European Eye on Radicalization
La rivalidad entre Grecia y Turquía es notoria. El más grande punto en la disputa son probablemente las reclamaciones en competencia sobre la zona del Egeo. Estas tensiones se remontan en última instancia a los 1820, cuando la revolución separó lo que ahora es Grecia del debilitado Imperio Otomano, con el nuevo sistema gubernamental griego y la república turca como sucesora del Imperio Otomano manteniendo conflictivas reclamaciones de derechos sobre la tierra, el aire y el mar en todo el Estrecho. Esta batalla diplomática se ha vuelto física, especialmente cuando los griegos llegaron a Esmirna en 1919 y tres veces más a finales del siglo veinte – en 1976, 1987, y 1996 – los dos estados de la OTAN casi llegan a pelear.
La invasión turca de Chipre en 1974 tras un golpe de estado militar apoyado por los griegos dejó a la isla mediterránea dividida en secciones griegas y turcas, una situación que persiste casi medio siglo después, y que ha exacerbado las tensiones entre Ankara y Atenas. Durante los años más recientes, el descubrimiento de masivas reservas de gas cerca de la costa de Chipre solamente ha complicado las relaciones aún más.
Sin embargo, una vez más – como en otras regiones – los objetivos económicos del presidente autocrático de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, parecen ir de la mano con sueños de influencia cultural, que se logran con frecuencia por medio de fabricaciones totalmente ahistóricas y/o las más insidiosas verdades a medias y mala información a las que llamamos desinformación.
Los Sueños de Erdogan de Influencia Cultural: Los Turcos en Tracia Occidental
Uno de los más recientes ejemplos de este tipo de propaganda se relaciona a un documental lanzado por Al-Jazeera – el canal de Qatar que también apoya al islamismo político de Erdogan – sobre las minorías turcas en Tracia Occidental, Grecia.
Como era de esperar, el documental causó controversia en Grecia debido a su enfoque parcial y claras imprecisiones, en particular su tratamiento de todos los musulmanes en Tracia como turcos cuando solamente una porción se identifican a sí mismos como tal; el resto se consideran pomacos o romaníes.
En pocas palabras, el documental planteó el caso de que 150.000 turcos étnicos son forzados a vivir como una minoría marginada y discriminada en Tracia debido a las políticas asimilacionistas del estado griego.
Además de realizar declaraciones exageradas y no documentadas, tales como “la etnia turca distintiva está bajo asedio del Estado”, los periodistas de Al-Jazeera simplemente reproducen el repudio de Erdogan hacia Atenas por la discriminación contra los turcos étnicos, sin realizar ningún estudio crítico. Un lugar donde los periodistas podrían haber aplicado algo de pensamiento crítico y contexto es al examinar la situación de las minorías griegas en Turquía.
El Tratado de Lausana firmado el 24 de julio de 1923, reconoció la derrota de la ocupación Aliada de Turquía que había sido codificada en el Tratado de Sevres de 1920. Lausana, que fue firmado tras la retirada de tropas griegas de Turquía y el “intercambio de población” en octubre de 1922, preveía que los 73.000 griegos a los que se concediera ciudadanía turca recibieran los mismos derechos, pero en la práctica un alto nivel de intolerancia gubernamental para todas las minorías ha permanecido como una característica endémica de la república de Turquía.
En 1942, por ejemplo, Ankara hizo cumplir la ley Varlik Vergisi, imponiendo un impuesto sobre el patrimonio. Las disposiciones de esa ley fueron ejecutadas con excepcional fervor solamente contra las minorías no musulmanas. Como resultado, muchos griegos fueron forzados a liquidar todas sus propiedades y aquellos que no cumplieron con las obligaciones fueron puestos en campos de trabajos forzados. Incluso peor fue el disturbio sectario en Estambul en 1955 que mató a una docena o más de griegos.
Nada de esto es mencionado por Al-Jazeera, y este tipo de memoria selectiva abunda en el reportaje. Es difícil concebir que un programa merezca ser llamado “documental” cuando se rehúsa enteramente a escuchar a uno de los lados. No hay ni voces de los griegos “étnicos” ni de los miembros elegidos del Parlamento de la comunidad musulmana.
En cuanto a la descripción de la región, el documental presenta a Tracia de manera simplista, altamente partidista y politizada, sin mencionar ni una palabra sobre los miles de años de integración orgánica política y cultural en Grecia.
