Marta Lopes y Simeon Dukic, del Institute for Strategic Dialogue
El problema de cómo abordar el tema de los combatientes extranjeros ha sido un debate público mayormente confuso. Cuando los videos de Shamima Begum aparecieron en línea, el tema llegó como un tornado a acaparar los titulares de prensa del Reino Unido. A la niña de la escuela Bethnal Green le negaron los servicios consulares del gobierno del Reino Unido e incluso le revocaron la ciudadanía por unirse a ISIS. En otras partes del continente, políticos daneses y suecos también se han mostrado reticentes a aceptar a sus ciudadanos de vuelta, en tanto que Bélgica y Francia están limitando la repatriación de algunos niños huérfanos.
Recientemente Francia condenó la decisión de una corte Iraquí de sentenciar a muerte a 11 combatientes franceses, pero aun así rechaza su repatriación. Estos casos revelan una paradoja preocupante: aunque el debate en torno a la responsabilidad que tienen los gobiernos europeos hacia sus ciudadanos es importante, la mayoría de ellos han estado manteniendo una línea dura. Sin embargo, a la larga, la repatriación parece la única solución aceptable por razones prácticas, legales y morales. Las personas que no son repatriadas podrían sufrir pena de muerte y estar expuestas a tratamiento inhumano, y esto independientemente de su participación activa en organizaciones terroristas. No solo estas alternativas son inaceptables de acuerdo a las normas liberales occidentales, incurren asimismo en importantes riesgos para la seguridad.
En contraste con otros estados europeos con mejores recursos, los países balcánicos están repatriando activamente a sus ciudadanos, entre ellos a combatientes. En agosto pasado, Macedonia del Norte fue uno de los primeros países que repatrió a siete combatientes terroristas, que actualmente están en juicio. Más recientemente, Kosovo repatrió a 110 de sus ciudadanos de Siria. El ministro de justicia señaló que el gobierno “no parará hasta que cada ciudadano de Kosovo esté de vuelta en su país.” Cuatro hombres fueron inmediatamente detenidos por denuncias relacionadas con terrorismo, y diez mujeres puestas en arresto domiciliario. Kosovo ya tiene un plan para rehabilitar y reintegrar a los repatriados. Pese a que Bosnia y Herzogovina repatriaron a tan solo un combatiente terrorista que estaba bajo Notificación Roja de la INTERPOL, el ministro de seguridad bosnio argumentó que están en curso negociaciones sobre repatriación con las personas interesadas relevantes de Siria, mientras los organismos de seguridad identifican a ciudadanos bosnios en los campamentos. Para facilitar el proceso, el gobierno federal está estableciendo un órgano coordinador interinstitucional de partes interesadas, el cual incluirá al Ministerio de Seguridad y al Ministerio de Asuntos Exteriores, entre otros.
Los estados de Asia Central están siguiendo un curso similar. En enero, Kazajistán recibió a 47ciudadanos. Dos de los hombres repatriados fueron sentenciados a ocho años de prisión por terrorismo. El número de repatriados era más de cinco veces superior en la siguiente ola de repatriación en mayo, lo cual resultó en la evacuación de 231 ciudadanos kazajos. A su regreso, 16 hombres y cuatro mujeres fueron detenidos bajo sospecha de unirse a grupos terroristas en el extranjero. Las demás mujeres fueron ingresadas a un programa de reintegración de un mes de duración en un centro cercano a Aktau en Kazajistán Occidental. El presidente kazajo enfatizó los aspectos positivos de esta política, argumentando que las mujeres que retornaron en enero de 2019 han sido empleadas, han restablecido lazos con sus parientes y abandonado credos radicales. Un excoronel del Comité de Seguridad Nacional explicó que la repatriación activa no solo se basa en razones humanitarias, su objetivo es neutralizar estratégicamente la amenaza antes de que los terroristas regresen por su cuenta. De manera similar, Tayikistán trajo de vuelta a 84 niños de los campamentos de Iraq. El ministro de asuntos exteriores tayiko anunció una nueva política de estado para repatriar a todos sus ciudadanos de Siria e Iraq, priorizando a niños huérfanos.
