Indi Phillips
Los programas de desradicalización y rehabilitación para prisioneros por todo el mundo se basan abiertamente en la presunción de que existe una voluntad pública y gubernamental para rehabilitar a los prisioneros, y además en que los ambientes en las prisiones son, si bien no placenteras, por lo menos controladas y sistematizadas. ¿Pero qué ocurre cuando ese no es el caso? Este artículo ahonda en una examinación previa de la Prisión Central Roumieh libanesa, del ambiente del Bloque B, que ilustra la situación al interior de la prisión en términos de hacinamiento, contrabando, control ejercido por los prisioneros y procesos de radicalización indirectos. Este artículo explora también por qué la radicalización de los detenidos en el Bloque B no sirve a los intereses de los prisioneros como tampoco de partes externas. La información es obtenida de nueve extensas entrevistas con ex – detenidos, personal de apoyo de la prisión y fuentes judiciales del Ministerio de Justicia, autoridades de la prisión y representantes legales de los prisioneros.
Unas palabras sobre la Prisión Central Roumieh, Bloque B
La Prisión Roumieh está ubicada aproximadamente a 12Km de Beirut, hacia el interior del país. De los siete bloques, tres albergan a prisioneros con acusaciones por terrorismo. En el Bloque B se encuentra la mayoría de estos individuos (850). El hacinamiento al interior de la prisión es un tema crítico, la tortura y el consumo de drogas es habitual; se trata de un ambiente hostil. La seguridad en casa bloque se ve seriamente comprometida toda vez que se contaría con apenas 1 a 2 guardias por piso [1]. Al interior del Bloque B, sofisticadas jerarquías elaboradas por los prisioneros, que hacen cumplir normas de conducta aprobadas por el bloque, actúan como un mecanismo regulatorio para la población, creando una impenetrable sociedad del propio bloque. Adicionalmente, Roumieh agrupa prisioneros de acuerdo a denominaciones religiosas antes que crímenes, lo que desemboca en celdas mono-religiosas de delincuencia mixta. La población del bloque queda al servicio de grupos políticos como una herramienta para manipular a su base electoral y enfrentar grupos sectarios unos contra otros [2]. La cohesión del bloque y su uso externo por parte de poderosos elementos libaneses dificulta la tarea de introducir e implementar procedimientos de rehabilitación.
Teorías y prácticas sobre desradicalización
Las amplias discusiones académicas y sobre políticas acerca de iniciativas de desradicalización para individuos encarcelados se enfocan en varios conceptos clave. Esto incluye modelos de segregación contra integración [3], el papel que la comunidad y la familia juegan en la rehabilitación de los prisioneros, los requerimientos para entornos carcelarios sistematizados y funcionales, plantel especializado, condiciones carcelarias razonables y un organismo confiable que ejerza la supervisión sobre la prisión.[4]
Los individuos en el Bloque B son agrupados según modelos segregacionistas. Dado que se trata de un Estado sectario, los conflictos sociales estallan regularmente en Líbano toda vez que individuos de diferentes denominaciones religiosas comparten un mismo espacio. Esto frecuentemente da pie a problemas de seguridad, incluso más allá de los muros de la prisión. Por esta razón, Roumieh mantiene principalmente bloques sectarios. Por ejemplo, el Bloque A es predominantemente chiita, mientras que el Bloque B es sunita. Sin embargo, esta forma de agrupar prisioneros implica, que la neutralización de ideologías y comportamientos extremos mediante dispersión, conseguida cuando los prisioneros son mantenidos en cautiverio mixto, deja de ser posible. En lugar de eso, se producen procesos de intensificación y amplificación debido a la segregación sectaria. Un aspecto positivo, al menos en teoría, del modelo de segregación consiste en que el aislamiento de grupo facilita el monitoreo y la evaluación de los riesgos de los prisioneros. Sin embargo, debido al significativo hacinamiento (300%) y la presencia de guardias con mínimos recursos que en efecto conduce a una inversión en la relación entre guardias y prisioneros, la autoridad que los guardias pueden llegar a ejercer efectivamente es mínima.[5] Por lo tanto, incluso si el monitoreo y la evaluación de riesgos del Bloque B fuese posible, éstos no serían una prioridad.
