Del 18 al 21 de diciembre de 2019, Kuala Lumpur -capital de Malasia- fue anfitriona de una cumbre islámica. No se trató de una reunión de rutina de los jefes de Estado de países musulmanes de la Organización para la Cooperación Islámica (OIC). De hecho, no tuvo nada que ver con la OIC, sino que fue una reunión programada para reunir al mundo musulmán y mejorar su alcance al mundo no musulmán. Asistieron los líderes de Malasia, Turquía, Irán y Catar. Originalmente se programó que Pakistán e Indonesia asistieran a la reunión, pero ambos países se retiraron en la víspera de la cumbre.
El sitio web de la cumbre la describe como una “plataforma internacional para los líderes, intelectuales y académicos musulmanes de todo el mundo, para discutir e intercambiar ideas sobre los temas que giran en torno al mundo musulmán.” Asimismo, se presenta una lista de los objetivos de la cumbre, a saber: Revivir la civilización islámica; reflexionar y encontrar nuevas soluciones que funcionen para los problemas que preocupan al mundo musulmán; contribuir a la mejora de la situación entre musulmanes y las naciones musulmanas; formar una red de líderes, intelectuales, académicos y pensadores islámicos de todo el mundo.
En palabras del primer ministro de Malasia -Mahathir bin Mohamad- cuyo país fue anfitrión de la cumbre: “Los cinco países (siendo que Indonesia y Pakistán eran parte del plan original) serán pioneros en el comienzo de una cooperación islámica más amplia que incluya varios de los desafíos a los que se enfrenta el mundo islámico.” Entonces, considerando que una plataforma para los países musulmanes en el mundo ya existe en la OIC, la cual es liderada por Arabia Saudita y cuyos objetivos son también similares a los mencionados anteriormente ¿cuál es la necesidad de otra plataforma de ese tipo?
La idea de la cumbre apareció en julio del año pasado en Ankara cuando Mahathir se encontraba en una visita oficial en Turquía. Tras discutirlo con Erdogan, ambos líderes anunciaron la cumbre en una conferencia de prensa conjunta. Mahathir mencionó que una vez existió una gran civilización islámica, pero ese ya no era el caso en la actualidad. Señaló que “hoy, no podemos afirmar que somos una gran civilización, estamos oprimidos y muchos de nosotros estamos muy retrasados, al punto de no ser capaces siquiera de establecer el Gobierno de nuestros propios países”, añadiendo que los países musulmanes deberían hacer algo para tratar con sus debilidades y su dependencia de otros. También dijo: “Así que, al trabajar juntos, los países como Malasia, Turquía y Pakistán deben ser capaces de reunir sus mentes y recursos de manera de encarar este problema y ayudar a resucitar la civilización islámica. Estoy seguro de que la cooperación entre Malasia y Turquía nos ayudará a ir en esa dirección para liberar la umma musulmana de ser subyugada por otros que no son amistosos con nosotros”.
Por su parte, Erdogan expresó que la solidaridad entre Turquía, Malasia y Pakistán era necesaria para la unidad del mundo islámico. Mahathir hizo eco sobre esta declaración diciendo: “La cooperación entre Malasia y Turquía ayudará a liberar a la umma musulmana de ser subyugada por otros. Si vemos al pasado, Turquía fue el salvador de la umma musulmana en aquellos días, pero por razones que pocos son capaces de comprender, ahora no tenemos un país musulmán que se levante y nos proteja, pero eso no significa que esto deba así ser para siempre.”
