Prof. Mohammed S. Dajani Daoudi, Wasatia Movement
“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne” (Libro de Ezequiel 36:26) La frase, válida para los judíos, cristianos y culturas musulmanas, aporta información sobre la pregunta central que busca entender el movimiento de individuos y grupos de una menor a una mayor predisposición hacia la tolerancia y la reconciliación. Sin lugar a dudas, la empatía por el “sufrimiento de los otros” tiene un importante impacto en cómo los individuos y grupos pueden volverse más o menos abiertos a la reconciliación.
Mi primer encuentro con el Holocausto fue en febrero de 2011 cuando visité un campo de concentración nazi después de recibir una invitación de la organización francesa Aladin. Hasta ese entonces, no había pensado mucho en ello. Estaba tan inmerso en mi propia Al-Karithah/Nakba de 1948 que no pude reconocer el sufrimiento de otros. Al ver con mis propios ojos la escala y la naturaleza sistemáticamente perversa del Holocausto de primera mano, me dio el coraje para no ser un simple observador frente a aquellos que lo niegan, y la inspiración para convertirme en un defensor activo de la educación sobre el Holocausto para palestinos y otros estudiantes árabes.
Junto con mi asistente de investigación Zeina Barakat y mi amigo alemán Martin Rau, escribimos un libro en 2009 -en árabe- sobre el Holocausto para familiarizar a los palestinos con importantes hechos históricos. El libro fue distribuido a estudiantes, escuelas y bibliotecas. Luego fui coautor, junto con mi amigo Robert Satloffm, del libro Among the Righteous (2007), el cual cuenta las historias de árabes salvando a judíos durante el Holocausto. Después, en marzo de 2011, publiqué un artículo titulado, “Por qué los palestinos deben aprender sobre el Holocausto”. [1]
Mi segundo encuentro con el Holocausto fue en marzo de 2014 cuando acompañé a 27 estudiantes palestinos a Polonia para visitar el campo de concentración nazi de Auschwitz. En Cracovia, los estudiantes visitaron el gueto judío y aprendieron que el Holocausto no sucedió de la nada, sino que estaba precedido de una larga historia de antisemitismo y provocación contra los judíos, todo esto encarnado por el texto antisemita de 1903: “Los protocolos de los sabios de Sion”.
Se les había enseñado a los estudiantes palestinos que el Holocausto era un cuento de propaganda sionista para ganar la simpatía del mundo y que fue usado como justificación para establecer el Estado de Israel en 1948. Esto explica su tendencia para negar el Holocausto o para afirmar que las cifras de los muertos son exageradas. Por lo tanto, la visita de los estudiantes al campo en Auschwitz hizo enojar a muchos palestinos, persuadiendo a la Universidad Al-Quds y a la Universidad de Birzeit de distanciarse del viaje.
Una enorme barrera para la educación sobre el Holocausto en Palestina es política, ya que el Holocausto es percibido como la causa para el Nakba palestino de 1948 y la continua ocupación israelí. Otra barrera es educativa, porque el Holocausto no se enseña en las escuelas o universidades palestinas. Una tercera barrera es psicológica, dado que la sociedad palestina está profundamente herida, y con la constante ocupación israelí estas heridas no han sanado. Y finalmente, la última barrera es religiosa: a los estudiantes se les enseña que el islam tiene una enemistad intrínseca con el judaísmo.
Durante el viaje, uno de los estudiantes palestinos preguntó: “¿Por qué debemos aprender sobre el Holocausto cuando los israelíes han legislado el término Nakba como ilegal y prohibieron enseñarlo en sus escuelas?” Mi simple respuesta fue: “Porque es lo correcto.” Él continuó preguntando: “¿Pero por qué aprender sobre el Holocausto se considera ‘hacer lo correcto’?”
