European Eye on Radicalization
El 31 de julio, NBC News reportó, basándose en declaraciones de “tres oficiales de los EE.UU.” que describieron “inteligencia” recibida por los Estados Unidos, que Hamza bin Laden, hijo de Osama, fundador de Al-Qaeda, había muerto. Se desarrolla ahora una disputa analítica sobre el impacto que el deceso de Hamza podría tener para Al-Qaeda.
¿Está muerto Hamza?
La evidencia sobre la muerte de Hamza es vaga, y la evidencia inicial era francamente dudosa. El reportaje original de NBC indicaba: “no está claro si los EE.UU. ha confirmado su muerte”. Un oficial de los EE.UU. entrevistado por The Wall Street Journal declaró que “la muerte de Hamza parece haber ocurrido hace algún tiempo . . . pero sólo [fue] confirmada por las agencias de inteligencia de los EE.UU. durante las últimas semanas”, e incluso añadió que “los detalles son inciertos”.
Ninguno de los reportes iniciales indicaba cuándo Hamza había sido asesinado ni por quién. Lo más cerca que alguien llegó a definir un lapso de tiempo fue dentro “de los últimos dos años”, que se presume significaría en algún momento desde su última aparición en propaganda de Al-Qaeda, en marzo del 2018, incitando a la rebelión en Arabia Saudita.
Sumada a esta falta de detalles, existían razones para dudar que Hamza hubiese muerto, pues es muy inusual que Al-Qaeda no publique una elegía para un líder caído, y hasta la fecha no ha habido ninguna declaración de Al-Qaeda sobre la muerte de Hamza.
Un posterior reportaje en The New York Times proporciona información que pareciera aumentar la probabilidad sobre la muerte de Hamza, si bien todavía lejos de ser certera. Un oficial estadounidense indica que Hamza murió en Afganistán en diciembre de 2017 tras resultar herido por un ataque aéreo. – posiblemente el mismo que mató al hijo menor de Hamza, Osama, durante el verano del 2017.
Respondiendo a la pregunta de por qué Al-Qaeda no ha publicado una elegía, una fuente dentro de la inteligencia de los EE.UU. indica que se han captado “conversaciones” en las que Al-Qaeda discute sobre la necesidad de esconder el deceso de Hamza para que la organización pueda continuar recolectando fondos gracias al nombre Bin Laden y utilizando la imagen de Hamza para competir contra el Estado Islámico (ISIS) por la generación más joven de jihadistas.
Existen precedentes para un encubrimiento de este tipo. Los talibanes, cuyos líderes juran formalmente someterse a Al-Qaeda, escondieron durante más de dos años el hecho que el fundador de la organización, el mulá Muhammad Omar, había muerto en abril del 2013, lo que fue revelado finalmente en agosto del 2015.
A finales del 2017, los EE.UU. aparentemente detectaron movimientos de la familia de Hamza desde Paquistán hacia Irán, un país que jugó un papel importante en la vida de Hamza y en la fortuna de Al-Qaeda (más adelante se profundiza sobre esto). Junto a las “conversaciones” acerca de mantener en reserva la muerte de Hamza, el repentino traslado de su familia es considerado por los oficiales de inteligencia de los EE.UU. como poderosa evidencia sobre la muerte de Hamza. Esto sigue siendo bastante débil – y contrasta con otros informes de oficiales en contraterrorismo, quienes declararon al periodista afgano Bilal Sarwary que Hamza pasó tiempo al sur de Afganistán en enero del 2019.
Aun así, el cronograma y la información proporcionados al Times brinda por lo menos un escenario creíble sobre la caída de Hamza. Existe todavía grandes vacíos dentro de la historia, pero la inteligencia no es una ciencia exacta: consiste en extraer lo mejor posible de entre los fragmentos de evidencia disponibles.
La historia de Hamza
Hamza nació en 1989. Su madre Khairia Saber, también conocida como “Um Hamza”, era la tercera esposa de Osama bin Laden, y también la más dominante. Hamza era, tal como European Eye on Radicalization (EER) lo documentó previamente, un hijo favorito de Osama, y su entrenamiento en jihadismo comenzó a temprana edad.
Al-Qaeda tiene una larga relación con la República Islámica de Irán que data desde principios de los 90’s. Luego del “11 de Septiembre”, tras la intervención de los EE.UU. en Afganistán que derrocara al régimen talibán que había albergado a Al-Qaeda y se había negado a entregar a Osama, la relación de Al-Qaeda con Irán se hizo crucial para la sobrevivencia de Al-Qaeda. Los militantes de Al-Qaeda – incluyendo a todo el liderazgo militar del grupo terrorista, gran parte de su consejo religioso, y la mayoría de la familia Bin Laden (Hamza entre ellos) – se trasladaron a Irán, donde fueron acogidos por Qassem Suleimani, el segundo hombre más poderoso del país, líder de las Fuerzas Quds dentro del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI).
En su libro El exilio: La huida de Osama bin Laden, los autores Adrian Levy y Catherine Scott-Clark explican que los líderes de Al-Qaeda en Irán frecuentemente se describían como sometidos a “arresto domiciliario”, suficientemente libres como para “acumular material físil” y llevar a cabo operaciones terroristas en el exterior. En efecto, se dijo directamente a los líderes de Al-Qaeda que ellos podrían contar con el apoyo de Suleimani siempre que estos ataques coincidiesen con los intereses iraníes. Tal fue el caso, por ejemplo, de los ataques con bomba en Riad, la capital de Arabia Saudita, en mayo de 2003.