La obsesión de Erdogan con el legado
Queda implícito en estas palabras y en la cumbre misma que existe una incapacidad de la OIC para resolver los problemas que enfrenta el mundo musulmán. Esto encaja perfectamente con las aspiraciones de Erdogan de dejar un legado como líder de la umma musulmana. En este sentido, no ha dejado cabos sueltos, haciendo uso de la más ligera oportunidad que se le presentó. Los sueños neo-otomanos de Erdogan no son un secreto. Erdogan usa la nostalgia de un imperio e ideología islamista por medio de su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) vinculado a la Hermandad Musulmana, para posicionar a Turquía como el legítimo heredero del legado del califato, teniéndolo a él como califa. Esto lo expresó claramente en un discurso que realizó en 2016 para conmemorar el centenario de la victoria de Kut Al Amara (en el Irak moderno), donde Erdogan declaró que rechaza cualquier interpretación de la historia que considere a 1919 como el comienzo de la historia de 1000 años de su nación y civilización. “Quienquiera que excluya los últimos 200 o incluso 600 años, junto con sus victorias y derrotas, y salte directamente de la historia turca antigua a la República, es un enemigo de nuestra nación y del Estado” declaró.
Teniendo a los líderes árabes de la región de Kut de su lado, Erdogan mencionó lo siguiente: “Hace apenas un siglo, no había diferencia entre Bursa y Skopie, ni tampoco Bagdad, Mosul, Damasco, Alepo, Salónica, Batumi y Kardzhali tenían diferencia alguna. Sin embargo, los esquemas políticos tuvieron como objetivo marcar fronteras artificiales de acuerdo a los recursos petrolíferos y tomando ventaja de la estructura pluralista del Estado otomano separando estas tierras entre sí.” En el discurso, también continuó diciendo que no existían fronteras espirituales entre el mundo árabe y Turquía, o entre las sectas chiitas y sunitas. “Nuestras fronteras físicas pueden haber sido separadas, pero nuestras fronteras espirituales nunca han sido separadas. No tenemos chiismo o sunismo. Nuestra única religión es el islam.”
Para este fin, Erdogan ha estado tratando por mucho tiempo y con gran esfuerzo, de posicionarse como el líder de los musulmanes del mundo, tratando de extenderse a ambos lados de la división sectaria en Medio Oriente, así como insertarse en los asuntos árabes (de los cuales Turquía no es parte).
Impulsando la agenda islamista
Para impulsar la agenda de su partido, Turquía ha suprimido las normas que prohíben a las mujeres usar velo en las instituciones estatales del país -con excepción del poder judicial, el ejército y la policía- terminando con una restricción que tenía décadas de existencia. Los críticos también apuntaron a la apuesta fallida de Erdogan de criminalizar el adulterio y sus intentos para introducir “zonas libres de alcohol” como evidencia de sus supuestas intenciones islamistas. “Ninguna familia musulmana debería considerar los métodos anticonceptivos o la planificación familiar. Multiplicaremos nuestros descendientes […]” dijo Erdogan -padre de cuatro hijos- en mayo de 2016. Asimismo, ha alabado la maternidad, condenado a las feministas y ha señalado que hombres y mujeres no pueden ser tratados con igualdad. Erdogan también introdujo reformas educativas que prohibían la teoría de la evolución de Darwin en el plan de estudios, al tiempo que, para islamizar los planes de estudios, se han incorporado enseñanzas islámicas.
Con una combinación de soft power -por medio de exportaciones culturales tales como series de televisión, turismo, ayuda humanitaria, una flotilla a Gaza- y hard power, Erdogan ha estado tratando incesantemente de impulsar su agenda islamista, principalmente al apoyar a la Hermandad Musulmana de varias maneras y en varios países.
La Primavera Árabe se presentó como una oportunidad para él y lanzó su apoyo al Gobierno de la Hermandad Musulmana en Egipto. También apoyó al Gobierno islamista del ahora derrocado presidente de Sudán, Omar al-Bashir, con quien había hablado sobre la renovación del puerto de la isla de Suakin, en el Mar Rojo, la cual había prosperado durante la época otomana. Además, mantiene fuertes lazos con Hamás en Gaza.
