European Eye on Radicalization
European Eye on Radicalization (EER) ha analizado en muchas ocasiones la importancia de los vínculos de sangre dentro de las redes terroristas. Osama bin Laden podría ser considerado el patriarca terrorista por excelencia. De sus 23 hijos, 14 fueron varones y varios de ellos mantuvieron la participación de la familia en el terrorismo, como fue el caso de Saad bin Laden, quien fue asesinado durante el ataque de un dron en Pakistán en 2009, y Khalid, quien murió junto con su padre en Abbottabad en 2011.
Sin embargo, es Hamza bin Laden, uno de los hijos favoritos de Osama, quien siempre ha sido uno de los hermanos más fervientes en su apoyo a la yihad violenta. Tras haber sido preparado para su labor yihadista por su padre, y por Ayman al-Zawahiri, el sucesor de Osama como líder de al-Qaeda, Hamza fue presentado al mundo en agosto de 2015 con su primer discurso.
Desde entonces, Hamza se ha convertido en portavoz habitual de al-Qaeda. En julio de 2016, Hamza llamó a vengar la muerte de su padre: “Si creen que el crimen infiel que cometieron en Abbottabad ha ocurrido sin castigo, se equivocaron.”
Un año más tarde fue calificado como Terrorista Global Especialmente Designado por el Departamento de Estado de los EE.UU.
En 2018 se reportó que Hamza había contraído nupcias con la hija de uno de los principales líderes del ataque del 11-S, Mohammed Atta, demostrando nuevamente la importancia de los lazos de sangre dentro de las organizaciones terroristas.
Hamza cumplió, o cumplirá, 30 años de edad este año. Pese a su relativa juventud, está siendo preparado para un rol de liderazgo dentro de la organización fundada por su padre, que probablemente se manifestará en la medida que al-Qaeda trace sus planes a futuro, incluyendo una posible reorganización del movimiento yihadista internacional, tras el colapso del Estado Islámico.
Hace pocos días, Arabia Saudita anunció que había revocado la ciudadanía a Hamza, un día después que los EE.UU. anunciaran una recompensa de un millón de dólares (Dm 3,67M), acusándolo de estar convirtiéndose en un miembro cada vez más importante de al-Qaeda. El Reino anunció el Real Decreto a través de una circular del Ministerio del Interior, que de hecho ya había sido firmada en noviembre pasado.
El Comité del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a cargo de las sanciones relacionadas con al-Qaeda declaró el pasado 28 de febrero que la relevancia de Hamza ha aumentado en los últimos años, llamándole “el sucesor más probable” de al-Zawahiri una vez al-Qaeda pase a una siguiente etapa. Las sanciones impuestas a Hamza incluyen la prohibición para viajar, el congelamiento de activos, y un embargo de armas que todos los Estados miembros de las Naciones Unidas están obligados a cumplir.
Históricamente, al-Qaeda siempre se ha caracterizado por elementos significativamente diferentes a los del Estado Islámico. Contrario a la temeraria propaganda del califato, al mejor estilo de Hollywood, al-Qaeda plantea manifestaciones de mayor duración, quizá de forma menos atractiva y con una ideología relativamente sofisticada. En contraste con la proclamación espectacular del califato del Estado Islámico, al-Qaeda prefiere una postura más reflexiva y de largo plazo.
No obstante, pese a la falta de conocimientos teológicos y doctrinarios entre las bases del Estado Islámico, el grupo ha sido capaz de atraer un número de combatientes y simpatizantes sin precedentes, creando y sosteniendo un interés que al-Qaeda ha tenido problemas en mantener. Con la destrucción del califato, que parece reivindicar a al-Qaeda, eso podría no cambiar.
Para lograr recuperar su atractivo, al-Qaeda podría jugar ahora la carta de la continuidad, centrando su liderazgo en la imagen de Hamza bin Laden, hijo del heroico fundador que tenía además el carisma del cual evidentemente al-Zawahiri carece. De esta manera, el futuro de al-Qaeda podría implicar un regreso a su pasado glorioso, una narrativa que siempre ha sido ampliamente explotada por los yihadistas en todo el mundo.