Daniel Rickenbacher, investigador post-doctoral en las áreas de Historia Moderna y Relaciones Internacionales, Universidad Concordia (Canadá).
Introducción
La derecha europea es generalmente considerada como opuesta al islam político. Esto es definitivamente cierto para gran parte de los partidos conservadores de derecha, así como para los partidos populistas.
La historia de la extrema derecha, sin embargo, es diferente. Mientras que por lo general, activistas de la extrema derecha consienten a menudo actos de violencia contra inmigrantes musulmanes, al mismo tiempo existe una extendida pero poco conocida afinidad con el islam político entre sus filas, donde se lo considera un aliado frente a enemigos comunes.
Dos eventos recientes ilustran este punto. Primero, en enero de 2018 Vona Gábor, líder de Jobbik, el partido húngaro de extrema derecha, alabó el rol del islam como un freno contra la globalización occidental y la pérdida de los valores tradicionales. También abogó por una aproximación de la política exterior de Hungría hacia Irán. [1]
En segundo lugar, en diciembre de 2017, una corte alemana condenó a un simpatizante de ISIS por haber planificado un ataque terrorista contra soldados alemanes. Llama la atención que el terrorista frustrado hubiese sido un neo-nazi solo dos años antes. Antes de su conversión al islam, había publicado un artículo en un blog de extrema derecha vulgarmente titulado “Quien está contra el islam silba con la lengua del judaísmo”. [2] En otros países también pueden encontrarse historias similares, de neo-nazis volviéndose yihadistas.
Esto refleja un patrón. La historia de amor entre la extrema derecha europea y el islamismo no es un fenómeno reciente, sino que ya tiene casi un siglo de antigüedad.
Antecedentes históricos
Uno de los primeros activistas occidentales de extrema derecha en “coquetear” abiertamente con el islam político fue Robert Gordon-Canning, el jefe de política exterior de la Unión Británica de Fascistas (British Union of Fascists). Admirador del islam que se había desencantado con Occidente y el cristianismo, asumió la causa palestina en la década de 1930 e intentó actuar como portavoz del Muftí en Gran Bretaña. Fue precursor de una unión entre la extrema derecha y el anti-semitismo islámico, presentando al sionismo como una conspiración de banqueros judíos que buscaban someter o erradicar a los árabes en pos de sus intereses imperiales. Utilizando un lenguaje similar al de al-Qaeda, que despectivamente llama a sus enemigos “alianza judeo-jruzada”, Gordon-Canning se refería al sionismo como la “décima cruzada”. [3]
Durante la Segunda Guerra Mundial, la propaganda nazi alemana apelaba al mundo islámico con constantes mensajes anti-semitas y anti-occidentales, frecuentemente incorporando temáticas islámicas. Uno de los líderes propagandistas, Johann von Leers, afirmaba que el judaísmo y el islam representaban polos opuestos, mientras que el islam y el Nacionalsocialismo estaban unidos por su odio compartido hacia los judíos. [4]
La extrema derecha europea de la posguerra siguió esta tradición. Uno de los principales partidarios de una alianza entre la extrema derecha y el islam político fue un negador del holocausto, el suizo Ahmed Huber, quien apelaba tanto a neo-nazis como a islamistas. Originalmente periodista socialista, Huber se convirtió al islam en la mezquita de la Hermandad Musulmana de Ginebra en 1961, por simpatía hacia el nacionalismo árabe, sin percatarse que el régimen egipcio de Nasser luchaba encarnizadamente contra los islamistas.
Bajo la tutela de Johann von Leers, que se había convertido al islam y había huido a Egipto a fines de los años cincuenta, Huber adoptó la combinación entre islam y Nacionalsocialismo elaborada por Leers. Huber quedó fascinado por el triunfo de la Revolución Islámica en Irán en 1979, que sostenía la promesa de derrotar a los tres satanes: el sionismo, el marxismo y “el estilo de vida americano”, que tal como él escribió, “es el estilo que muchos musulmanes perciben como específicamente ‘neoyorquino’ y, por lo tanto, judío en esencia”. [5]
Trabajando tanto con el régimen iraní como con la Hermandad Musulmana, después del 11/S, Huber acabó en la lista de terroristas de los EE.UU. por financiar al terrorismo.
Convicciones compartidas
La idea de una alianza entre el islam político y la extrema derecha es respaldada por convicciones comunes.
Para enumerar tan solo algunas, en primer lugar la existencia de un profundo y virulento anti-semitismo es fundamental en la visión del mundo islamista y de la extrema derecha, y ayuda a comprender muchas de sus otras convicciones.
En segundo lugar, ambos movimientos creen que el mundo es secretamente manipulado por conspiraciones contrarias a ellos.
En tercer lugar, ambos movimientos son ideológica y geopolíticamente opuestos a Occidente. La extrema derecha alemana, por ejemplo, consideraba a Alemania una víctima antes que parte misma de Occidente. De la misma manera, los islamistas consideran que sus sociedades son víctimas de Occidente, que estaría llevando a cabo una guerra de destrucción contra el islam.
