Nicolas Hénin, autor y consultor
A primera vista, la extrema derecha europea y el movimiento yihadista son completamente antagónicos. Se desprecian y no pierden oportunidad de expresar su odio mutuo. Parecen estar en los polos opuestos del espectro. Incluso incitan a la violencia uno contra el otro.
Se han revelado varias conspiraciones de fuerzas de ultraderecha en los últimos años, entre ellas las de Action des forces opérationnelles, que fue desmantelada en junio de 2018. Estas conspiraciones a menudo están dirigidas realizar ataques sobre objetivos que estos grupos describieron como “islámicos”, aunque muchas veces implican simplemente musulmanes.
Del otro lado, el Estado Islámico (EI) en la edición de su revista Dar al-Islam, del 6 de febrero de 2016, recomienda a sus seguidores atacar a los defensores del partido Front National (Frente Nacional) de extrema derecha. En abril de 2017, dos militantes del EI fueron arrestados en Marsella mientras planificaban el golpe, entre otros objetivos, a una reunión de la presidenta del partido Marine Le Pen. Anteriormente, ordenadores capturados de la célula del EI que ejecutó los ataques del 13 de noviembre de 2015 y del 22 de marzo de 2016 en París y Bruselas, revelaron que los yihadistas tenían a la organización católica tradicionalista en una larga lista de objetivos potenciales.
Sin embargo, la relación de estas dos ideologías no se limita al odio mutuo, sino que es más compleja. Esto se evidencia, por ejemplo, en el uso de material propagandístico producido por el otro.
Al movimiento yihadista le agrada explotar la victimización de las comunidades musulmanas en Occidente a fin de reclutar gente. ¿Qué mejor que las afirmaciones y actitudes racistas e islamófobas desarrolladas por la extrema derecha para reformar narrativas tales como “un musulmán nunca será aceptado o nunca tendrá éxito en una sociedad Occidental?” Este tipo de relato alimenta una reacción entre los musulmanes, quienes se sienten discriminados y estigmatizados, lo cual facilita el reclutamiento por grupos radicales.
Desde el otro lado, la extrema derecha aprovecha la amenaza terrorista y los ataques yihadistas para justificar su racismo y obtener mayor apoyo de la sociedad para sus políticas, entre ellas, restricciones más severas a los ciudadanos musulmanes. La extrema derecha también se beneficia con las acciones de europeos no musulmanes que trabajan a favor de la cohesión social. Luego del asesinato de dos jóvenes escandinavas en Marruecos en diciembre de 2018, la extrema derecha francesa se enfureció ante el silencio de la prensa sobre la decapitación de una de ellas. Esto fue explicado por algunos medios de prensa como un esfuerzo por preservar su memoria y no aumentar innecesariamente el dolor de su familia y parientes. Desde la extrema derecha se tildó esta explicación como un encubrimiento de los crímenes “musulmanes”. La extrema derecha francesa coincide con los yihadistas en que las imágenes más violentas deben difundirse entre el mayor número de personas posible a fin de aumentar al máximo el impacto del crimen.
Francia tiene una escena gráfica de la extrema derecha en Internet, con el apodo de “fachosphère” (del prefijo “facho” para fascista), descrito en un libro de Dominique Albertini y David Doucet.[1] Esta esfera militante es particularmente evidente en blogs y redes sociales donde regularmente comparten contenido terrorista producido por yihadistas. Miembros de esta “fachosphère” insisten asimismo en publicar regularmente fotografías robadas, tomadas en el teatro Bataclan luego de la masacre yihadista de noviembre de 2015, que muestra el piso cubierto de cadáveres y sangre. La propia Marine le Pen, presidenta ahora de Rassemblement National (Agrupación Nacional), fue procesada por publicar en su cuenta de Twitter tres fotografías sin censura de personas asesinadas por el EI, entre ellas una fotografía del prisionero James Foley decapitado.