Yo respondí: “Hay muchas razones por las que es lo correcto. Primero, el Corán, así como el Profeta, motivan a buscar el conocimiento y aprender: El Corán insta a los musulmanes: “…y Dice, ‘Mi Señor, incrementa mi conocimiento’ ” (Taha Surah, verso 20). Al Profeta se le cita diciendo: “Busca el conocimiento desde la cuna hasta la tumba”; “Busca el conocimiento incluso en China.” Esto nos impulsa a buscar conocimiento: “No sé pero quiero saber.” Segundo, la negación y distorsión del Holocausto son -histórica y fácticamente- incorrectas y constituyen una gran amenaza para la moralidad y la dignidad humana, así como para las posibilidades de reconciliación y paz entre musulmanes y judíos, o entre palestinos e israelíes. Tercero, es una señal de respeto por la verdad. Cuando la verdad es negada o ignorada, destruye los valores que uno abriga. Cuarto, existe una gran necesidad de aprender las trágicas lecciones del pasado para evitar que vuelvan a ocurrir en el presente y en el futuro. Quinto, mostrar empatía y compasión por el sufrimiento de otros, incluso sin ningún lazo de relación, amistad o amor con ellos, haría de este mundo un mejor lugar para vivir. Sexto, como los sabios han mencionado, sin el conocimiento sobre el mal, no podemos comprender el significado del bien. Séptimo, el ser criticado por hacer lo correcto no debe significar el no hacerlo.
Una importante lección que los estudiantes aprendieron fue el impacto profundo del Holocausto sobre la psique judía y los sentimientos de desconfianza, miedo e inseguridad. Ellos se dieron cuenta de que no tenían nada que temer de abrir sus ojos a este trágico capítulo de la historia humana. Esto llevó a uno de los estudiantes a enfatizar: “El visitar Auschwitz y aprender sobre el Holocausto no me hizo menos nacionalista, sino más humanista.”
Una estudiante estaba intrigada por la inscripción colocada sobre la puerta principal del campo de concentración en Auschwitz, “Arbeit macht Frei” (“El trabajo te hace libre”). El letrero daba la impresión de que este era un “campo de trabajo”, pero una vez que el recorrido terminó, ella se dio cuenta de que se trataba de una cínica mentira y que en realidad se trataba de un “campo de la muerte”.
Un estudiante escribió en Facebook: “Visitar Polonia fue revelador para mí y una gran experiencia educativa. Aprendí mucho sobre el Holocausto. Antes de visitar Auschwitz, no tenía idea de lo que se trataban los campos de concentración nazis.” Una de las escenas que conmovió profundamente a los estudiantes fue cuando el guía explicó cómo las instalaciones sanitarias eran usadas por los prisioneros de una forma extremadamente inhumana. A los prisioneros los obligaban a usar el baño juntos, hasta 100 al mismo tiempo. Además les daban menos de un minuto para usarlo y no tenían pañuelos o agua para limpiarse. Como resultado, pasaron su existencia en el campo sin asearse y con ropa sucia contrayendo infecciones y enfermedades que los llevaban a la muerte.
En la escuela, los palestinos aprenden, “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”; en Auschwitz, ellos aprendieron, “el enemigo malvado de mi enemigo es mi enemigo”. Los estudiantes aprendieron que las crueldades y atrocidades nazis no fueron cometidas por psicópatas y mentes criminales, sino por personas buenas y ordinarias contra vecinos y extranjeros. Los autores eran simplemente gente ordinaria que vivía una vida normal, que celebraban la Navidad y la Pascua con sus familiares, y eran amantes de sus perros.
Los participantes palestinos se fueron con tristes e inolvidables recuerdos. La visita les enseñó que el impacto del Holocausto continuó tras la liberación y que todavía es parte del tejido de la sociedad, el pensamiento y la psicología de los judíos.
Los palestinos, así como el mundo árabe y musulmán, necesitan educarse acerca del Holocausto. Además, los judíos necesitan saber que existieron muchos árabes que se opusieron al nazismo y hubo quienes ayudaron a salvar a los judíos durante el Holocausto. La pregunta que debemos responder para nosotros mismos es: ¿Deberíamos mantenernos encadenados por el antisemitismo, la ignorancia y la intolerancia o romper los muros de la ignorancia incluso a costa de verse victimizado y excluido del grupo?
