Fouad Alasiri
La estructura y la integridad de los sitios considerados patrimonio de la humanidad deben ser firmemente protegidas. Esto incluye no solo proteger físicamente estos edificios manteniendo intacta la arquitectura, el estilo y los materiales de construcción originales, sino también manteniendo la función y el nombre original del sitio. Sin embargo, la reciente amenaza del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, de convertir a Hagia Sophia de un museo a una mezquita ha cruzado una línea roja y establece un precedente peligroso.
Si grupos radicales ven a los Gobiernos ignorar y destruir sitios considerados patrimonio de la humanidad, podrían verlo como una luz verde para apuntar hacia otros sitios similares. Por lo tanto, la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) tiene la importante responsabilidad de garantizar que estos sitios patrimonio de la humanidad estén protegidos.
La historia de preservación del islam
Entre los siglos VIII y XIV -la Edad de Oro del islam- la mayoría, si no todos, los sitios religiosos estaban protegidos en lugares como Palestina, Egipto, Irak, Persia, Iberia, etc. Sin duda, los líderes y sultanes islámicos durante esta época cometieron horribles crímenes mientras expandían sus territorios políticos, al igual que los líderes de las naciones e imperios europeos. A pesar de esto, los sitios religiosos y culturales fueron en gran parte preservados y protegidos. Las razones para preservar estos sitios iban desde mejorar la imagen del nuevo gobernante, hasta aprovechar las habilidades y el conocimiento de la gente local o bien por razones morales.
La era de la destrucción cultural
Esta protección terminó en 1453, cuando el Imperio Otomano se apoderó y ocupó Constantinopla, perteneciente al Imperio Bizantino. El sultán Mehmet el Conquistador, también conocido como Mahoma II, ordenó que Hagia Sophia se convirtiera de una iglesia ortodoxa a una mezquita. Durante su conversión, muchos mosaicos que representaban a Jesús, ángeles y santos cristianos fueron destruidos o cubiertos por nuevas obras de arte islámicas. Por otra parte, es importante tener en cuenta que durante este período sitios de herencia musulmana también fueron borrados por los cristianos. Cuando los musulmanes perdieron el control de Iberia en 1492, la reina Isabel de Castilla y el rey Fernando de Aragón convirtieron muchas mezquitas en iglesias.
Avanzando hasta principios del siglo XX, se produjo entonces un cambio colectivo en la mentalidad donde la destrucción de sitios históricos, se consideró en gran medida como un crimen contra la humanidad. En 1935, Mustafa Kemal Ataturk, el padre del Estado turco moderno, ordenó que Hagia Sophia se convirtiera de una mezquita a un museo.
Las provocaciones de Erdogan
En mayo de 2014, decenas de miles de fieles turcos se reunieron para pedirle al Gobierno que convierta a Hagia Sophia de vuelta en una mezquita, pocos días antes de que Erdogan comenzara su campaña presidencial. En respuesta, instruyó a los funcionarios a realizar un estudio para encontrar otro uso para Hagia Sophia. La medida fue ampliamente condenada por los críticos. Muchos funcionarios griegos condenaron la medida como contraria a sus sentimientos religiosos y nacionales. Otros vieron la decisión de Erdogan como una jugada política contra Grecia o un intento de expandir su base electoral islamista.
En junio de 2018, Erdogan obtuvo un nuevo mandato presidencial de cinco años. La victoria electoral le otorgó nuevos poderes presidenciales, ganó en un controvertido referéndum en 2017 y en marzo de 2019 Erdogan pidió explícitamente la conversión de Hagia Sophia a una mezquita. Los críticos denunciaron la medida, señalando que no había escasez de mezquitas en Estambul. De hecho, la mezquita del Sultán Ahmet, que se encuentra frente a Hagia Sophia, puede albergar a 10.000 fieles y la cercana mezquita de Suleymaniye puede albergar 20.000 fieles y rara vez se llena por completo.
En respuesta a la declaración de Erdogan, the Hellenic American Leadership Council, the Armenian National Committee of America e In Defence of Christians, enviaron cartas a la UNESCO exigiendo que actúe para proteger a Hagia Sophia. Además, han lanzado una campaña en las redes sociales para resaltar la importancia del tema.
Históricamente, los sitios patrimoniales eran destruidos para debilitar a los opositores políticos. Por ejemplo, en 1944 el ejército estadounidense bombardeó un sitio histórico fundado en el año 529 por Benito de Nursia en Montecasino porque pensaba que las tropas alemanas podrían usarlo. Está claro que Erdogan está haciendo lo mismo. Está utilizando a Hagia Sophia como un instrumento contra sus oponentes políticos nacionales y extranjeros.
Los peligros del Neo-Otomanismo
En un informe publicado por el Middle East Institute, los investigadores Marwa Maziad y Jake Sotiriadis hablan sobre el movimiento Neo-Otomano en Turquía, que pone un gran énfasis en el nacionalismo y el islam político, que se basa en el legado del Imperio Otomano a través de la expansión de las fuerzas militares, económicas y el poder político. Al observar el comportamiento de Turquía en la región hoy, está claro que está implementando esta estrategia Neo-Otomana a medida que avanza para expandir su influencia en países como Catar, Somalia, Libia y Siria.
Al seguir esta estrategia, Turquía ha logrado enfadar a los Estados Unidos, Europa, Rusia, Egipto y al Consejo de Cooperación del Golfo (GCC por su sigla en inglés). Cada año que pasa, Turquía se va alejando más de la diplomacia y se ha acercado más al uso de la fuerza para lograr sus objetivos. Un ejemplo de esto son las incursiones de Turquía en el mar Mediterráneo. En lugar de buscar negociaciones con Chipre sobre el descubrimiento de gas natural en aguas mediterráneas, ha establecido provocativamente su presencia naval allí.
Conclusión
Si bien Erdogan ha señalado a Grecia, diciendo que no hay ni una mezquita en pie en Atenas, esto no es excusa para convertir a Hagia Sophia en una mezquita. Es simplemente una forma que tiene Erdogan para desviar la atención de los medios al comparar el número de mezquitas en Atenas con el número de iglesias en Estambul. Permitir que Erdogan convierta a Hagia Sophia en una mezquita seguramente complacerá a los yihadistas radicales y los animará a apuntar hacia otros sitios patrimoniales no islámicos en la región.
Hagia Sophia no solo no debe convertirse en una mezquita, sino que existe un argumento legítimo de que debe convertirse de nuevo en una iglesia y un museo. Al hacer esto, Turquía no solo podría corregir el error histórico del Imperio Otomano, sino que también podría calmar las crecientes tensiones regionales.
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