Mujahed Alsumaidaie, investigador en inteligencia para el Centro Europeo de Contraterrorismo y Estudios en Inteligencia (European Center for Counterterrorism and Intelligence Studies).
Las repúblicas de Asia Central — Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán — fueron significativamente influenciadas por Turquía durante la era de la Unión Soviética, y esa influencia se acrecentó desde 1991, cuando consiguieron su independencia. No se trataba únicamente de llenar el vacío que había quedado tras la caída de la Unión Soviética. Desde que Ankara se apartó de la política de aislamiento sostenida durante la era republicana y se volcó hacia Oriente, una de las áreas por las que mostró más interés en explorar fue Asia Central, donde los vínculos etno-lingüísticos son profundos. Turquía ha estado también interesada en explorar las oportunidades económicas de una zona rica en reservas de petróleo y de gas natural. Con la imposición de sanciones sobre Rusia por parte de la Unión Europea, el gran rival histórico de Turquía, tras la ocupación de Crimea el 2014, se abrieron muchos más espacios para el gobierno turco en Asia Central. [1]
Turquía fue el principal conducto para los jihadistas que llegaban desde Asia Central y Europa para unirse al Estado Islámico (ISIS) en Siria e Irak. El gobierno turco recibió muchas críticas por no haber sido capaz de detener el flujo de combatientes extranjeros hacia Siria mucho antes que lo hiciera, y una gran cantidad de acusaciones contra la participación de Turquía llegaban mucho más lejos que la negligencia. [2] Al parecer, líderes de ISIS habrían afirmado durante su captura, que obtuvieron asistencia logística y médica por parte de Turquía. Fuentes kurdas partidistas alegan que operativos de ISIS habrían recibido entrenamiento por parte de Turquía durante los combates en Kobani y otras ciudades sirias. Varios reportajes de los medios a lo largo de los años acusaron un la existencia de apoyo oficial turco hacia ISIS [3], y hasta el Vice-presidente de los EE.UU., Joe Biden, declaró descuidadamente el 2014 que “nuestros aliados” — Turquía, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos — eran “nuestro mayo problema en Siria”. Biden rápidamente se disculpó por dicha declaración. [4] No obstante, sin lugar a dudas es cierto que las políticas de Turquía durante los primeros años de la guerra siria permitieron a ISIS fortalecerse mucho más de lo que habría conseguido en otras circunstancias.
En el caso de Asia Central — y de los uigures de Xinjiang al este de la China — los jihadistas tuvieron una especial ventaja gracias al programa de visas de Turquía para dichas áreas. Éste facilitaba los viajes a Siria a través de Turquía mucho más que desde la cercana Europa. Y una vez en Siria, los ruso-parlantes encontraban una robusta infraestructura de jihadistas de los primeros días. Uno de los comandantes de ISIS más conocidos, Abu Omar al-Shishani, fue además uno de los primeros jihadistas extranjeros en trasladarse hacia Siria, llegando desde Turquía a principios de 2012.
