamente a la influencia de los Hermanos o simplemente la ignoran. Los Hermanos entienden que una relación preferencial con las élites occidentales podría proporcionarles el capital financiero y político que les permitiría expandir significativamente su alcance e influencia en la comunidad. Al aprovechar tal relación, de hecho, los Hermanos buscan tener la confianza de los Gobiernos occidentales para administrar todos los aspectos de la vida musulmana en cada país. Lo ideal sería que se convirtieran en aquellos a quienes los Gobiernos encarguen preparar los planes de estudios y elegir a los maestros para la educación islámica en escuelas públicas, nombrando imanes en instituciones públicas tales como las fuerzas armadas, la policía o en prisión, y que reciban subsidios para administrar varios servicios sociales. Esta posición también les permitiría ser la voz musulmana oficial de facto en debates públicos y en los medios, eclipsando a fuerzas contrarias. Los poderes y legitimidad conferidos a ellos por parte de los Gobiernos occidentales les permitirían ejercer una mayor y más importante influencia sobre la comunidad musulmana. Haciendo un cálculo político inteligente, los Hermanos Occidentales están intentando convertir su apuesta de liderazgo en una profecía autocumplida, buscando ser reconocidos como tal.
Finalmente, la posición de representantes de los musulmanes occidentales permitiría a los Hermanos influenciar las políticas occidentales en cuanto a todos los asuntos islámicos, relacionadas a políticas internas y exteriores.
S.B.: Pierre Durrani, un exmiembro sueco de la Hermandad y uno de tus interlocutores, utiliza un término, “ingenuidad de ojos azules”. ¿Qué quiere decir con esto?
L.V.: Pierre es un individuo muy interesante. Nacido de padre pakistaní y madre sueca a comienzos de los noventa, fue reclutado por los pioneros de la Hermandad sueca debido a que su lengua materna era el sueco y que era rubio de ojos azules, un rostro reconfortante para mostrar a la sociedad sueca, como él cuenta. Tras años en la red, Pierre llegó a ver que lo que los líderes de la Hermandad tenían en mente para Suecia era muy diferente de lo que habían dicho públicamente y de lo que él mismo quería. A pesar de su discurso sobre integración y sobre encontrar un modo de hacer al islam compatible con Suecia -algo que Pierre cree que todavía es totalmente posible al día de hoy- los Hermanos mantenían en privado un profundo desprecio hacia la sociedad y el pueblo de Suecia. Pierre describe estas actitudes como racismo puro, dando muchos ejemplos de los líderes de la Hermandad mofándose de la gente sueca por su ingenuidad, su frágil moral y su pobre higiene personal. Pierre estaba igualmente perturbado por las formas de racismo en la comunidad musulmana. Él sostiene que el liderazgo de la Hermandad, en gran parte conformado por árabes, también se expresa con desprecio hacia los musulmanes eritreos, somalíes y otros de África, rompiendo el ideal de hermandad sin racismo que debería caracterizar no solamente a la organización sino a toda la comunidad global de creyentes en el islam.
Pero la idea de ingenuidad no es, de acuerdo a Pierre, incorrecta cuando se aplica a cómo Suecia -y todos los demás países occidentales- han lidiado con la Hermandad. En la opinión de Pierre, “la sociedad sueca no fue capaz de hacer frente a todas las complejidades y diferencias que vienen aquí.” Cuando se trata del islam, él sostiene que el establishment sueco aceptó en valor nominal la falsa afirmación hecha por un pequeño grupo de activistas organizados y convencidos de que ellos representaban a toda la comunidad musulmana. Al no poseer las herramientas para comprender las complejas dinámicas dentro del islam global y dentro de la nueva pero velozmente creciente comunidad musulmana del país, el establishment sueco acepto plenamente a una minoría activa, ignorando las muchas otras voces que conforman el mosaico del islam sueco. “Los Hermanos son los que explicaron al Estado sueco lo que es el islam.”
De acuerdo con Pierre, esta ignorancia va de la mano con otros dos elementos de la sociedad sueca: su énfasis en la confianza y su aceptación de la corrección política.