La aplicación de métodos basados en la familia y la comunidad para la neutralización ideológica y de comportamiento son altamente complejas, en vista que para muchas familias constituye un activo social contar con un hermano, hijo o marido dentro de grupos como Fatah al Islam. Bajo este contexto de percepción de beneficio en el fomento de membresías dentro de las familias de los prisioneros, la desradicalización y la desvinculación de los prisioneros respecto a estos grupos no es útil ni para ellos ni para sus familias (véase la sección “En el interés de la comunidad” para mayor detalle).
La falta de condiciones de vida razonables y la ausencia de autoridad de los guardias implican que el acceso a alimentación nutritiva, espacio y seguridad física se rigen en mayor o menor medida por la habilidad del individuo de acoplarse a poderosos líderes del bloque. Un elemento vital del proceso de radicalización indirecto es la sobrevivencia y el beneficio personal.
Mantenimiento de seguridad física en un ambiente hostil
Tal como se descubrió en investigaciones anteriores, sostener y acentuar ideologías extremistas pueden ser empleado para beneficio material y personal, especialmente durante la encarcelación.[6] Este comportamiento puede observarse en el Bloque B, donde el beneficio personal consiste en congraciarse con figuras poderosas dentro de la comunidad para mantener cierto grado de seguridad física y tener acceso a necesidad básicas.[7] Los prisioneros sin poder político o financiero necesitan la protección que otros les proporcionen dentro del sistema para sobrevivir. Por esta razón, las ideologías y las identidades son frecuentemente adoptadas o intensificadas por la simple razón de mantener la seguridad personal, el derecho a dormir en una celda un poco menos abarrotada o tener acceso a alimentos.[8] Cualquier rechazo a comportamientos aprobados por el bloque (como darle la espalda al extremismo violento) es, por lo tanto, contrario al mejor interés de los prisioneros.
Régimen dentro del Bloque B
Las estructuras internas del Bloque B son sofisticadas y están bien desarrolladas: procesos electorales regulares, un sistema de tribunales internos funcionales utilizados para hacer cumplir la conducta aprobada por la cultura del bloque y para castigar comportamientos que vayan contra ella, comités sociales, de salud y penales con su castigo respectivo forman juntos la columna del régimen del Bloque B.[9] Estas estructuras componen un bloque organizado y de lazos estrechos, creando una versión de una sociedad miniatura, gobernada por códigos de conducta desarrollados y regulados internamente. La naturaleza altamente estructurada del Bloque B implica que una pseudo-ley exige a los individuos en el interior comportarse según las expectativas del bloque, creando un ambiente interno que en el mejor de los casos dificulta la implementación de programas de desradicalización.
