Nima Khorrami
Tal como se abordó en un artículo anterior acerca de la estrategia contraterrorista de Suecia, parece existir claras similitudes entre los planes de los cuatro estados nórdicos tanto para contrarrestar una radicalización más profunda de sus ciudadanos ya radicalizados – lo que podría llamarse convincentemente como estrategia de contención – como para sus políticas más amplias de desradicalización. Esto no debería sorprender, ya que todos ellos comparten importantes intereses sociopolíticos, sin mencionar los económicos, y han estado lidiando con problemas similares, si bien en diferente extensión.
De manera similar al esquema sueco, las estrategias contraterroristas de Dinamarca, Finlandia y Noruega atacan tres frentes: criminológico, pedagógico y de cooperación inter-nórdico. Sin embargo, el grado en que cada uno de ellos se concentra y destina recursos a estos pilares específicos varía. Por ejemplo, Suecia se enfoca más en esfuerzos pedagógicos mientras que Dinamarca está más comprometida con métodos criminológicos, el papel de las prisiones y el vínculo entre el mundo criminal y el extremismo violento. Finlandia y Noruega, por su parte, se ubican en un punto intermedio.
Los foros y encuentros regionales son entonces empleados para discutir experiencias específicas, permitiendo de esa manera a oficiales aprender de ellas, y de ser necesario modificar sus respectivas directrices nacionales. Estos encuentros, de más está decirlo, se aprovechan también para para coordinar esfuerzos contraterroristas regionales, que hasta ahora se han limitado a compartir inteligencia y experiencia; vale decir que hasta la fecha no ha surgido una perspectiva contraterrorista escandinava común.
Dinamarca
Una nación líder en diseñar planes de acción preventivos, el Previniendo el Extremismo Violento danés (PEV), cuyo último ejemplar fue publicado en 2016, se ubica firmemente dentro del marco global de prevención de la delincuencia y por ende invita a la colaboración intra- y multi-agencias. Más aún, su rango es mucho más extenso en comparación con el de otros estados escandinavos pues apunta a contener y erradicar el extremismo como un todo y no sólo al extremismo violento. Por último, el nexo entre la radicalización y la criminalidad es considerado como una vía de doble sentido en cuanto a que la radicalización es considerada como precursor de la actividad criminal, a la vez que el pertenecer a círculos criminales se piensa facilita el ingreso a grupos extremistas en vista a los vínculos emergentes y mutuamente recíprocos, especialmente de índole financiero, entre ambos lados.
Conforme lo anterior, extremismo se refiere a “personas o grupos que cometen o buscan legitimar la violencia u otros actos ilegales, en respuesta a condiciones sociales con las que muestran su desacuerdo”, mientras que la radicalización es considerada “un proceso de corto o largo plazo por el que las personas se adscriben a puntos de vista extremistas o legitiman sus acciones sobre la base de ideologías extremistas”. Alimentada por estas definiciones se halla el centro mismo de la convicción danesa, según la cual los esfuerzos preventivos no sólo ofrecen la obvia ventaja de operar de disuadir de actividades terroristas dentro de su propio territorio, pero además claros beneficios y, por extensión, beneficios económicos. Se entiende que las medidas preventivas efectivas deben asistir también a los no daneses para integrarse y asentarse en los ámbitos más amplios de la vida social y económica dentro de sus comunidades con mayor facilidad, y de esa manera convertirse en miembros responsables de la sociedad.
En concordancia con su invitación a la colaboración intra- y multi-agencias, una amplia gama de protagonistas y entidades gubernamentales y no-gubernamentales a través de los niveles nacionales, regionales y locales son designados para llevar a cabo tareas de prevención. Su cooperación, por su parte, puede ser descrita como tridimensional: intervenciones directas dirigidas a personas en grupos extremistas, intervención anticipada enfocada en personas vulnerables a la radicalización, e intervenciones preventivas que alcanzan a todos los niños y jóvenes.
En términos de administración de todo el ecosistema, los planes son diseñados a nivel nacional por el Ministerio de Migración e Integración, el Ministerio de Justicia, el Ministerio de Asuntos de Menores y Sociales, el Ministerio de Educación, y el Centro Nacional para la Prevención del Extremismo (CNPE), que forma parte de la Agencia Danesa de Reclutamiento e Integración Internacional (SIRI), dependiente del Ministerio de Migración e Integración.