Construyendo ejércitos yihadistas
Bajo el control de Erdogan, Turquía se volvió un conducto para reclutas de todo el mundo para el “califato” del Estado Islámico (EI), el cual se había levantado en partes de Siria e Irak. Siguiendo con la misma agenda, Turquía, más recientemente envió tropas a Libia para apuntalar al frágil Gobierno islamista establecido allí, siendo muchos de ellos reclutas yihadistas que han estado combatiendo en Siria. Turquía también había movido sus tropas al noreste de Siria en noviembre de 2019, donde se encuentra actualmente involucrado en operaciones militares contra el Gobierno de Siria. Erdogan ha prometido desde entonces no dejar que Idlib caiga ante el ejército sirio.
Sin embargo, la dinámica dentro del mundo árabe puso trabas a las ambiciones turcas. Para empezar, muchos en el mundo árabe vieron a Turquía como un antiguo poder colonial. Luego, el rechazo popular a la ideología islamista -en Egipto, Sudán y Libia- ha hecho imperativo para Erdogan el ver más allá de antiguos territorios otomanos para completar su legado. Esto es evidente en la expansión que Turquía ha estado logrando hacia -por ejemplo- países de Asia Central, con los cuales comparte lazos étnicos y lingüísticos, al tiempo de alcanzar a países musulmanes no árabes como Malasia, Indonesia, Pakistán y comunidades musulmanas en países como Myanmar y la India.
Además, otra razón para que Turquía busque en otras regiones es el hecho de que mientras el centro espiritual de los musulmanes permanece en el corazón árabe, el centro demográfico se ha desplazado hacia el sur y el sureste de Asia, siendo los países musulmanes más poblados en la actualidad Indonesia y Pakistán. Se debe ver a la cumbre musulmana de Kuala Lumpur dentro de este contexto. Con su expansión a países como Pakistán o a causas como la de los desplazados rohinyás apátridas en campos en Bangladesh, así como con su apoyo en la esfera cultural e intelectual a través de la organización de conferencias internacionales en torno a la Hermandad Musulmana o a Cachemira, Erdogan está buscando causa tras causa para impulsar tanto su agenda islamista como también para posicionarse a sí mismo como el defensor y líder de los musulmanes alrededor del mundo.
“Defensores del mundo musulmán”
En septiembre del año pasado, durante la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, Turquía, junto con Malasia y Pakistán, había anunciado su decisión de lanzar un canal de televisión en idioma inglés dedicado a confrontar la islamofobia y disipar “percepciones erróneas” sobre el islam. La sede principal del canal estaría en Estambul. De acuerdo con Fahrettin Altun, Director de Comunicaciones Presidencial de Turquía, el canal estará dirigido a luchar contra el sentimiento antimusulmán. “Estableceremos un fuerte centro de medios y comunicaciones, y un canal para combatir la islamofobia,” dijo a la agencia de noticias Anadolu. Además añadió que el proyecto del canal de televisión era “solamente un elemento más de la lucha contra el sentimiento antimusulmán” el cual describió como un “serio problema” y que más recursos se invertirían para combatir la islamofobia. Durante la Asamblea de las Naciones Unidas, Turquía fue también coanfitrión de una mesa de discusión de alto nivel en las Naciones Unidas para contrarrestar el discurso de odio.
La nostalgia de Turquía por un imperio ha encontrado puntos en común con Mahathir, quien alberga sus propios sueños de dejar un legado. Cualquiera que esté familiarizado con la política de Malasia sabe que bajo el control de Mahathir el país se ha islamizado firmemente siendo que los campus universitarios proporcionan la plataforma a la que el académico malasio Farish Noor denominó como “teocracia juvenil”. Nuevas instituciones estatales han proliferado tal como es el caso del Instituto de Conocimiento Islámico y la Universidad Islámica Internacional de Malasia. Los planes de estudio de educación primaria y secundaria fueron revisados para incluir más material sobre civilización islámica, y los programas de radio y televisión fueron modificados en consecuencia. Malasia también aprobó legislación para reflejar este cambio al implementar la ley sharia, especialmente en casos de divorcio y conversión religiosa.