El deseo de Turquía bajo el mandato del Presidente Recep Tayyip Erdogan de convertirse en una potencia mayor no ha sido disimulado. En repetidas ocasiones Erdogan ha declarado: “El nuevo siglo será un siglo turco”. Erdogan ambiciona expandir la influencia turca e integrar la zona cultural y económicamente a lo largo del territorio comprendido entre el Mar Mediterráneo hasta la China, tan lejos como sea posible. [5]
Existen muchos factores que hacen de Asia Central de gran importancia para Turquía. En primer lugar, los estados de Asia Central conforman una amortiguación entre Rusia y China, y ocupan un espacio entre China, Rusia e Irán — todos ellos rivales en cierto grado de Turquía. Todos los países de Asia Central tienen acceso al Mar Caspio, extremadamente rico en petróleo y gas natural; éste representa la segunda reserva más grande del mundo. [6] La gran superficie cubierta por Asia Central, alrededor de 4 millones de Km2, la hacen más grande que todos los países europeos juntos. Muchas lenguas se hablan en esa zona y está habitada por muchos grupos étnicos distintos, pero los grupos túrquicos son fuertes y brindan a Turquía conductos naturales. El poder suave turco ha aprovechado esto con éxito con una cantidad de populares series de televisión en idioma turco, asociaciones con universidades, y proselitismo islámico. Todas estas estrategias han aumentado la popularidad de Turquía tanto a nivel de la élite como entre las masas de Asia Central, y dada la importancia geoestratégica de Asia Central, esto ha rendido frutos para las políticas exteriores turcas. [7]
La situación económica
Pese al hecho que Turquía no comparte directamente fronteras con Asia Central, fue el primer país en reconocer las declaraciones de independencia de todos los países de Asia Central. Ankara intentó aprovechar aquello aumentando el número de intercambios oficiales y diplomáticos, anunciando potenciales acuerdos comerciales, prometiendo flujos de capital libres, y procurando una profundización general en la cooperación económica. Turquía ofreció a los países de Asia Central la oportunidad de unirse a la Organización de Cooperación Económica (OCE), fundada antes de la caída soviética en 1985, por Turquía, Irán y Paquistán. La oferta truca consistía en capital financiero, tecnología en know-how y puertos disponibles sobre el Mar Mediterráneo. El objetivo de Turquía al intentar acercar a los estados de Asia Central hacia la OCE era conseguir acceso a los mercados regionales con aproximadamente 70 millones de personas. Más aún, Turquía buscaba asegurar un rol para sí en el juego de poder de energía en el Caspio y convertirse además en un centro de distribución de energía.
Turquía es un inversor principal en Kazajistán, una región económica importante, y las inversiones se concentran principalmente en construcción, textiles y servicios. Turquía y Rusia son los dos socios comerciales más importantes de Azerbaiyán, un país que funciona como puente entre Europa y Asia Central. El oleoducto BTC transporta crudo desde Bakú hasta los puertos de Ceyhan y de la TANAP hacia el Mediterráneo, y transporta gas natural azerí hacia Turquía.
Al igual que con las sanciones que han debilitado a Rusia, Turquía ha tomado ventaja de los discursos internos hostiles dentro de Rusia contra los pobladores de Asia Central. Los rusos han aprovechado casos de trabajadores inmigrantes de Asia Central que se unieron a ISIS para alimentar una narrativa xenófoba según la cual los inmigrantes representan una amenaza. Se han producido numerosos arrestos en Rusia de trabajadores originarios de Asia Central, acusados de conspirar en actos de terrorismo; la evidencia es débil y/o velada en todos estos casos, y muchos inmigrantes de Asia Central sospechan que los casos son fraguados como parte de un plan para utilizar a su comunidad como chivo expiatorio. Esto es especialmente cierto en el proceso en curso por el ataque con bomba al tren subterráneo de San Petersburgo de 2017. [8]
Como resultado, Turquía les ofreció visas gratis y permisos de trabajo y facilitó su salida de Rusia. Esta medida provocó que los trabajadores de Asia Central se convirtiesen en uno de los cinco grupos de trabajadores más grandes de Turquía. Ello se traduciría en un aumento en el número de combatientes extranjeros que llegarían desde Turquía hacia ISIS y con el tiempo se volcaría en contra de la propia Turquía. Un ataque terrorista formado por disparos y bombas suicidas fue perpetrado en el Aeropuerto Ataturk de Estambul el 2016 por tres hombres armados de Rusia, Uzbekistán y Kirguistán. Los atacantes y otras 45 personas murieron y más de 230 personas resultaron heridas.
Turquía buscaba ganar influencia económica sobre Asia Central, aun a costa de sí misma. La mano de obra extranjera llegaba a Turquía cuando en el país existía una población desempleada de 3,8 millones de personas y una tasa de desempleo de 20% entre la juventud. Y sin embargo, Turquía admitió a 3.000 inmigrantes de Uzbekistán, un tercio de ellos ilegalmente.
