Charlotte Littlewood, directora fundadora y coordinadora de proyectos de mujeres en Palestina para el proyecto Become The Voice, candidata a doctorado especializada en extremismo islamista en el Reino Unido y excoordinadora gubernamental de lucha contra el extremismo.
Una nueva ola de extremismo islamista se está apoderando de Cisjordania mientras se prepara para su primera elección desde 2006. A medida que la Autoridad Palestina (AP) se vuelve sensible a las preocupaciones de la comunidad, Hizb-ut-Tahrir (HuT), el grupo islamista global, está aprovechando la oportunidad para exigir a la AP que revoque la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), clausure las organizaciones de derechos de las mujeres y prohíba la educación feminista en las escuelas.
Miles de personas asistieron a reuniones y realizaron protestas para debatir y oponerse al «problema» de la CEDAW, una declaración internacional de derechos para las mujeres que ha sido ratificada por 189 Estados, incluido Palestina en 2014. El sitio web oficial de Hizb-ut-Tahrir afirma que CEDAW es una «conspiración occidental contra la unidad familiar islámica», una acusación común en contra del trabajo progresista de derechos humanos. Antes de las protestas celebradas en enero, acusaban a las organizaciones de mujeres de tener la culpa de los femicidios en Cisjordania declarando que: «Las organizaciones de derechos de las mujeres son las responsables de matar a las mujeres por incitarlas a la rebelión».
El femicidio es un gran problema en Cisjordania. En 2018, el Centro de Ayuda Legal y Asesoramiento para Mujeres con sede en Hebrón registró 23 femicidios. Los femicidios en Palestina se basan en una cultura del honor. Se considera que las mujeres llevan el honor familiar y si lo deshonran al actuar de una manera que no se considera apropiada para una mujer, deben ser castigadas para restablecer la reputación de las familias. «Muchos en la comunidad palestina han ignorado por mucho tiempo esta barbarie», comentó Sahar al-Kawasmeh, directora de la organización Roles For Social Change Association (ADWAR), una organización de derechos de las mujeres.
La cultura del honor fue testigo del horrible asesinato de Israa Ghareeb el pasado verano, que generó protestas en Medio Oriente y en Europa. El ataque fatal llevó a la juventud palestina a reunirse y, al presentar sus respetos colectivos a Israa, se declararon en contra del crimen de «honor». El primer ministro Muhammad Shtayyeh hizo una fuerte declaración: «Debemos fortalecer el sistema de protección de las mujeres palestinas».
La respuesta política y comunitaria al asesinato de Israa dio esperanza a las mujeres palestinas de que a raíz de esta situación se podrían comenzar a defender los derechos de las mujeres en la región. Un grupo de hombres en una marcha en Ramallah comentaron: «quizás este sea el impacto que la sociedad necesitaba para lograr un cambio legal y social para proteger mejor a las mujeres».
No existe ninguna evidencia de que Israa tuviera la culpa de su propio asesinato, pero esto es exactamente lo que HuT cree. Al decir que las organizaciones de derechos de las mujeres están matando mujeres en Palestina, argumentan que la ideología feminista que sustenta a dichos grupos está inspirando un comportamiento «deshonroso» entre las mujeres que, según sus ideales islamistas y culturales extremos, deben ser castigadas con la muerte.
En este sentido, el grupo ha exigido el cierre de todas las organizaciones de mujeres y sus filiales en Palestina, que las mujeres que trabajan para las organizaciones de mujeres abandonen sus trabajos y que las empleadas de las organizaciones de mujeres (o sus representantes) dejen de enseñar en las escuelas. Estas demandas vienen acompañadas de una amenaza implícita.
Después de esta muestra de apoyo político de los derechos de las mujeres durante el verano, actualmente se ha desvanecido. En medio de las protestas recientes, el 24 de diciembre el juez palestino Mahmoud al-Habbash, afirmó: «No realizaremos ninguna acción que […] trascienda los valores de nuestra sociedad, su cultura y religión». Continuó: «Incluso si Palestina firmó el acuerdo [CEDAW] para combatir la discriminación contra la mujer, basado en los valores de nuestra verdadera religión, nuestra herencia nacional y nuestra Constitución […] no realizaremos ningún acto que toque nuestros principios o nuestros valores».
Fatah, la facción dominante dentro de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) que controla las instituciones de Gobierno de la Autoridad Palestina en Cisjordania, ha ido más allá, afirmando: «Nuestra lealtad es a nuestra religión, a la sharia y nuestros valores […] creemos que la firma de este tratado [por la AP] se hizo debido a consideraciones políticas especiales para asegurarnos un lugar en las Naciones Unidas».
Cisjordania no es ajena a los grupos extremistas que aprovechan los disturbios políticos en detrimento de las mujeres. Desde la primera intifada, las organizaciones de derechos de las mujeres han registrado una regresión en los derechos de las mujeres. Muhammad, director de la Asociación de Planificación Familiar Palestina en Hebrón, dice: «Durante la primera intifada en 1987, la inestabilidad y la falta de liderazgo político permitieron la entrada del islam político».
Rateeba Alaedin, que trabaja para el foro juvenil Sharek y junto a la ONU, agregó: “Llegaron e influyeron tan rápido en nuestras comunidades que ahora tenemos un gran problema para presionar contra su versión del islam y el efecto negativo que está teniendo en nuestra sociedad: matrimonios precoces, hijabs usados por niñas y obligatorio para las mujeres, mujeres que se quedan en el hogar, además nuestras leyes y políticas controladas por la religión. Este no es nuestro islam».
Con continuos disturbios políticos y una inminente elección, las condiciones no son diferentes a las de la primavera árabe, los islamistas como HuT tienen una vez más una gran oportunidad para avanzar en su agenda y hacerse valer sobre la comunidad. El terreno ganado para las mujeres en el verano podría perderse fácilmente, como lo fue la experiencia de los derechos de las mujeres durante la primera intifada. Es hora de una AP audaz y no la cobardía que estamos viendo. Es un momento peligroso para las mujeres.