En el documental, los reporteros también se quejan sobre el tratamiento que recibieron como periodistas al investigar las violaciones a los derechos de las minorías turcas en Grecia, sin mencionar nada sobre la situación de investigación libre en Turquía, donde una cantidad estimada de 119 periodistas y trabajadores de los medios se encuentran en detención preventiva o cumpliendo condenas por delitos tales como “difundir propaganda terrorista” y “pertenecer a una organización terrorista”, donde se abrieron casos contra 822 académicos los que han resultado en cientos de condenas por “difundir propaganda terrorista” después de que criticaran las operaciones militares del gobierno en el sureste e hicieran un llamado a la paz. Turquía ocupa el puesto 154 de 180 países en términos de libertad de prensa, de acuerdo con Reporteros Sin Fronteras. Grecia ocupa el puesto 65.
Hay otros dos elementos extremadamente problemáticos en los intentos de Erdogan para influenciar a las minorías en los países vecinos desde una perspectiva cultural y religiosa y ambas son muy evidentes en la propaganda de Al-Jazeera.
En primer lugar, la doble moral aplicada entre política doméstica y expectativas turcas de la Unión Europea: por un lado, en ningún sector de la administración nación-estado en Turquía Erdogan está dispuesto a adoptar las normas de la UE, y por otro lado, Erdogan adopta una narrativa que se centra en aquellas normas cuando se trata de minorías turcas en otros países. No es por casualidad que el documental nos dice: “En el corazón de la UE, se supone que las cosas sean diferentes”.
El segundo peligroso problema revela la visión del mundo ahistórica y divisiva apoyada por el régimen turco. Considera la identidad como algo que traspasa la etnicidad y con este enfoque de poca visión, no ve que esto es exactamente lo que Europa ha estado tratando de evitar tras el monstruoso derramamiento de sangre de la Segunda Guerra Mundial que en el concepto europeo ocurrió debido a conflictos étnicos.
El impacto de la narrativa turca – que le dice a las minorías musulmanas turcas que su identidad y lealtad pertenecen principalmente a la patria y al estado de Turquía – es distanciar a estas poblaciones de los estados en los cuales residen actualmente. Esta es otra demostración de la incompatibilidad entre la visión de Erdogan y los valores europeos, que permiten múltiples identidades e intereses, concretamente una región mediterránea estable.
Lo que es más notable es que la visión dicotómica del mundo de Erdogan, reflejada en el programa de Al-Jazeera y en las cámaras de eco catarís y turcas más ampliamente, es un reflejo fiel y reverberación para la extrema derecha nativista europea. El documental se refiere a Tracia como un “espacio en disputa” sobre la base de que sus musulmanes están en conflicto con el gobierno de la nación-estado de Grecia. Tal noción es idéntica a las creencias de la creciente extrema derecha y las fuerzas racistas, las que promueven una forma de identidad basada en la etnicidad. La paz social es muy difícil en un entorno donde los radicales están llegando a las poblaciones desde ambos lados.
Objetivos Económicos y del Petróleo
En el marco de los intentos de expansión totalitaria de Erdogan en el Mediterráneo, Turquía ha estado enviando aviones de combate F-16 sobre la costa de Libia, incrementando la presencia turca en Libia, mientras gran parte del mundo está distraída con la pandemia por coronavirus.
Turquía también ha enviado una embarcación para extraer petróleo cerca de la costa de Chipre, enojando a la isla república y a Grecia. En una clara declaración, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Grecia ha acusado a Turquía de actuar de manera “delincuencial”, desafiando las normas internacionales, enviando una embarcación exploratoria para extraer petróleo en aguas para las que sólo Chipre tiene derechos. El gobierno en Nicosia, dominado por grecochipriotas, dice que el movimiento turco es parte de los “diseños expansionistas ilegales” de Ankara.
Los líderes europeos han aconsejado repetidamente a Ankara que se controle, pero Turquía continúa ignorando a la UE y no parece haber consecuencias ya que Turquía se sujeta a su política de chantaje, por la cual organizará una repetición de la crisis de refugiados de 2015-16 en Europa si la UE aplica cualquier presión seria contra sus ambiciones. La afluencia masiva de refugiados a Europa se desaceleró significativamente en 2016 después de que la UE hiciera un trato con Turquía para proporcionar ayuda a cambio de que los refugiados permanecieran dentro de las fronteras de Turquía. Cabe señalar que Erdogan considera que la UE no ha cumplido con sus promesas desde 2016.
Teniendo a la UE neutralizada institucionalmente en Libia y el Egeo por esta amenaza turca, esto deja a estados como Israel, Egipto y miembros individuales de la UE como Grecia y Chipre a actuar para poner a Turquía en jaque. El intento de Ankara para debilitar a Grecia al agravar las divisiones sociales y políticas internas no debe ser por lo tanto una sorpresa. El quitar una adversario estratégico clave del tablero de ajedrez tiene perfecto sentido desde la perspectiva de Ankara – y si puede hacerlo por medio de propaganda y guerra política, con ayuda de su aliado catarí, eso es mucho más fácil que hacerlo con la guerra.