Más aun, ambos movimientos comparten una perspectiva económica similar. Los dos rechazan al comunismo de corte soviético y al modelo occidental de capitalismo, que es comúnmente visto como judío. En su lugar, abogan por un modelo económico medieval pre-capitalista, que creen que garantizaría un orden social natural o justo, impidiendo a las minorías supuestamente inferiores, como los judíos o los armenios, acceder a posiciones más altas en la sociedad.
En resumen, ambos representan dos modelos de rebelión contra la modernidad, que ha tomado forma gracias a su entorno religioso y cultural.
La similitud entre la extrema derecha occidental y el islamismo viene siendo reconocida desde hace tiempo. Por ejemplo, el líder de la Hermandad Musulmana, Said Ramadan, fue invitado a los EE.UU. en 1953, y un observador de la CIA lo describió como “reaccionario político” y “de corte fascista”. [6]
Sin embargo, actualmente rara vez encontramos a los medios de comunicación y a académicos caracterizar al islamismo como un movimiento de extrema derecha. En este contexto, el académico israelí Seth Frantzman ha hablado de un “esfuerzo consciente para encubrir la política de estos países [de Medio Oriente]” de ocultar a los nacionalistas de extrema derecha y a los partidos islamistas de los ojos del público occidental. [7] Ello ha tenido bastante éxito, toda vez que muchos dentro de la izquierda política no muestran rechazo hacia el islam. Por el contrario, lo reciben como un aliado contra un orden mundial supuestamente liderado por Occidente o –como ellos mismos lo llaman– el “imperialismo”.
Conclusiones
El ascenso del islam político, del terrorismo islamista y la migración en masa desde el mundo islámico ha cambiado el panorama político europeo en años recientes. Adhiriendo al concepto de una “Europa judeo-cristiana”, la derecha política simpatiza cada vez más con Israel y rechaza el anti-semitismo. Incluso algunos partidos otrora de extrema derecha, como los Demócratas Suecos, han adoptado esta nueva posición con el objetivo no menos importante de conseguir aceptación política. Como resultado de este cambio, la simpatía hacia el islam es actualmente más frecuente entre la izquierda que entre la derecha.
No obstante, la simpatía de la extrema derecha por el islamismo está lejos de desaparecer. De hecho, está plenamente vigente en Europa Oriental, donde las antiguas configuraciones políticas están más intactas que en la mitad occidental del continente.
Aun así, pese a la atracción mutua, el islam político siempre ha presentado un desafío para la extrema derecha. Mientras que por un lado, la extrema derecha considera al islam político como una fuerza positiva, por otro rechaza fervorosamente la migración de musulmanes hacia Europa por cuestiones xenófobas.
El apoyo hacia la versión Chiita del islamismo y simultáneamente a Irán, ha sido siempre una solución elegante a este problema. Los chiitas representan sólo una pequeña minoría de los musulmanes inmigrantes en Europa y son, por lo tanto, vistos como una amenaza menor para la identidad europea que sus correligionarios suníes, a la vez que Irán ha demostrado ser confiable como aliado en sus movilizaciones.
[1] Norbert Pap and Viktor Glied, “El giro de Hungría hacia Oriente: Jobbik y el islam” (“Hungary’s Turn to the East: Jobbik and Islam”) Europe-Asia Studies 70, Nº 7 (9 de agosto de 2018): 1044–45, doi:10.1080/09668136.2018.1464126.
[2] Vom Nazi Zum Yihadisten – Das Krude Weltbild Des Sascha L. “La yihad alemana” (“The German Jihad”). 27 de febrero de 2017. https://germanyihad.wordpress.com/2017/02/27/vom-nazi-zum-yihadisten/.
[3] Graham Macklin. “Una ‘yihad’ fascista: El Capitán Robert Gordon-Canning, fascista y antisemita británico y el islam” (“A Fascist ‘Jihad’: Captain Robert Gordon-Canning, British Fascist Antisemitism and Islam” Holocaust Studies 15, Nº 1–2 (1 de junio de 2009): 78–100, doi:10.1080/17504902.2009.11087231.
[4] Jeffrey Herf. “Propaganda nazi para el mundo árabe” (“Nazi Propaganda for the Arab World”) (New Haven, Conn.: Yale University Press, 2009), 261.
[5] Huber, A.: “Islam: leyes originales, mensaje original y religion original” (“Islam: Ur-Gesetz, Ur-botschaft und Ur-religion”) en: Jäger, A./ Wildermuth, A.: “El Islam desconocido” (“Der unbekannte Islam”), Zürich 1982
[6] Martyn Frampton. “La Hermandad Musulmana y Occidente: una historia de enemistad y compromiso” (“The Muslim Brotherhood and the West: A History of Enmity and Engagement”) (Cambridge, Massachusetts: Belknap Press: An Imprint of Harvard University Press, 2018), 279.
[7] Seth J. Frantzman. “Encubriendo partidos de extrema derecha en Medio Oriente” (“Whitewashing Far-Right Parties in the Middle East”). Middle East Forum. Visto el 1 de agosto de 2018, https://www.meforum.org/articles/2018/whitewashing-far-right-parties-in-the-middle-east