Las políticas e iniciativas son entonces coordinadas por el Centro de Prevención PET – un grupo de cooperación intersectorial bajo la autoridad del Servicio Danés de Seguridad e Inteligencia integrada por representantes de las autoridades nacionales clave, así como también de municipios, regiones y comunidades de investigación – y canalizadas hacia autoridades regionales y locales que son responsables de su ejecución efectiva.
Los protagonistas típicos aquí pueden ser agrupado en dos tipos según el tipo de intervención que se espera de ellos: el Servicio Danés de Prisión y Libertad, las municipalidades y la policía para asumir intervención directa; y las escuelas y guarderías, la policía y grupos de la sociedad civil para intervenciones tanto anticipadas como preventivas. La información y la retroalimentación son compartidas de manera circular y por lo tanto llega a niveles jerárquicos superiores desde los inferiores y viceversa.
Finlandia
Tomando al extremismo violento, y de hecho al extremismo en general, como una amenaza tanto social como a la seguridad, Finlandia, al igual que Dinamarca, ha optado por una estrategia contra la radicalización planificada nacionalmente y ejecutada a nivel local/regional. Sin embargo, su estrategia se muestra, por ponerlo en términos diplomáticos, insuficiente tanto en profundidad como en complejidad cuando se la compara a las de Dinamarca y Suecia, debido a su población pequeña y homogénea de 5,6 millones.
Una población tan pequeña en tamaño en un país tan extenso como Finlandia es de por sí, al menos parcialmente, resultado de la posición estricta y firme de Helsinki en cuanto a migración y por lo tanto es razonable asumir que existe un vínculo directo entre las estrategias de migración y desradicalización de Finlandia aun cuando no existe evidencia académica y/o empírica que los relacione.
Conforme al Plan Nacional de Acción para la Prevención de Radicalización y Extremismo Violentos de Finlandia, actualizado por última vez el 2016, “ el extremismo violento se refiere al uso, promoción o justificación de o amenaza con la violencia basada en el punto de vista que uno mismo tiene sobre el mundo sobre bases ideológicas”, mientras que la radicalización es considerada como un “proceso individual que puede resultar en la afiliación de una persona a grupos o acciones de extremismo violento”.
Lo que hace singular al esquema finlandés es que la articulación que efectúa entre el extremismo violento y los crímenes de odio, resaltando un camino directo entre ser víctima de discursos de odio y/o racismo y discriminación, y llegar a radicalizarse. De manera similarmente única es la presentación de la radicalización, el extremismo violento y el terrorismo como fases distintas de un mismo fenómeno. Esto es claramente evidente en su calificación de los prisioneros como “vulnerables y, como tales, particularmente susceptibles a la propaganda y al reclutamiento de grupos extremistas violentos”.
En lo que se refiere a políticas de formación e implementación, la mayor responsabilidad descansa en el Ministerio del Interior, que cuenta con el mandato constitucional de precautelar la seguridad pública. Para tal fin, el Ministerio del Interior ha establecido un Grupo de Dirección y una Red de Cooperación Nacional, los que están integrados por representantes de otros ministerios, como ser Relaciones Exteriores, Justicia, Cultura, Asuntos Sociales y Salud, Educación, así como también municipalidades, autoridades regionales, académicos y sociedad civil.
Para ponerlo en términos simples, la función principal del Grupo de Dirección es monitorear y dirigir la implementación del Plan Nacional de Acción y confirmar el plan de trabajo anual. La Red de Cooperación Nacional, por su parte, es responsable de la coordinación y la fácil implementación del Plan Nacional de Acción. Adicionalmente, debe también identificar, promover e incorporar el uso de mejores prácticas en el plan maestro nacional a través de su participación en encuentros regionales e internacionales.
Por último, la policía, las autoridades regionales y municipalidades, las escuelas, y de hecho las organizaciones civiles, así como también las comunidades religiosas, son responsables por poner en marcha las políticas diseñadas de forma centralizada. Sin embargo, y de manera distintivamente finlandesa, estas entidades locales asumen un papel activo en la formulación de políticas en tanto actúan no solamente como los ojos y oídos del Estado – proporcionando información en bruto sobre individuos y comunidades – sino que además tienen peso en la determinación del contenido de los documentos oficiales sobre políticas del gobierno.
