Mansour Alnogaidan, Escritor de EAU
En el invierno de 1995, en el solitario confinamiento de una celda de una de las prisiones controladas por la Mabahith, en al-Ha’ir, al sur de la capital saudí (Riad), tuve la oportunidad de leer Nafh al-tib min ghousn al-Andalous al-ratib by al-Maqqari al-Tilmisani. Tomé prestado el libro de la biblioteca de la prisión. Lo leí durante el mes que pasé allí, antes de ser trasladado a la prisión al-Ruwais en Yeda, en el oeste del Reino.
De este libro, tres inolvidables historias quedaron grabadas en mi mente: Lisan al-Din Ibn al-Khatib y sus dolorosos últimos días en Fez, el encarcelamiento del Primer Ministro Jafar al-Mushafi y el trágico final de al-Mu’tamid Bin Abbad y su familia en la prisión de Aghmat. Los tres fueron llevados a la cárcel y murieron allí.
Alrededor de un año y nueve meses después, tras haber sido trasladado a mi pueblo natal de Buraidá en el centro de Arabia Saudita, pedí permiso para escribir mi diario mientras estaba en prisión. Aunque me dieron el permiso para hacerlo unos días después, mi entusiasmo se esfumó y no pude escribir nada. Hallar un bolígrafo entre tus pertenencias o cualquier instrumento de escritura era considerado una violación a las normas de la prisión, por la cual el preso era castigado, ya sea privándolo de ciertos privilegios o pasando dos o tres días en la celda de confinamiento solitario. En la prisión al-Ruwais en Yeda, algunas bofetadas en la cara y latigazos en la espalda serían suficientes.
La prisión controlada por la Mabahith en Buraidá no estaba destinada a condenados ya que solamente contaba con cuatro celdas. La Dirección General de Investigación (Mabahith) estaba bajo el Ministerio del Interior en ese momento, y desde finales de 2017 se encuentra bajo el mando central de la Agencia de Seguridad de la Presidencia del Estado, la cual se estableció ese mismo año. En la década de los noventa solamente había tres prisiones, en Riad, en Yeda y en Dammam, al oeste de Arabia Saudita. Las prisiones dirigidas por la Mabahith están destinadas a personas involucradas en crímenes relacionados al terrorismo, extremismo violento y bandas armadas. Sin embargo, pasé los últimos seis meses antes de mi liberación, en abril de 1998, en una de sus prisiones. En lugar de mantener mi promesa de escribir mi diario y dejarlo en una caja fuerte en la oficina del director, tal como se había acordado, decidí escribirlo en pañuelos y pasárselos de contrabando a mis padres durante sus visitas semanales. Todos se perdieron. Sesenta pañuelos fueron extraviados y nunca los pude encontrar. Solamente ha quedado una carta, de la cual he conservado una foto que adjunto a este artículo.
Carta manuscrita redactada por el autor desde la prisión.
Casi todos los días yo era el único recluso. En los últimos seis meses, yo era el único “constante y residente”, mientras que los otros eran solamente “temporales y transitorios”. En ese momento, escribí una carta de cuatro páginas al difunto Ministro del Interior, Príncipe Nayef bin Abdulaziz (fallecido en 2012), en la cual me quejaba acerca de las injusticias, arbitrariedades y maltratos que vi en Yeda contra los prisioneros. Mi mensaje era una confusa mezcla de emociones: un alma rota, disculpas, vanidad, deterioro, pero sobre todo, la promesa de ser un buen ciudadano. El estilo era elocuente y brillante, el espíritu era honesto, y la tinta era sufrimiento y dolor. Pasé tres días editándola y volviéndola a escribir. Me estaba preparando para una nueva fase. Era muy triste ser arrojado a este laberinto. Diez años han pasado desde que fui arrestado por primera vez, a los diecisiete, a mediados de 1987 y esta era la cuarta vez que me habían encerrado en prisión.
Las cosas mejoraron y conseguí mucho de lo que pedí. Pasé inviernos fríos, incluso con chubascos colándose por la ventana de mi última habitación. Pasé diez días derramando lágrimas cuando leía las páginas de Wild Swans. Ese libro era pura tristeza. Pasé las noches de invierno entre la purificación y la autocompasión, autorreproches y miedo al futuro, noches desvelado que allanaron el camino para lo que había planeado, y logré más de lo que esperaba en mi próxima media vida. Tenía 28 años en aquel momento y hoy me estoy acercando a los 52.
