European Eye on Radicalization
Los recientes acontecimientos en Yemen tienen el potencial de crear brechas de seguridad que pueden ser aprovechadas por Al-Qaeda en la Península Arábiga (AQAP) y el Estado Islámico (ISIS).
La reciente pelea en Adén, la capital de facto del reconocido gobierno yemení del Presidente Abdrabu Mansur Hadi, y el secesionista Consejo de Transición del Sur (STC), se ha estado gestando desde hace tiempo. Ha habido enfrentamientos previos en la ciudad entre el STC y formaciones de la línea de Hadi. Luego de las escaramuzas en enero de 2018, el gobierno acusó al STC de un intento de golpe de Estado, por ejemplo. Y esta reciente captura de poder por parte de STC fue presagiada en rumores que han estado circulando desde junio.
Las contradicciones fueron siempre latentes en la coalición yemení que ha estado luchando para revertir la toma de la capital Saná, que sucedió en septiembre de 2014, por los hutíes respaldados por Irán. La reunificación de Yemen en 1990 detonó una guerra civil ya en 1994, cuando el Sur llegó a ver el asentamiento no como uno del mismo rango, sino como una ocupación del Norte en su territorio por parte del régimen de Ali Abdullah Saleh. Esta fisura parece haberse abierto de nuevo y podría permitir a los hutíes ganar terreno en áreas de las cuales habían sido expulsados.
Saleh fue formalmente removido de su cargo en 2012, pero permaneció en el país y para 2014 estaba buscando una forma de volver al poder. Fue en gran medida debido a redes político-militares leales a Saleh que los hutíes fueron capaces de expandirse hacia el sur tan rápidamente luego de apoderarse de Saná. Al parecer Saleh estaba explorando la reconciliación con Arabia Saudita en el momento en que los hutíes lo mataron en diciembre de 2017.
El largo reinado de Saleh en Yemen fue caracterizado por la duplicidad, extranjera y doméstica, de modo que esto continúa impactando al país. Una importante razón para que AQAP siga siendo tan poderosa en el país es que sus raíces son profundas, como resultado de una relación de colaboración con el régimen de Saleh, del cual Hadi fue un sirviente durante mucho tiempo. La medida en que persiste esta interpretación de estado y terroristas es difícil de calibrar, pero sería sorprendente si se tuviera por completamente terminada.
Ahora existe un riesgo de que AQAP e ISIS aprovechen cualquier vacío en la seguridad del sur de Yemen derivado del cisma STC-Hadi. Hay señales de que esto está surgiendo, con la incursión de AQAP en la base de Al-Mahfad a principios de agosto, justo cuando la pelea en Adén está tomando lugar, la cual mató a diecinueve soldados.
La persistencia y crecimiento de AQAP son un problema extremadamente serio, porque una vez fue la división de terrorismo internacional más activa de Al-Qaeda. Un operativo de AQAP trató de derribar un avión sobre Detroit el día de Navidad del año 2009 y en octubre de 2010, poco después de la creación de su revista Inspire llamando a ataques “solitarios de yihad”, explosivos empaquetados en cartuchos fueron enviados contra objetivos judíos y homosexuales en Chicago, un complot frustrado en los EAU por autoridades que actúan sobre la inteligencia desde Gran Bretaña. Ya en la primavera del 2012, AQAP estaba tratando de atacar a Estados Unidos en la “patria”.
Al-Qaeda tomó una decisión estratégica durante la última media década para concentrarse en una estrategia a nivel local, evitando los ataques en el extranjero, pero no hay garantía de que esto dure. En efecto, hay muchos motivos para esperar que no sea así, y mientras Al-Qaeda trata de capitalizar el colapso del “califato” de ISIS, las operaciones externas podrían ser uno de los modos en que lo hace.
Con el propio ISIS, las llamadas wilayat (provincias) fuera de Irak y Siria no han sido (todavía) la fuente de ataques extranjeros, pero las señales ya están ahí de que estos puestos de avanzada se están volviendo nodos de ataque contra el occidente.
En los últimos años, los Estados Unidos y sus aliados dependieron de ataques con drones y ocasionales incursiones SEAL para contener a AQAP, eliminando personas clave como Anwar al-Awlaki. En teoría, los Estados Unidos tenían al gobierno yemení como aliado, pero, como se mencionó anteriormente, Saleh jugó un doble juego. Importantes operativos de AQAP fueron liberados de prisión repetidamente, y hay evidencia abrumadora de que hubo cierta complicidad oficial.
Tras la intervención de la Coalición Árabe, las opciones de los Estados Unidos se han multiplicado, y los EAU específicamente han encabezado los esfuerzos militares contra AQAP. La presencia de los EAU en el terreno, proporcionó lo que Michael Knights del Washington Institute llama un “ingrediente de transformación” para la campaña anti-AQAP, concretamente “una presencia terrestre, culturalmente sintonizada y de habla árabe para llevar a cabo una gestión práctica de las fuerzas antiterroristas yemenís y para intercambiar información y apoyo con capacidades únicas de inteligencia y ataque de los Estados Unidos.”
“A pesar de que algunos reportes han caracterizado a los emiratíes como ‘sobornando’ e incluso cooptando a combatientes de AQAP, sería más adecuado decir que los EAU derrotaron a AQAP en el campo de batalla y astillaron su base de apoyo dando a los auxiliares tribales reconciliables una alternativa a Al-Qaeda”. Knights explica: “La lección para los militares de la OTAN puede ser el valor de involucrar a militares del mundo islámico como aliados cuando operan en la región.”
Los emiratíes también han liderado contra ISIS. En junio, cuando el líder de ISIS en Yemen, Muhammad Qanan al-Sayari (Abu Usama al-Muhajir) fue aprehendido, se volvió claro que los EAU fueron la columna vertebral para permitir las misiones occidentales anti-ISIS en Yemen.
Los medios occidentales han malinterpretado la guerra de Yemen, presentando a la Coalición Árabe como el agresor, cuando de hecho la intervención Saudí-EAU fue una respuesta, y una rezagada, a un acto de agresión iraní. Desafortunadamente, la figura distorsionada del conflicto que tienen los medios ha sido presentada a los públicos occidentales, quienes como resultado han presionado a los gobiernos occidentales para presionar en contra de la Coalición. Esto ha cobrado su tributo.
A comienzos de julio, los EAU anunciaron que estaban comenzando una retirada de Yemen, y no cabe duda de que una de las consideraciones es mitigar el daño hecho a la reputación de los EAU por su asociación con una guerra que ha sido tergiversada completamente. Esto es una pena ya que las acciones de los EAU han debilitado a las organizaciones terroristas – agentes iraníes y yihadistas sunitas por igual – que amenazan a los pueblos mucho más allá de Yemen, y sostuvieron la esperanza para crear un equilibrio sobre el terreno que permitiría celebrar un acuerdo de paz. Esa perspectiva ha retrocedido y una guerra más larga, con más espacio para los actores terroristas, parece probable.