“La cultura sueca, desde los vikingos,” sostiene, “valora la confianza enormemente; las personas no esperan la hipocresía y encuentran difícil concebir que alguien podría tratar de engañarlos.” Esta “ingenuidad de ojos azules”, como la denomina Pierre, ha favorecido a los Hermanos, quienes “no han sido honestos acerca de quiénes son y lo que quieren”, pero rara vez han encontrado que sus verdaderos motivos sean cuestionados.
El alto nivel de corrección política que caracteriza a la sociedad sueca es igualmente propicio para los Hermanos. “Todos están demasiado asustados de llamar a las cosas por su nombre,” suspira Pierre, lamentando la incapacidad de muchos de sus compatriotas para ver o, mejor dicho, para expresar públicamente cualquier opinión negativa sobre las minorías, incluso cuando hacerlo no equivaldría a mostrar prejuicios, sino que simplemente se los trataría del mismo modo en que ellos lo harían con los suecos étnicos. Además, sostiene, los Hermanos han aprendido cómo emplear el lenguaje de los derechos humanos, la democracia y el multiculturalismo para su propio beneficio sin que ellos valoren realmente estos conceptos. Su capacidad de usar el lenguaje de la izquierda contemporánea sueca les ha permitido ser vistos como las víctimas y desviar cualquier crítica como intolerante.
S.B.: En The Closed Circle, claramente mencionas que es difícil evaluar el impacto de la llamada Primavera Árabe en la Hermandad en Occidente, pero que los efectos negativos parecen sobrepasar a los positivos. ¿Puedes contarnos más acerca de esto?
L.V.: Déjame comenzar con una salvedad, que se deriva de la forma en que veo a la Hermandad Musulmana a nivel global y en Occidente. Desde los años cuarenta, el mensaje de la Hermandad se ha difundido virtualmente a todos los países árabes y de mayoría musulmana. En cada país, los individuos que aceptan la visión del mundo del grupo han establecido redes que reproducen su estructura y han ajustado sus tácticas a las dinámicas y condiciones políticas locales. Es común referirse a estas redes en cada país como las divisiones de la Hermandad Musulmana, aunque el término no debe implicar una autoridad del grupo madre egipcio sobre estas. Todos estos actores trabajan de acuerdo a una visión en común, pero con independencia operativa, libres para perseguir sus metas según lo consideren apropiado. Lo mismo se aplica a Occidente, donde las redes locales de la Hermandad en cada país son una mini-versión de las que existen en Oriente. Por lo tanto, existe una Hermandad francesa, una Hermandad sueca, una Hermandad británica, del mismo modo en que hay una Hermandad egipcia, de Jordania y de Siria y todas son igualmente independientes (considerando, por supuesto, que tienen cifras mucho menores en Occidente).
Es decir que lo que pasó durante la Primavera Árabe tuvo incuestionablemente un impacto en las redes occidentales de la Hermandad, pero no debe exagerarse. Los Hermanos Occidentales estuvieron íntimamente involucrados con lo que pasó en la región MENA durante los primeros días de la Primavera Árabe. Muchos miembros de la Hermandad con base en Occidente, quienes por décadas habían objetado e incluso demandado por difamación a cualquiera que los acusara de estar vinculados al grupo, viajaron de regreso a sus países de origen para tomar importantes posiciones en el Gobierno (en el caso de Egipto y Túnez) o para combatir (en el caso de Libia y Siria). Las redes de la Hermandad en Occidente invirtieron enormes cantidades de recursos para intentar apoyar a sus compañeros islamistas en la región MENA al presionar a los Gobiernos occidentales y proporcionarles apoyo financiero.
No obstante, habiendo dicho esto, vuelvo al punto de que las entidades de la Hermandad en Occidente son independientes de Oriente, tienen sus propias tácticas, objetivos y vicisitudes. Lo que sucedió en la región MENA durante la Primavera Árabe primero los estimuló y luego los deprimió. Pero, al final del día, no alteró sustancialmente lo que hacen, ya que su centro de gravedad está firmemente establecido en Occidente.