Muchos de esos pensamientos pasaban por mi mente mientras iba de camino a la prisión de al-Tarfiyah, en el norte de Buraidá, al inicio de este mes para visitar a un amigo que había sido arrestado por las autoridades tres meses antes. No esperaba tener muchas sorpresas. La prisión de Al-Tarfiyah fue construida hacia el año 2010. Cubre cuatro regiones en la parte norte del Reino: Hail, al-Jawf, la región del norte y la región de al-Qassim, en la cual se encuentra la prisión de al-Tarfiyah a veinte kilómetros al norte de su capital, Buraidá.
Visité los denominados Pabellones de Gestión de Tiempo de la prisión, una iniciativa propuesta por un alto oficial de seguridad que supervisó programas para rehabilitar a los condenados por crímenes de terrorismo después de 2011. Esto se ha aplicado en tres prisiones hasta ahora, según tengo entendido. Un prisionero puede unirse a dichas secciones tras haber pasado varias pruebas y evaluaciones, permitiéndole pasar allí ocho horas al día. Allí, un prisionero puede aprender varias habilidades y oficios, completar su educación y realizar múltiples cursos de capacitación. Dichos oficios y habilidades le permiten comenzar un pequeño negocio y por lo tanto, ayudarlo a comenzar una vida decente tras su liberación.
La prisión de Al-Tarfiya
Conocí a uno de los reclusos que, como a la administración de la prisión le gusta decir, siempre prefiere usar la palabra recluso en lugar de prisionero. Le pregunté: ¿Qué lecciones has aprendido aquí? Él dijo, “hoy he reconocido el precioso don de la vida”. Le pregunté: “Quieres decir vivir para Alá y no morir por Alá. ¿Eso es lo que quieres decir?” Sonrió y no hizo ningún comentario. Este prisionero había participado en los combates con la filial de Al-Qaeda en Siria, Jabhat al-Nusra y luego regresó al Arabia Saudita, para cumplir su sentencia. Era amigable y tímido.
De acuerdo con el director de la prisión de al-Tarfiya, el Coronel Bandar al-Harbi, hay alrededor de mil reclusos en la prisión, el 60% de los cuales han pasado la evaluación para poder asistir a estos pabellones. Las mujeres conforman el 5% de los reclusos en la prisión.
Visité esta prisión a principios de agosto, menos de un mes después de la celebración organizada por los Pabellones de Gestión de Tiempo en las prisiones controladas por la Mabahith, que están subordinadas de la Agencia de Seguridad del Estado.
Las prisiones de Seguridad Estatal del Reino compiten al presentar los mejores logros e innovaciones de sus reclusos a nivel de artes, música, pintura, carpintería, escultura, escritura, agricultura, perfumería, costura, cocina, dictado, entre otros. Ya sea que el prisionero esté detenido pendiente de sentencia o liberación, o si está cumpliendo su sentencia por terrorismo u otros delitos que afecten la seguridad estatal, si cumple las condiciones, él o ella puede recibir el privilegio de participar. Los prisioneros se someten a numerosas pruebas con el fin de disfrutar los beneficios de estos pabellones. Le pregunté al director de la prisión si esto se reflejaría positivamente en sus sentencias o reduciría los años de encarcelamiento a lo que él respondió: “No, el objetivo es ayudarles a pasar su tiempo de manera que los beneficie, así, cuando llegue el momento de ser liberados, habrán adquirido habilidades para una vida independiente.”
El director de la prisión de al-Tarfiya, el Coronel Bandar al-Harbi, está orgulloso de que hayan sobresalido sobre el resto de las regiones y se premiaron a sí mismos después de la ceremonia pública en Riad, celebrando un evento especial en la prisión de al-Tarfiya de modo que las familias de los detenidos pudieran participar. “Tenemos más, tenemos miembros de la Sociedad Saudí para la Cultura y las Artes, tenemos sorpresas,” dijo.
La prisión de al-Tarfiya tiene las voces femeninas más hermosas entre las reclusas, quienes participaron en una opereta producida por el Pabellón de Gestión de Tiempo y en la competición a nivel del Reino. Durante mi visita, he tenido la oportunidad de ver la opereta producida por los reclusos en el salón de conferencias que ellos llaman el salón “Ithraa”. Dos de los internos nos mostraron las estadísticas de los cursos en los cuales los reclusos están registrados. Los estudios sobre la sharía no salieron en primer lugar, sino más bien administración de empresas y otros. Quien realizó la presentación era un profesor en la Universidad Qassim, a quien no le pregunté por qué había sido encarcelado.