La liberación de los campos del Holocausto no ha hecho al mundo más seguro para los judíos y no judíos. Los genocidios seguirán sucediendo si permanecemos en silencio y como espectadores cuando el mal se proyecta a sí mismo. Al rehusarse a ser un observador, uno opta por ejercer su libertad para discrepar de la narrativa colectiva y apoyar los ideales de la verdad, la rectitud, la justicia, la compasión y la libertad. El arriesgarse a tomar esa opción, incluso al costo de distanciarse de la sociedad en la cual uno nace y donde es criado, es lo que moralmente se debe hacer.
El romper este tabú deja la puerta abierta para el cambio social, la reconciliación y la coexistencia pacífica. Cuando alguien me pregunta; “¿Qué te hace permanecer tan optimista sobre la paz cuando nadie más cree en la paz o que este conflicto se resolverá pacíficamente?” Mi respuesta es: “Dejé atrás el peso del pasado y he puesto mis ojos en el futuro”. ¡Al usar nuestra creatividad para difundir el amor, la tolerancia, la justicia y la compasión hacemos un mundo hermoso!
En primer grado, me enseñaron la historia del rey que mientras paseaba por los campos pasó por delante de un anciano que plantaba un árbol de olivo. Él le preguntó: “Anciano, ¿por qué estás plantando un olivo cuando sabes que ciertamente podrías morir antes de que dé fruto?” El anciano respondió: “Nuestros ancestros plantaron, nosotros comimos, y nosotros plantamos para que nuestros nietos coman”. Un amigo rabino me hizo notar que la moraleja de la historia fue adoptada del Talmud.
Otra historia que me gusta compartir es la siguiente:
Tanto Cohen como Levi se aproximaron al rabino en un intento de resolver una fuerte disputa entre ellos. Después de que Cohen le cuenta al rabino su lado de la historia, el rabino le dice: “Estás en lo correcto”. Tras la declaración de Levi sobre los hechos como él los ve, el rabino le dice: “Estás en lo correcto.” Una vez que los dos se marcharon, la esposa del rabino se dirigió a este y le preguntó: “Pero rabino, ¿cómo es posible que ambos puedan estar en lo correcto?” A esta pregunta, el rabino responde: “Tú también estás en lo correcto.”
Una vez, durante un taller que estaba llevando a cabo, un imán palestino se molestó porque yo dije rabino, ya que él había aprendido que era un jeque musulmán quien había dicho eso.
El comportamiento conflictivo israelí y palestino es una reacción a la figura demonizada sobre el otro que tienen en sus mentes. En un ambiente hostil, ambos reaccionan de manera defensiva a la imagen estereotípica y negativa del otro, creyendo que estas imágenes son la realidad y no una mera construcción de sus propias percepciones de la realidad.
Necesitamos enseñar a nuestros hijos acerca de la vida, no de la muerte; la paz, no la guerra; la diplomacia, no la violencia; el amor, no el odio; la bondad, no la crueldad; la amistad, no la enemistad; el perdón, no la venganza; la tolerancia, no la hostilidad; el diálogo, no el boicot; la moderación, no el extremismo, y la reconciliación y no el conflicto.
Hay una importante lección de valentía que debemos aprender para seguir adelante. Podemos lograr esto al dejar ir los rencores, el odio, la venganza y la enemistad, los recuerdos tristes de ayer y las palabras de instigación de hoy. La moderación acompaña en la reconciliación, empatía y confianza, llevando a la paz, democracia, seguridad y prosperidad.
Hemos visto muerte, conocido el desplazamiento, sufrido pérdida, abrazado el dolor, experimentado la pena y el llanto, pero debemos encontrar nuestro camino fuera del abismo hacia una vida de compasión, paz, gentileza, empatía, bondad, y una profunda y amorosa preocupación por la humanidad.
Referencia
[1] Mohammed Dajani Daoudi and Robert Satloff, Why Palestinians Should Learn About the Holocaust?, I.H.T., 29 de marzo de 2011.