Se puede decir que el más grande impacto de la Primavera Árabe en las redes de la Hermandad en Occidente ha sido financiero. La agitación geopolítica de la última década llevó a muchos de los colaboradores históricos del grupo a terminar su apoyo, la que ha sido una de las principales razones para la desproporcionada influencia de los Hermanos en Occidente. Hoy en día el apoyo financiero, al menos cuando se trata de Estados, está mayormente limitado a Catar y Turquía.
S.B.: Explicas que la Hermandad en Occidente está experimentando un cambio generacional generalizado. ¿Cómo es probable que esto afecte la evolución del Movimiento y, más ampliamente, cuáles son tus perspectivas sobre el futuro de la Hermandad en Occidente?
L.V.: Es difícil de decir y existen varias tendencias que vale la pena observar en los siguientes años. En cierto nivel, la Hermandad parece haber perdido ese atractivo magnético que se podría decir que había ejercido en muchos. Además, a lo largo de las últimas décadas la Hermandad Occidental ha puesto prioridad en volverse interlocutores confiables de los Gobiernos y élites occidentales, en muchos casos logrando este objetivo. Pero para ser capaz de hacerlo, se ha visto inevitablemente forzada a comprometer algunos de sus principios y limar algunos de sus bordes más ásperos. Esencialmente, no todos los activistas de la Hermandad ven claramente una luz islámica al final del túnel de las incontables reuniones interreligiosas, banquetes para recaudar fondos, seminarios de sensibilización de los medios e infinidad de otras actividades a las cuales la organización dedica la mayor parte de su energía. Y algunos están también desconcertados por tácticas tales como alianzas con organizaciones feministas o LGBT que, si bien se explican internamente como medios útiles para un fin, parecen alejarse considerablemente de lo que es islámicamente aceptable. Como resultado, las organizaciones de la Hermandad Occidental sufren al competir con los salafistas, cuyo enfoque más intransigente ha atraído a muchos musulmanes conservadores que previamente habían sido atraídos hacia los Hermanos.
Al mismo tiempo, muchos musulmanes nacidos en Occidente están encontrando cada vez más plataformas alternativas para movilizarse en base a su identidad musulmana. Muchos jóvenes activistas musulmanes, ya sea que iniciaran su trayectoria en organizaciones que pertenecen al entorno de la Hermandad Occidental o no, ya no están limitados por el monopolio del grupo en cuanto a la identidad musulmana y operan libremente. De hecho, los activistas musulmanes occidentales que tienen puntos de contacto con los entornos de la Hermandad son con frecuencia activos fuera de la estructura del grupo y logran altas posiciones en partidos políticos
occidentales y en la sociedad civil, particularmente en la izquierda. Es posible hablar, en ese sentido, de “islamismo despierto”, un enfoque híbrido que combina temas estimados por la política de identidad contemporánea y por el islamismo clásico, con un giro de teoría postcolonial. La cercanía de los contactos entre aquellos trabajadores autónomos y el entorno de la Hermandad depende del caso específico, pero queda claro que cada vez más los Hermanos ya no son la única vía para los musulmanes que buscan estar políticamente involucrados en Occidente. Al mismo tiempo los Hermanos son grandes parásitos, forjando alianzas tácticas con actores independientes siempre que les ayuden a lograr sus objetivos.
Es imposible predecir en esta etapa en qué dirección irá la Hermandad Occidental. Un factor clave en todo esto es ciertamente el cambio generacional y será interesante ver si el timón de las organizaciones iniciadas por los pioneros de la Hermandad será tomado por sus descendientes o si otros individuos lo tomarán. No es improbable que tal vez distintos individuos y organizaciones que pertenecen a la red tomen trayectorias opuestas en el tiempo. Sin importar estos acontecimientos, parece claro que, en los años venideros, la Hermandad seguirá siendo un actor crucial en el futuro del islam en Occidente.