Hamza estaba siendo adoctrinado en la ideología de Al-Qaeda y preparado para su rol dentro de la organización por la élite del universo jihadista que le rodeaba en Irán. Sayf al-Adel, un veterano líder militar de Al-Qaeda cercano a Suleimani, y Abu Muhammad al-Masri constituyeron el dúo clave que preparó a Hamza. Para cuando Osama bin Laden fue muerto en mayo del 2011, tal como lo describe en cierto detalle El exilio, Hamza había abandonado Irán y estaba a días de unirse con su padre en el complejo Abbottabad en Paquistán, donde este último fue ultimado por tropas SEAL de la Armada de los EE.UU.
Hamza reapareció en el verano del 2015, dando un discurso que fue publicado por los canales de propaganda oficial de Al-Qaeda, jurando venganza contra Occidente por la destrucción de su padre. Desde entonces Hamza ha emitido once declaraciones de audio, enfocadas intencionadamente en cuestionar la legitimidad de la monarquía saudita.
¿Qué significó Hamza para Al-Qaeda?
El impacto del deceso de Hamza es objeto de controversia.
En términos operativos, existe información contradictoria acerca del significado de Hamza para Al-Qaeda. La saliente administración Obama designó a Hamza como Terrorista Global Especialmente Designado en enero del 2017 sobre la base genérica de la incitación de Hamza a atacar a Occidente, y el anuncio de las “Recompensas por la Justicia” (Rewards for Justice) estadounidense a fines de febrero de 2019 se expresó en términos similares. En contraste, cuando las Naciones Unidas impusieron sanciones a Hamza por la misma época en que se publicó el aviso de las “Recompensas”, se refirieron a éste como “el más probable sucesor de [Ayman] al-Zawahiri [líder de Al-Qaeda]”. El comité sancionador de la N.U. que lidia con Al-Qaeda maneja información proporcionada por las agencias de inteligencia de los estados miembros, y por esa razón tiene un récord mixto de precisión, errores y desinformación.
A un nivel más abstracto – pero no por eso menos importante – tal como los análisis de EER hicieron notar, Hamza representaba para Al-Qaeda una figura y una narrativa unificadoras, un regreso al “pasado glorioso” de principios de los 2000’s, luego de los desafíos y cambios ocasionados en el mundo jihadista por el surgimiento del Estado Islámico (ISIS) durante los últimos cinco años. Al-Qaeda evidentemente sintió que levantar la imagen de un Bin Laden entre sus filas sería beneficioso para la organización, y Hamza era el líder de la ofensiva política contra el gobierno saudita.
En última instancia, cuán cerca Hamza estaba – o está – de ser nombrado en una posición de liderazgo, y si llegaría alguna vez a ser algo más que una simple figura simbólica, es algo que no queda claro.
Ali Soufan, un exagente del FBI, argumentaba hacia fines del 2017 que “Hamza está siendo ascendido hacia el liderazgo [de Al-Qaeda]”. Hamza “es el hijo favorito del jihadista más famoso en la historia”, escribió Soufan, “y en una cultura donde el liderazgo típicamente llega por vínculos de sangre, el pedigrí se impone a la experiencia. … Quizá lo más importante sea, que Hamza claramente cuenta con el respaldo de los líderes veteranos de Al-Qaeda.” Barbara Sude, una exanalista de la CIA sobre Al-Qaeda, concuerda con este análisis, indicando que Hamza estaba siendo preparado por al-Zawahiri para una “posición prominente”.
El analista de RAND Colin Clarke ha planteado un caso firme desde que surgieron los reportes en cuanto a que la muerte de Hamza sería “más que una simple pérdida simbólica para Al-Qaeda”. La “muerte del aparente heredero del grupo sería un golpe devastador para la marca de la organización”, afirma Clarke, “y por consiguiente para su habilidad para competir contra el Estado Islámico” justo en momentos en que Al-Qaeda estaba buscando capitalizar con la caída del “califato” de ISIS. “La aparente muerte [de Hamza] … plantea muchas más preguntas acerca del futuro de Al-Qaeda”, concluyó Clarke.
Katherine Zimmerman del Instituto de Emprendimientos Estadounidenses (American Enterprise Institute), el experto en terrorismo para el Consejo de Asuntos Exteriores Bruce Hoffman, y el especialista en Al-Qaeda para Haverford College Barak Mendelsohn declararon a AFP que el impacto de la muerte de Hamza, asumiendo que sea cierta, sería mucho menor.
Hamza se había convertido en muchos sentidos en “la voz de los líderes veteranos”, afirma Zimmerman, pero no existe evidencia que haya derivado a un rol de auténtico liderazgo. Mendelsohn coincide en que Hamza tenía una “misión de propaganda” para Al-Qaeda, sin evidencia que fuese responsable por “tareas operativas importantes”.
Hoffman añade que Hamza podrá haber sido útil alejando a los jihadistas más jóvenes de ISIS, pero en términos concretos: Al-Qaeda ha superado la pérdida de Osama, un administrador pragmático, con talento sin igual para distribuir su mensaje; podría sobrevivir a la pérdida de su hijo.