Les pregunté por qué no poner la opereta en YouTube, pero al parecer, por razones de seguridad y por temas personales de los reclusos, incluyendo la cantante femenina, no podría estar disponible en YouTube. La mayoría de las familias saudíes aún son conservadoras y con las reformas sociales emprendidas por el gobierno y la apertura de los últimos siete años, la profesión de una mujer como cantante, o difundir el nombre de la cantante, permanece como uno de los temas sociales más sensibles. A lo largo de la historia de la civilización árabe, las cantantes femeninas han sido asociadas con un estigma social, a pesar de que las leyes en la mayor parte de los países del mundo musulmán no impiden esto, incluyendo Arabia Saudita. La profesión de cantante profesional para los hombres también ha enfrentado dificultades y el ostracismo social en las décadas pasadas. El control social sigue siendo el mayor obstáculo.
El Coronel Bandar al-Harbi me dijo que tres de los prisioneros se habían convertido en miembros de la Sociedad Saudí para la Cultura y las Artes y que la Sociedad había firmado un acuerdo de cooperación con la prisión para mantener los talleres y capacitar a los prisioneros. Me mostró los certificados de membresía.
Los prisioneros publican su propio periódico mensual, el cual está lleno de artículos escritos por los reclusos. Intenté obtener una copia para leerlo, pero no estaba permitido, ya que se trata de un periódico interno. Dos reclusos escribieron novelas, que tienden a tomar la forma de biografías y sueñan con publicarlas.
Con el llamado a la oración al-Maghrib a la puesta de sol, el director de la prisión me llevó a la cafetería supervisada por tres jóvenes reclusos, y cuando fue a hacer la ablución sin nadie más que ellos, me ofrecieron dos tipos de café especial. Uno de ellos llamado Abdelaziz me dijo, “Te conozco, estuve leyendo tus artículos y he seguido tus episodios en YouTube acerca de Buraidá. ¿Por qué te detuviste?” Todos los encargados de los Pabellones de Gestión de Tiempo son reclusos de la prisión, incluso la seguridad dentro de estas secciones que controla la entrada, salida, inspección y verificación de credenciales, son prisioneros.
De acuerdo con el director de la prisión y los reclusos, antes del final de este año tendrán el derecho a expandir sus negocios y proporcionar mayor ingreso financiero y ganancias para usarlos en sus proyectos. Conocí a dos chefs que se preparaban para abrir su restaurante en los próximos días. Sus clientes son, por lo general, gente local.
Visité el departamento de perfumes, que si bien es modesto, produce perfumes. El perfumista me dio una pequeña botella de perfume y me dijo que habían solicitado la expansión y ahora estaban esperando. Tomé el perfume y se lo mostré a mis amigos después de la visita. Mientras cenábamos les dije que lo probasen. Pronto el perfume “al-Tarfiya” competirá en los mercados.
Othman, un artista y pintor, tiene decenas de cuadros, uno de los cuales vendió en la ceremonia de Riad a un miembro de la delegación de Estados Unidos que visitó la exhibición de trabajos artísticos de los prisioneros. Osman explicó la mayor parte de los trabajos artesanales de los Pabellones de Gestión de Tiempo a la delegación.
El director de la prisión me dijo que ahora están en el proceso de establecer una empresa que supervisará, gestionará y organizará sus actividades y ayudará a los prisioneros (de preferencia reclusos) a desarrollar, expandir sus negocios y organizar sus propias finanzas. Los empleados de la empresa serán todos reclusos. Las oficinas estaban en preparación y todos se mostraron emocionados. Eso les garantizará un ingreso mensual estable y también tendrán derecho a un porcentaje de las ganancias.
Durante mi visita conocí alrededor de treinta reclusos, tres de los cuales eran demasiado tímidos para hablar. Otros dos o tres eran reticentes, mientras que la mayoría de ellos eran extrovertidos. La mayor parte de ellos eran inteligentes, discretos y buenos oradores para presentarse a sí mismos, y explicar su trabajo y actividades a los demás. Parecían estar bien capacitados y estar acostumbrados a conocer visitantes. El director de la prisión, Abu Youssef, como a los reclusos les gusta llamarlo, me dijo, “La mayoría de ellos aprendieron estas habilidades y oficios en prisión. Nuestro objetivo es proporcionar a cada uno de ellos una meta y perfeccionar los oficios y habilidades que les ayudarán al momento de ser liberados. Queremos que vivan con metas y sueños que les ayuden a ser buenos ciudadanos”.