‘Referencias’ políticas
El Bloque B es supervisado por un plantel de seguridad mínimo, la realidad de una cantidad minoritaria de guardias contra una cantidad mayoritaria de prisioneros se traduce en un desequilibrio significativo de poder. Esto es enfrentando por los guardias mediante una manipulación de la población recurriendo a tratos y al contrabando, supuestamente apoyadas por lo que las fuentes denominan ‘referencias políticas’. Estas referencias no son nombradas directamente por las fuentes, pero son descritas como personas que ocupan cargos en el gabinete. El papel de estas referencias queda mejor ilustrado mediante lo que quedó revelado durante una redada de las fuerzas de seguridad el 2015, que demostró que el Bloque B había sido utilizado como centro de operaciones para varios ataques entre el 2013 y el 2015.[10] Las fuerzas de seguridad encontraron computadoras, teléfonos móviles y grandes cantidades de dinero efectivo.[11] Antes de la redada de 2015, las referencias políticas supuestamente dotaban a los ocupantes del Bloque B con proteínas, comida nutritiva, fruta y vegetales frescos, tecnología, dinero efectivo y amplios derechos de visitación.[12]
Para ilustrar el lujo relativo que puede conseguirse gracias a la atención política, un exprisionero afirmaba que el último piso del Bloque B estaba reservado, antes del 2015, para las figuras más prominentes de Fatah al Islam, cada celda era vigilada por prisioneros musculosos que actuaban como guardaespaldas para la figura que la ocupaba.[13] Estos espacios estaban decorados, contaban con auténticos colchones y camas enmarcadas, y funcionaban a la vez como sala de visitas para los prisioneros y sus esposas. A cambio de estos lujos, los prisioneros influyentes supuestamente facilitaban a los grupos políticos grandes olas de votantes en sus respectivas circunscripciones.[14] Adicionalmente, las fuentes describen la manipulación táctica que las agrupaciones opuestas chiitas y sunitas hacían de los prisioneros del Bloque B dentro del propio gobierno libanés. La agrupación chiita utilizaba la presencia de milicias sunitas y los ataques terroristas y su alta taza de encarcelamiento, así como también su habilidad para coordinar ataques incluso desde el interior de la prisión, como herramienta para desacreditar a la población sunita y a los rivales políticos sunitas. Por su parte, los grupos políticos sunitas aprovechaban el alto nivel de detenciones y las continuas bajas condiciones de vida para alimentar la narrativa de la victimización que ha dominado a la población sunita en el medio político sectario libanés y de hecho a través de toda la región.[15, 16] La preservación y el apoyo hacia la población del bloque B en su estado actual de extremismo, violencia y en sus capacidades parecería servir los intereses políticos de ambos espectros de la política libanesa.
En el interés de la comunidad
Las acciones llevadas Adelante desde el interior del Bloque B han sido reconocidas y aplaudidas por el material propagandístico de ISIS [17], dando a los ocupantes del Bloque B un cierto estatus distintivo dentro del movimiento sunita extremista. Las fuentes describieron una moneda social relacionada con tener contactos con y guardar lealtad hacia grupos militantes sunitas. Esta moneda social es relevante tanto fuera de la prisión, donde el prestigio se relaciona con las familias de los detenidos, como al interior, donde el prestigio actúa como un mecanismo de membresía que ayuda a reforzar las relaciones al interior y exterior de un grupo.[18] Adicionalmente, las fuentes afirman que en lugar de contrabandear recursos, los prisioneros más poderosos podrían demandar referencias políticas para sostener financieramente a sus familias.[19] Estas condiciones fortalecen las motivaciones de los prisioneros para mantenerse como contribuyentes y participantes en la cultura del bloque, toda vez que el sistema de recompensas está directamente vinculado con el apoyo y bienestar de sus familias.
Conclusiones
La examinación del estado del extremismo al interior de Roumieh brinda una vital revelación sobre el probable estado de la situación en toda la región, particularmente si existe un abierto apoyo gubernamental para grupos militantes islámicos, cual es el caso de la relación turca con los grupos rebeldes en Siria.[20] Un análisis y una exhaustiva investigación sobre la forma como factores internos y externos de la prisión mantienen el status quo, constituyen los primeros pasos para diseñar programas que podrían funcionar exitosamente bajo este contexto.
Debe comprenderse cómo las dinámicas del poder alrededor de las familias y las comunidades de prisioneros se relacionan con las presiones políticas y los incentivos financieros, evitando que los programas de rehabilitación alcancen las redes de apoyo, por lo que podrían estar siendo desaprovechadas para el uso de fondos.
Por último, desarrollar y enfocar la atención en la forma cómo estos ambientes dentro de las prisiones se componen, se refuerzan y perpetúan también prepara a las instituciones carcelarias en la Unión Europea, Reino Unido y los EE.UU. para tratar con combatientes extranjeros de retorno que pueden haber estado detenidos en esos lugares.