Noruega
El último Plan de Acción contra la Radicalización y el Extremismo Violento de Oslo fue publicado el 2014. En él, terrorismo es definido, de manera similar a la definición finlandesa, como “la consecuencia más extrema de la radicalización y el extremismo violento”. Es interesante que lo que distingue al extremismo violento de la radicalización bajo el contexto noruego, sea un distanciamiento del individuo de la aceptación tácita de medios violentos para alcanzar sus objetivos sociales y/o políticos. Por qué se producen estos fenómenos y cómo pueden prevenirse, guían entonces las políticas de contraterrorismo y desradicalización del gobierno noruego, que da igual preponderancia a métodos criminológicos y pedagógicos.
En el frente criminológico, existe una conexión explícita entre esfuerzos/métodos de prevención del delito y aquellos del PEV, al punto que el plan de acción del gobierno abiertamente llama a destinar “los esfuerzos para combatir la radicalización y el extremismo violento bajo los mismos principios básicos de la prevención general del delito”. En este punto, el modelo noruego es casi una réplica de su contraparte danesa, pues sigue el mismo proceso para llamar a la coordinación oficial entre esfuerzos locales/municipales y políticas relacionadas con medidas de prevención del delito con el Consejo Nacional de Policía. Adicionalmente, y una vez más de forma similar al modelo danés, el modelo noruego considera a las prisiones como suelo fértil tanto para el reclutamiento a grupos radicales como la radicalización de la mente, lo que podría, y usualmente lo hace, posibilitar la transición de delito a extremismo violento. Por ello, ha puesto en acción medidas concretas para derribar el extremismo violento en los ambientes de las prisiones Éstas incluyen un esquema de mentoría que apunta a prisioneros vulnerables, así como también el establecimiento de un equipo interreligioso dentro del Servicio Correccional Noruego.
En cuanto a los proyectos pedagógicos, la gran mayoría de los esfuerzos y políticas está diseñada para prevenir los crímenes de odio a través de la promoción de sólo de la tolerancia sino también la aceptación consciente de diferencias ideológicas y culturales entre alumnos y jóvenes, al mismo tiempo que se promueve el estilo de vida noruego común a todos. Esto se debe principalmente al hecho que Noruega, de forma similar que Finlandia, percibe un claro vínculo entre crímenes de odio y/o expresiones de odio y radicalización. Sin embargo, se distancia de Finlandia en cuanto a su comprensión de la denominada cadena de causalidad entre los dos. Contrario a Finlandia, que considera a los crímenes de odio como causa potencial de la radicalización de los individuos/grupos que son blanco de los primeros, Noruega toma a los crímenes de odio simplemente como precursores de la radicalización.
Con todo, mientras Oslo abre más participación para la policía, las fuerzas de seguridad y el sistema penitenciario sobre lo miembros radicalizados de nuestra sociedad, prioriza los trabajos educativos y pedagógicos, especialmente en lo que se refiere a la prevención de crímenes de odio y a la integración, para sus trabajos de prevención de largo plazo.
Para terminar, en lo que respecta a la formulación, coordinación e integración de políticas, Noruega, de forma similar a Dinamarca y Finlandia, ha adoptado un proceso multisectorial, de planificación centralizada y ejecución localizada, en el que el rol central para la formulación de políticas cae en el Ministerio de Justicia y Seguridad Pública, que trabaja en combinación con otros ministerios por intermedio de un grupo interministerial para asegurar la coordinación horizontal entre todos los ministerios y entidades regionales/locales relevantes. En el caso noruego, estos otros ministerios incluyen: Menores e Igualdad, Salud y Servicios de Cuidado, Educación e Investigación, Cultura, Relaciones Exteriores, Gobierno Local y Modernización, Defensa, Trabajo y Asuntos Sociales, Policía y Servicios de Seguridad, y los cinco Centros Regionales de Recursos ante la Violencia, el Estrés Traumático y Prevención del Suicidio ((RVTS, por sus siglas en inglés).