No le pregunté a nadie que conocí por qué estaba en prisión, pero dos de ellos me dijeron por qué estaban encarcelados.
Tres de mis amigos están hoy detenidos en la prisión de al-Tarfiya. Han sido arrestados en los últimos meses, por diversas razones, ninguno de los cuales ha sido remitido aún a la fiscalía o al tribunal competente, sino que se encuentran en el sector de celdas múltiples.
Antes de mi recorrido por la prisión, presenté una petición para visitar a uno de ellos. Conseguí la aprobación en seis horas. Al final de mi recorrido de tres horas y media, tuve la oportunidad de reunirme a mi amigo por una hora aproximadamente, nos dieron privacidad y nos dejaron a solas.
Conocí a dos reclusas en un Pabellón de Gestión de Tiempo. El lugar era lujoso. Dieron una breve explicación de sus actividades. El momento no era el adecuado, ya que estaban ocupadas con una fiesta para una de las reclusas, cuyo marido había sido liberado hacía dos semanas, y por la mañana recogería a sus hijos que estaban con su madre después de que el gobierno le ayudara a alquilar una casa y equiparla para que fuera una vivienda familiar. Al parecer, la pareja estaba retornando de una zona de conflicto, muy probablemente desde Siria. Una estaba usando el nicab, mientras que la otra estaba usando solamente el velo (con su rostro descubierto). Ella estaba ocupada, enfocada en la ceremonia y los preparativos. Vimos cajas de pasteles en la sección de dulces, así como también envolturas de regalo. Los dulces son preparados en los Pabellones de Gestión de Tiempo de las mujeres y se envían a la cafetería para ser mostrados a los -aproximadamente- 600 reclusos de estos Pabellones.
La era Salmani: Transformaciones sociales profundas
El padre de uno de los prisioneros que asistió a la ceremonia anual de los Pabellones de Gestión de Tiempo en Riad a mediados de junio me dijo, “Durante la ceremonia que reunió a prisioneros de todo el Reino, las familias se mezclaron con los prisioneros, jóvenes hombres y mujeres. Vine por mi hijo, quien está cumpliendo sentencia en prisión por un caso relacionado con financiamiento del terrorismo. La música resonaba en todo el lugar y una hermosa voz femenina cantaba una opereta. Docenas de familias que vinieron desde diferentes regiones del Reino asistieron a esta ceremonia. Junto a nosotros había una familia que vino para la ceremonia. Estreché las manos con el padre y la madre, quienes tenían con ellos a su hija, una jovencita. Esta familia vino al igual que las otras, por hijos detenidos que participaban en la ceremonia. Mi hijo estrechó las manos con el padre y la madre, y después le extendió la mano a la chica, para luego dar un paso hacia ella. Entonces, él se acercó para abrazarla y la chica, con calma, también lo abrazó. Ella no dudó, no parpadeó, ni se puso incómoda. El silencio prevaleció. Nosotros, los cuatro mayores, nos quedamos sin palabras salvo por su hija y mi hijo, cuyos ojos estaban brillando de alegría. La situación fluyó tranquilamente y sin problemas. Yo me quedé en shock por unos segundos. Entré en razón y oré para que su hijo fuera liberado pronto. Luego tomé la mano de mi hijo y nos mezclamos con la gente. Tuve una mezcla de sentimientos durante algún tiempo: sorpresa, vergüenza y una risa silenciada. ¡Cómo ha sucedido eso!”
“Días después visité a mi hijo, que está cumpliendo una sentencia de once años, y me dijo que la situación con la chica ha quedado en su mente. Le dije que de seguro, en la mente de ella también había quedado, que era un afortunado, lo miré a los ojos y luego nos reímos.”
Para un joven que pasó su vida entera hasta la edad de 26 años conociendo solamente a su madre y sus hermanas, en una sociedad donde es socialmente inaceptable decir “hola” a una mujer extraña (es decir, no su madre, hija, hermana o esposa) salvo en una situación de necesidad, y donde estrechar manos con una mujer extraña es un pecado -como son las normas sociales en el centro de Arabia Saudita y entre los estratos sociales conservadores, que constituyen la mayoría- que un joven abrace a una joven mujer extraña es una sorpresa.
