Anna Gussarova, Directora del Instituto de Estudios Estratégicos de Asia Central, especialista en extremismo violento y terrorismo
Durante los últimos años, Europa ha estado enfrentando retos sin precedentes en varios niveles con respecto al problema de los combatientes extranjeros. Por un lado, todavía no existe acuerdo sobre si los países deberían repatriar a sus ciudadanos desde los campos sirios. Por otra parte, el impacto y las consecuencias -tanto positivas como negativas- de esta decisión probablemente se desarrollarán en los próximos años.
Los argumentos que han sido utilizados ampliamente por los Gobiernos europeos para no repatriar a sus ciudadanos son que ellos plantearán una amenaza significativa en sus países de origen y que hay pocos recursos disponibles para lidiar con estas personas. Adicionalmente, hay muchos terroristas cumpliendo pequeñas condenas en toda Europa, quienes ya han dejado la prisión o la dejarán pronto. El miedo es que los exconvictos por terrorismo podrían posiblemente recaer y llevar a cabo ataques terroristas. Algunos ejemplos en el Reino Unido ya han demostrado qué tan peligrosos pueden ser los exconvictos para preparar y ejecutar planes terroristas.
A pesar de estos miedos, varios países han repatriado a cientos de sus ciudadanos, incluyendo a mujeres y niños. La comunidad internacional debe aprender de las experiencias de estos países que repatrían a sus ciudadanos. Uno de estos países es Kazajistán.
El caso kazajo
Las personas tienden a olvidar un video de YouTube de 2014, que mostraba imágenes de ciudadanos kazajos combatiendo en Siria para el Estado Islámico (EI). Desde ese momento -de acuerdo a diferentes análisis- más de 1.000 kazajos viajaron a Siria. No hay cifras exactas sobre el número de combatientes extranjeros kazajos, ni el número de combatientes asesinados durante estos años. Sin embargo, el Gobierno estima que al menos 260 kazajos fueron asesinados en Siria desde 2011 y que al menos 150 personas todavía permanecen allí. No obstante, incluso antes de 2019, el Gobierno ha estado repatriando en silencio a algunos de sus ciudadanos.
En 2019, el Comité Nacional de Seguridad llevó a cabo una serie de cuatro operaciones especiales, con el apoyo del Gobierno de los Estados Unidos, para llevar de regreso a sus ciudadanos desde Siria. Algunos detalles de las operaciones Zhusan pueden encontrarse en un breve documental que está disponible en YouTube. Como resultado, casi 600 kazajos -33 hombres, 156 mujeres y 406 niños incluyendo a 32 huérfanos- fueron repatriados desde Siria. Estos retornados fueron inscriptos en un programa de rehabilitación antes de regresar a sus comunidades locales. Otros retornados -31 hombres y 12 mujeres- han sido sentenciados a prisión por su participación en organizaciones terroristas. En diciembre de 2019, 14 personas recibieron sentencias que oscilan entre 8 y 12 años de prisión.
La decisión de repatriar ciudadanos kazajos no fue debatida públicamente. De hecho, las operaciones fueron planeadas y ejecutadas cuidadosamente por los servicios de seguridad mucho antes de que el público fuera informado. Después, el Comité Nacional de Seguridad comenzó a ser más transparente mientras continuaba ocultando detalles delicados y controversiales de sus operaciones.
Si bien Kazajistán no es el único país en repatriar a sus ciudadanos, fue el primero en abordar el complicado asunto de hacer regresar a los combatientes extranjeros. Aunque muchos detalles siguen siendo poco claros y clasificados, se pueden hacer varias observaciones a partir de la experiencia de los kazajos.
La democracia es un obstáculo para la repatriación
Ante todo, la decisión de repatriar a los ciudadanos kazajos fue tomada por el presidente Nursultan Nazarbayev sin valorar la opinión pública sobre el asunto. De hecho, se sabe poco sobre cómo se sintió exactamente el pueblo kazajo sobre el tema. En las redes sociales y en las plataformas de noticias online existe un amplio espectro de opiniones, muchas de las cuales son motivadas e impulsadas por el miedo y las teorías conspirativas. Sin embargo, en el caso de la Unión Europea, sería extremadamente difícil tomar una decisión política tan rápida ya que los países -al tener que mantenerse alineados con los valores democráticos- tendrían que valorar primero la opinión pública. Además, recolectar evidencia para procesar a los combatientes extranjeros que regresan podría ser muy complejo. En Kazajistán, tomó 18 meses para que la Corte cerrara el caso de 14 combatientes extranjeros.