Mahathir quiere ser recordado como un defensor de los musulmanes, al menos en la región. Anteriormente se había quejado durante mucho tiempo de que la OIC no había tomado las causas con la atención y la energía que requerían. El exdiplomático singapurense Bilahari Kausikan dijo que la cumbre tenía que entenderse como una “extensión de la política nacional de Malasia” más que como un evento islámico o de Medio Oriente. “Es una táctica política nacional, de eficacia probada, para hacerse pasar por líder del mundo islámico y recuperar de ese modo el terreno malasio,” dijo en Facebook.
Una agenda oculta
La cumbre en Kuala Lumpur le dio a Mahathir la visibilidad que deseaba incluso teniendo en cuenta que algunos miembros clave como Pakistán e Indonesia no participaron. Mientras que miembros principales de la OIC como Egipto y Arabia Saudita no fueron incluidos inicialmente como parte de la cumbre, eventualmente se hizo una invitación a Arabia Saudita que fue rechazada. En una videoconferencia con el rey saudita Salmán, Mahathir insistió en que la cumbre no era una alternativa para la OIC, sin embargo, gran parte del mundo ha percibido esto de forma diferente. La presencia del emir de Catar, Tamim bin Hamad al Thani, que ha tenido una disputa con los otros miembros del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo (GCC) y es un simpatizante de la Hermandad Musulmana y el presidente de Irán, Hassan Rouhani, fue vista como prueba de que la agenda oculta de la cumbre era desafiar el liderazgo de Arabia Saudita en el mundo musulmán.
La cumbre vio la participación de muchos aliados y miembros de la Hermandad Musulmana tales como el jeque Muhammad Al-Hassan Ould Al-Dadou Al-Shanqiti de Mauritania, el Dr. ‘Abd Al-Razzaq Maqri, jefe del Movimiento por la Sociedad de la Paz de Argelia e ideólogos islamistas, el controversial predicador indio Zakir Naik, que está vetado en muchos países musulmanes y es buscado en India, fijando así su dirección ideológica. La cumbre no trató ninguno de los principales problemas “musulmanes” tales como la complicada situación de los refugiados rohinyás, el tema de Cachemira, la opresión de los uigures o incluso el problema de Palestina. En lugar de ello, se preocupó mayormente de las fisuras en el mundo musulmán.
Los participantes insistieron en la necesidad de contar con una identidad islámica que se mantenga alejada de los cismas y divisiones sunitas y chiitas, por consiguiente, debilitando a Irán que se posiciona como el líder del mundo chiita. Mientras que Mahathir negó que la cumbre estuviera tratando de desafiar a la OIC, Erdogan disipó todas las dudas al afirmar que “el mayor problema de las plataformas que reúnen al mundo islámico bajo un mismo techo es el tema de la implementación. Esta es la razón por la cual no hemos avanzado en la causa palestina, no somos capaces de detener la explotación de nuestros recursos y no podemos decir basta, mientras nuestra región se desgarra por la retórica del sectarismo.” Su fórmula fue prevención “a través de la cooperación y liderazgo adecuado.” También pujó por una reforma del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, sin duda teniendo a Turquía en mente como probable candidato.
Erdogan también se expresó acerca del hard power de Turquía en la cumbre, enfatizando que Turquía redujo su dependencia extranjera en el sector de defensa a un 30%, la cual en 2003 era del 80%. Dijo asimismo que “[…] somos uno de los cuatro Estados más desarrollados del mundo en cuanto a vehículos armados aéreos no tripulados” y añadió que “[…] cuidamos nuestras necesidades de defensa al producir barcos de guerra, helicópteros, tanques, vehículos acorazados, tecnología de misiles e incluso los exportamos a naciones amigas y aliados.”
Mientras que los resultados tangibles de la cumbre todavía están por verse, su mayor logro fue envalentonar las ambiciones de Erdogan y en menor medida, las de Mahathir. Dejó claro que ambos líderes continuarán buscando nuevas causas y puntos de acceso geográficos para impulsar la agenda de la Hermandad Musulmana, junto con su propio crecimiento personal.