Esta historia describe la gran transformación que Arabia Saudita está experimentando hoy, ya que los jóvenes son el pilar de esa transformación y el puente hacia el futuro.
Una institución de seguridad conservadora y adaptable
En periodos transicionales, las sociedades viven en un estado de confusión. El duro proceso de transición produce fenómenos de comportamiento, así como morales y sociales, cuestionando los valores establecidos. Dichos fenómenos se manifiestan algunas veces en casos extremos de rebelión: los antiguos que aún están presentes y los futuros que aún están en desarrollo.
En visitas mediáticas, recorrí las prisiones controladas por la Mabahith tres veces, la primera fue en 2014, cuando conocí a uno de los especialistas en orientación religiosa y un miembro del Comité de Asesoramiento, quien se rehusó a sentarse conmigo y hablarme cuando me conoció, sin dar sus motivos, pero oró por mí y luego se fue. (Mis artículos expresan un pensamiento no religioso y secular, lo que fue la razón de su actitud y el que evitara hablarme. Vale la pena destacar que los salafistas consideran un pecado sentarse con aquellos con los que discrepan en cuanto a creencia y doctrina, y por lo tanto no se sentarán con esas personas bajo el mismo techo. Estas ideas aparecieron a principios del segundo siglo del islam).
Mi segunda visita a Pabellón de Gestión de Tiempo fue en 2017, acompañado por mis colegas del Centro de Estudios e Investigación Al-Mesbar, y mi tercer -y última- visita fue el 7 de agosto a la prisión al-Tarfiya.
El aroma a limpieza se siente por todos los sectores de la prisión. Dos de sus grandes alas están destinadas a la Universidad Qassim, para aquellos que deseen completar su educación. Algunos reclusos obtuvieron una maestría. Ambas alas todavía están aparentemente en reparación y hay dos salones adicionales destinados al conocimiento e Ithraa, donde se ofrecen programas para ayudar a los prisioneros a desarrollar sus habilidades y perfeccionar sus talentos.
La letra de la canción con la cual la prisión de al-Tarfiya compitió con otras prisiones refleja los objetivos de la visión que el príncipe de la corona saudí -Mohammed bin Salman- busca alcanzar. En efecto, él es el líder e inspirador de esta transformación que Arabia Saudita está experimentando.
El sistema de seguridad saudí es generalmente conservador, una característica común de cualquier institución de seguridad en el mundo, donde uno puede ver que las raíces del conservacionismo político provienen del conservadurismo social en las instituciones militares. Es el crisol en el que se intensifica la sólida base del espíritu nacional, los celos por los valores de la sociedad y la extrema sensibilidad a todo lo que afecta a la estabilidad y la paz. Lleva consigo la gran carga de mantener el sistema libre de politización, mientras que al mismo tiempo es políticamente intencionado, considerando que protege a la patria de cualquier penetración. Los servicios de seguridad han sido capaces de lidiar con las importantes transformaciones sociales, culturales y económicas de la sociedad saudí, un reto fundamental para una institución tradicional que es profundamente conservadora.
En la era Salmani, el sistema de seguridad está tomando rápidas medidas para eliminar las deficiencias que han estado allí por décadas. Afortunadamente, el liderazgo saudí es muy consciente de esto, ayudado por el hecho de que los líderes leales del sistema de seguridad actual han conservado su sólida fe en los momentos de mayor preocupación y han garantizado la seguridad, estando preparados para desempeñar su papel en la transformación, al tiempo de mantener la armonía y protegerse de los peligros de esta transformación en medio de los desafíos regionales y de seguridad que acosan a la región, donde el Reino de Arabia Saudita está en el centro. Tales características hacen falta en algunas instituciones educativas y religiosas estatales, que todavía sufren de un fuerte legado y requerirá años de trabajo continuo, sabiduría, paciencia y “purga”, con total secretismo lejos de los medios de comunicación, para liberarse de sus flagelos.
Para proteger a la sociedad de los flagelos del extremismo y las infiltraciones intelectuales, el consenso en los roles de estas instituciones es la clave para el éxito. Y lo más importante, la orientación, los programas educativos y de asesoría deben aumentarse al nivel de la transformación que el país está experimentando y contar con la flexibilidad de la Agencia de Seguridad del Estado. En este momento histórico, donde internet y el ciberespacio son el factor más relevante al momento de influenciar a las sociedades, la responsabilidad se está multiplicando exponencialmente.
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