Estos países se han comprometido a llevar de vuelta a su hogar a ciudadanos de su país y a reintegrarlos a la sociedad pese a una serie de riesgos. Tanto los estados balcanes occidentales como los de Asia Central han experimentado periodos de transición difíciles desde la disolución de Yugoslavia y la Unión Soviética, caracterizados por guerras (civiles) sangrientas, influencia extranjera maligna y estancamiento económico. La inestabilidad, las tensiones étnicas, la ausencia de estado de derecho y una corrupción generalizada abonaron el terreno para el reclutamiento en grupos extremistas, y las instituciones, por su debilidad, no pudieron dar una respuesta. Es más, estos países enfrentarán una serie de desafíos, especialmente en el ámbito local. Los niños y los adultos sin sospecha de terrorismo están regresando a sus comunidades, donde es posible que enfrenten cierto antagonismo. Las autoridades deberán fomentar cohesión social para mitigar los riesgos de reincidencia de los repatriados y promover tolerancia dentro de la comunidad a fin de crear un ambiente para una satisfactoria reintegración. De hecho, las autoridades locales asumirán los costos administrativos. Así, pese a los elevados niveles de desempleo, apoyarán a los repatriados en su reintegración al mercado de trabajo, a fin de resolver su situación de vivienda y otros servicios sociales.
Los países de Europa Occidental poseen las estructuras necesarias para implementar procesos satisfactorios de reintegración, utilizando los métodos interinstitucionales establecidos. El gobierno del Reino Unido en realidad ya ha implementado cambios específicos en las políticas para tratar con los repatriados. Su estrategia CONTEST fue actualizada en 2018, cuando 425 ciudadanos, o 50% del total del contingente británico, ya había regresado de Siria e Iraq. El Programa de Desistimiento y Desvinculación se desarrolla sobre un método interinstitucional para evaluar la amenaza que plantea una persona individual y proporciona apoyo personalizado a los repatriados. Tales estructuras de coordinación por lo general no existen en las Balcanes Occidentales y Asia Central en el ámbito local. Por tanto las autoridades locales requieren apoyo para establecer y sostener los esfuerzos de reintegración.
Existe la posibilidad de desarrollar cooperación a través de las redes existentes y estructuras internacionales. La Red de Ciudades Potentes (SCN, por su sigla en inglés) conecta a 128 ciudades en todo el mundo, facilitando el intercambio de buenas prácticas y lecciones aprendidas relacionadas con la prevención del extremismo violento (PVE, por su sigla en inglés), y apoya a las ciudades para que desarrollen y promuevan métodos de PVE locales. Por ejemplo, la SCN estableció seis redes de prevención local en toda Jordania y el Líbano, inspiradas en el modelo danés de cooperación interinstitucional con el objetivo de equipar a tales ciudades con las habilidades y herramientas necesarias para abordar temas relacionados con el extremismo violento, lo cual abarca la reintegración. Si bien el proyecto enfrentó desafíos en la adaptación a un ambiente difícil, la buena disposición de las ciudades danesas para apoyar a sus contrapartes de Oriente Medio es altamente encomiable. Con una fuerte presencia tanto en Europa Occidental como en las Balcanes Occidentales, y con proyección de expandirse a Asia Central, la SCN puede apoyar a escenarios menos institucionalizados que podrían lidiar con la reintegración de repatriados compartiendo ejemplos de buenas prácticas de ciudades miembros con experiencia de la SCN.
En estos tiempos polarizados, Europa debe ponerse en pie por los valores que promueve a medida que evoluciona el debate en torno a la repatriación activa, y extraer ejemplos de estados de todo el mundo para mantener la cohesión social a través de sus fronteras. Las Balcanes Occidentales y Asia Central sirven de ejemplo de un método pragmático que asume la responsabilidad por sus ciudadanos y pone énfasis en la reinserción social y la reintegración. Los países europeos con estructuras institucionales desarrolladas deben observar la serie de ejemplos de estos estados en cuanto a las políticas, y enfocarse en trabajar con las redes existentes en el ámbito operativo para tratar el tema de las 1192 personas que ya han regresado a la UE en mayo de 2018. Si los gobiernos no lo entienden, no solo enfrentarán mayores riesgos para la seguridad en el futuro, muestran asimismo que los valores que promueven son sensibles, cuestionando así el concepto, de por sí frágil, de democracia liberal.