Miedo a que se vuelvan a involucrar en terrorismo
En segundo lugar, hay un miedo muy real de que las personas que regresan puedan volver a involucrarse en terrorismo. La realidad es que los combatientes extranjeros -como sostiene Peter Neumann- han adquirido habilidades militares, han sido brutalizados por la guerra, han socializado y han sido adoctrinados en redes yihadistas globales. El problema, sin embargo, es que los datos sobre combatientes extranjeros retornados con frecuencia son contradictorios, tal como lo muestra el ejemplo europeo. Los cálculos aproximados sobre el número de combatientes extranjeros que regresan y que probablemente se involucren en actos de terrorismo varían entre el 11% y el 26% dependiendo del país y la metodología utilizada para hacer la evaluación. Mientras que se ha encontrado que la mayoría de los retornados no se involucran en violencia cuando regresan, es extremadamente difícil predecir qué individuos específicos se volverán violentos y es prácticamente imposible monitorear a cada persona todo el tiempo. También es cierto que muchos retornados, si bien no se involucran directamente en actos terroristas, permanecen activos en el reclutamiento, reuniendo fondos y trabajando para los grupos terroristas. Estos roles de apoyo no violento pueden fortalecer y expandir las redes terroristas en el tiempo y por lo tanto presentar posiblemente una amenaza incluso más grande y a largo plazo. La falta de claridad, datos y la incapacidad de predecir escenarios futuros ha empujado a los líderes de la UE a posponer cualquier decisión con respecto a la repatriación. En el ejemplo de los kazajos, ninguna investigación basada en evidencia ha sido puesta a disposición del público con respecto a la relación de recaída de convictos terroristas o nuevo involucramiento en general.
La reinserción es difícil pero necesaria
Un enfoque complejo en muchos niveles y con múltiples actores involucrados ha sido desarrollado por el Gobierno kazajo para implementar lo que ha sido apodado como la política de las “3R”: repatriación, reinserción y reintegración. Ya que se trata de una nueva política, aún no ha desarrollado buenas prácticas. Básicamente, el aprendizaje mediante la práctica se ha vuelto la única opción disponible para el país.
El Gobierno kazajo estableció una red de instalaciones de reinserción en coordinación con ONG en todo el país, asignando alrededor de 1 millón de dólares del presupuesto para apoyar estos proyectos. Los combatientes extranjeros fueron puestos en un centro de rehabilitación cerca de Aktau (Kazajistán occidental) durante un mes, pasando por las pruebas de salud necesarias y siendo expuestos a distintas intervenciones por parte de teólogos, psicólogos y familias.
El enfoque práctico incluye capacitación vocacional para que las mujeres encuentren trabajo, intervención religiosa de los imanes en las mezquitas, ayuda psicológica y otras actividades necesarias junto con los trámites necesarios de rutina. En lo que respecta a los niños, la situación es muy compleja y delicada. El criterio ha sido mantener a los niños con sus madres sin separarlos de ellas. En rehabilitación, los niños reciben las revisiones médicas y psicológicas necesarias y comienzan su socialización por medio de la educación, ya sea en guarderías o en escuelas. El Gobierno también cambió los nombres árabes de aquellos que nacieron en Siria y solamente proporcionan ciudadanía si puede ser demostrada una línea de sangre kazaja.
La repatriación es un proceso muy tedioso que requiere mucho papeleo de parte de los retornados así como para el Gobierno. Esto incluye generar los certificados de nacimiento, pasaportes y reportar la muerte de un padre para recibir apoyo financiero del Gobierno, teniendo en cuenta que el sistema judicial nunca ha experimentado dichos casos previamente. Encontrar familiares o familias adoptivas para los huérfanos también será un proceso difícil y complicado. Con el fin de mantenerlos alejados de la radicalización en el futuro, debe existir un sistema cuidadoso y selectivo para asegurar que estén en buenas manos.
Conclusión
Las medidas que están siendo implementadas actualmente deben continuar, deben ser monitoreadas de manera adecuada y analizadas oportunamente para mitigar cualquier amenaza terrorista potencial y demostrar su efectividad. El Servicio de Seguridad Nacional cree que contar las historias de aquellos que viajaron a Siria puede ayudar a disuadir a los kazajos de seguir este camino. Mientras que la estrategia principal de reinserción parece algo ambiciosa y puede ser criticada desde diferentes perspectivas, los esfuerzos del Gobierno kazajo son importantes y no deben ser desestimados. Si bien compartir y discutir los retos globales es una buena forma de seguir adelante, sólo el tiempo puede decir qué tan exitosas son las contramedidas y qué tipo de implicaciones tendrán las decisiones políticas actuales en el futuro.