La situación política
Si bien Turquía se encuentra principalmente comprometida en aspectos económicos con Asia Central, no tiene aspiraciones políticas. En efecto, Turquía no interfiere con los asuntos internos de estos estados como lo hace Rusia, pero aun así los turcos se enfrascan en competencias sectoriales contra los rusos. Y en vista que Rusia se ha convertido en un paria en Occidente, Turquía cree que los países de Asia Central la necesitan como puente hacia Europa y EE.UU. y procura depositar su peso político sobre este concepto. Turquía ha intentado promover políticas participativas y representativas en estos estados altamente centralizados, pero Turquía es pragmática respecto a la situación de Asia Central, y de ahí que coloque mayor énfasis en asuntos comerciales, donde puede llegar a tener más efecto. [9]
A medida que la influencia de Rusia se ha visto debilitada por las sanciones de la U.E., Turquía ha dado un paso adelante utilizando a la OTAN, proporcionando entrenamiento para oficiales y fuerzas de paz en Asia Central. Estos programas proporcionaron a Turquía acceso a estos países en materia de seguridad y le permitieron ejercer más influencia, si bien no está claro qué beneficios tangibles obtuvo Turquía gracias a esta cooperación. Turquía ha sido un árbitro neutral en mayor o menor medida: estableciendo lazos políticos funcionales con estos países a través de la priorización de las relaciones bilaterales, a la vez que se concentra en preservar la independencia de éstos y mantenerse neutral ante los conflictos entre ellos. Debido a que el enfoque de Turquía se halla en el acceso al Caspio y a las reservas de petróleo y gas natural que en él se encuentran, ella no necesita escoger un bando. [10]
Conclusiones
Desde que los países de Asia Central consiguieron su independencia, se ha producido un surgimiento de influencia turca en la región, y un aumento de la influencia de Turquía en contraposición con Rusia, especialmente desde que Moscú se ha visto constreñida por las sanciones de Occidente. La pugna por los recursos naturales de la región la han hecho política y socialmente inestable desde hace mucho tiempo. Junto a los compromisos económicos, Turquía ha llevado programas militares a países como Kazajistán y Kirguistán bajo la bandera de la OTAN, entrenando a sus fuerzas de seguridad y expandiendo la influencia de Ankara como parte de tales tratos. Mucho de esto es recibido positivamente por los locales. Pero los desafíos claves que enfrenta la región, particularmente el aumento del terrorismo, parten también de las políticas turcas, sobre todo la negligencia demostrada mientras gente proveniente de Asia Central atravesaba Turquía para unirse a ISIS. Estos combatientes pueden regresar ahora a su hogar luego de haber ganado experiencia en el campo de batalla.
*European Eye On Radicalization pretende publicar una diversidad de perspectivas y como tal, no respalda las opiniones expresadas por los colaboradores. Los puntos de vista expresados en el artículo a continuación representan solamente al autor.
[1] Fredrik Settman, “Turkish ambitions in Central Asia”, Eastwest64, 23 February 2019.
[2] Harut Sassounion, “Turkey’s support of terrorists in Syria exposed in secret wiretaps”, The Armenian Weekly, 12 February 2019.
[3] David Philipe, “Research Paper: ISIS-Turkey Links”, Institute for the Study of Human Rights, Columbia University, New York, USA.
[4] “Vice President Biden Speaks to the John F. Kennedy Jr. Forum,” The White House YouTube feed, 2 October 2014.
[5] Fredrik Settman, “Turkish ambitions in Central Asia”.
[6] Muhammad bin Sulayman al-Tayee, ‘Central Asia: A Zone of Conflict and International Competition’, Al-Watan Newspaper (Sultanate of Oman), 12/09/2015
[7] Khamza Sharifzada, “To Russia or Turkey? A Central Asia migrant worker’s big choice”, The Diplomat, 2 January 2019.
[8] Kyle Orton and Oved Lobel, “Did Moscow Fake a Suicide Bombing?”, Haaretz, 14 July 2019.
[9] Thomas Wheeler, “Turkey’s role and interest in Central Asia”, Saferworld, October 2013, p 7.
[10] Ibid., p. 8.