Las narrativas de los yihadistas y de la extrema derecha, nominalmente en conflicto entre sí, coinciden en muchos puntos. Ambas concuerdan en que no es posible coexistencia alguna entre musulmanes y no musulmanes. También coinciden en la esencia profundamente violenta del “verdadero Islam”. Los textos religiosos musulmanes, el Corán y la Hadiz, son polisémicos y complejos. Abarcan pasajes muy pacíficos, humanos, generosos y poéticos, junto a los belicosos, violentos e intolerantes, especialmente respecto a otras religiones, entre ellas la denominada “Gente del Libro” (ahl al-kitab)
Varios investigadores han observado que las publicaciones yihadistas tienden a citar únicamente extractos muy cortos de los textos islámicos, que muchas veces distorsionan su significado y contexto, al aislar los pasajes más intolerantes y violentos que se muestran a favor de la violencia religiosa como una tarea. Amritha Venkatraman escribió sobre este tema hace algún tiempo [2], y Sergio Altuna Galán recientemente [3], a partir de las publicaciones de Al-Qaeda en la Península Arábica (AQAP). Una vez más esta lectura de la doctrina musulmana por parte del EI, se adapta perfectamente a las islamófobas, particularmente de la extrema derecha, que pretende enfatizar las relaciones conflictivas entre Occidente y el Mundo Islámico. Ambas concuerdan en el postulado: “El Estado Islámico es el verdadero Islam”
Cualquier proceso de radicalización implica definir a un grupo interno y a otro externo con fronteras restrictivas. Cada grupo radical pretende descalificar a miembros dentro de su “propia” comunidad, a los cuales considera traidores a la causa. En el caso de los yihadistas, probablemente son musulmanes que aceptan vivir bajo el gobierno de no creyentes en un ambiente plagado de pecado. Para la extrema derecha son los “blancos” que aceptan la presencia de musulmanes en su territorio e inclusive los defienden cuando son atacados, a quienes hay que expulsar.
Emmanuel Domenach, un abogado que sobrevivió a la masacre de Bataclan, ha analizado hasta qué punto el mito de “nosotros o ellos” es uno de los efectos que buscan los yihadistas en sus atentados.[4] El abogado basa su argumento en una serie de intervenciones de figuras públicas francesas en los medios de comunicación y redes sociales, entre ellos de varios dirigentes de la extrema derecha. Esta narrativa de “nosotros o ellos”, común a ambas formas de radicalización, está en el origen de subnarrativas idénticas: por ejemplo, yihadistas y extrema derecha concuerdan en que nadie puede ser al mismo tiempo francés y musulmán. Una campaña terrorista, como nos recordaba Raymond Aron, no es tan cinética como psicológica. Más allá de las pérdidas humanas y materiales, el grupo pretende generar efectos en toda la sociedad a la cual está dirigida. Su objetivo es dividir a la sociedad, disolverla, que se desintegre a sí misma, porque su propia cohesión será socavada por la brutalidad de los atentados.
Algunos métodos que utiliza la extrema derecha francesa para propagar sus sentimientos antimusulmanes y xenófobos han sido descritos en un artículo que publica el testimonio de un otrora extremista de ultra derecha, apodado Didier.[5] Este explica que su responsabilidad era gestionar una publicación que abarcaba todo incidente que pudiera producir un sentimiento de inseguridad, especialmente cuando involucra a un extranjero o musulmán. Se refiere asimismo al truco de utilizar un “nombre falso que suene musulmán, para insultar a los franceses, predicando a favor de una República islamista en París, o ese tipo de cosas. Es bastante torpe, pero funciona.” Al presentarse online, como un defensor yihadista, el activista de extrema derecha contribuyó a incrementar la islamofobia entre el público francés.
En su último libro, The Future of Terrorism: ISIS, Al-Qaeda, and the Alt-Right (El futuro del terrorismo: EI, Al-Qaeda, y la derecha alternativa), en coautoría con Christopher Wall, Walter Laqueur optó por un enunciado provocador pero significativo a fin de conectar a la derecha alternativa con las dos cabezas del movimiento yihadista. Entre los paralelos que extrae entre estas ideologías, escribió: “En gran parte como hacen los salafistas, la derecha alternativa aboga por una sociedad homogénea que rechaza absolutamente a los extranjeros. La derecha alternativa es más extrema, sin embargo, porque mientras el salafismo castiga a los no creyentes, esta rechaza a miles de millones a partir de sus atributos físicos.”
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[1] La Fachosphère, comment l’extrême droite remporte la bataille du net, Flammarion, 2016.
[2] Amritha Venkatraman, Religious Basis for Islamic Terrorism: The Quran and Its Interpretations, Studies in conflic & Terrorism, Vol 30, 2007.
[3] Made-to-measure Qur’anic quotations: the incomplete verses of al-Qaeda in the Islamic Maghreb, Sergio Altuna Galán. ARI 72/2019 (English version) – 20/6/2019, http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano_en/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/elcano/elcano_in/zonas_in/ari72-2019-altuna-made-to-measure-quranic-quotations-incomplete-verses-al-qaeda-islamic-maghreb
[4] Perdons-nous la bataille idéologique contre le terrorisme djihadiste? Emmanuel Domenach, Slate, 19/02/2019, http://www.slate.fr/story/173640/terrorisme-djihadiste-bataille-ideologique-attentats-democratie-etat-de-droit
[5] Un militant repenti balance les secrets de l’ultra-droite, Midi Libre, 8/10/12, https://www.midilibre.fr/2012/10/08/un-militant-repenti-balance-les-secrets-de-l-ultra-droite,574771.php