European Eye on Radicalization
El Proyecto sobre la Democracia de Oriente Medio y el Observatorio de Derechos Humanos (POMED y HRW, por sus siglas en inglés) el 10 de septiembre pasado auspiciaron conjuntamente un panel titulado “Qatar Adentro y Afuera: Una Mirada en detalle a la Política, Derechos Humanos y Política Exterior del Estado del Golfo”. El debate fue bastante variado en torno a los temas Qatar y sus vecinos y en el propio Qatar.
Stephen McInerney, Director Ejecutivo de POMED, introdujo el panel observando que cuando visitó Qatar en 1999, nadie en los EEUU había escuchado hablar del país. Esto ahora es muy diferente, pues la mención de Qatar provoca apasionadas y polarizadas reacciones. Inclusive el panel auspiciador había derivado en feroces reacciones, observó McInerney, con acusaciones en sentido que uno u otro estado del golfo había financiado el evento y que cierta agenda estaba en marcha, como lo demostraba la conformación del panel. Puesto que aseguró audiencia, ese no era el caso. McInerney invitó a la primera panelista.
Andre Prasow es Directora en Ejercicio de HRW en Washington. Comenzó señalando que Qatar está muy afectado por esta imagen, como lo están otros países del Golfo, y por ello intentó introducir reformas –o al menos emprendió acciones que se vieran como intentos de introducir reformas– en el archivo de derechos humanos. Existen sobre todo “un montón de promesas pero muy poca acción”, señala Prasow. Localmente, no “hemos visto realmente gran cantidad de reformas”.
Esta política deliberada de representaciones se pudo observar cuando Qatar firmó una carta de apoyo al tratamiento de China hacia la minoría musulmana Uigur –cientos de miles de uigures han sido relegados a campos de reeducación por el gobierno comunista; y luego retiró su firma después de la protesta.
Todos conocen la situación de las mujeres en Arabia Saudita, dice Prasow, aunque en Qatar hay asimismo leyes de tutelaje. Las disparidades legales para las mujeres abarcan las áreas de posesión de bienes, el acceso al divorcio, y las leyes de zina (relaciones sexuales ilícitas) que tienden a ser inherentemente desventajosas para las mujeres. Si hay algún factor mitigador es que el gobierno qatarí tiende a materializar el procesamiento de las leyes zina, pero rara vez ejecuta las sanciones.
Marti Flacks, director adjunto y jefe de la Oficina estadounidense del Centro de Negocios y Derechos Humanos, una empresa preocupada por la ética en los negocios, señaló que en Qatar el pago tardío de salarios o la falta de pago es un problema común, y deja a las personas incluso sin sus necesidades básicas.
La libertad de movimiento está altamente cercenada, especialmente para los trabajadores extranjeros cuyos pasaportes por lo general son confiscados por los empleadores; lo cual los coloca a merced de sus jefes. Las condiciones de trabajo son asimismo azarosas, especialmente debido a un clima tan caluroso que provocó muertes durante la construcción de estadios para la Copa Mundial FIFA 2022 a celebrarse en Qatar.
Qatar quiso enfrentar algunas de estas preocupaciones firmando un convenio con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en noviembre de 2017. Qatar está “justo a medio camino de la implementación de ese convenio”, señala Flacks. Las restricciones para salir del el país se han relajado, no se han eliminado, agregó.
Una limitación permanente de importancia son las restricciones de Qatar sobre la libertad de cambiar de trabajo, explica Flacks. Aunque formalmente se han relajado, estas restricciones se mantienen en gran medida en vigencia en la práctica y, combinadas con la falta de derecho a la sindicalización, implica que las empresas tienen muy poco incentivo para tratar bien a los trabajadores; no hay competencia porque los trabajadores no pueden irse a otro lugar si son maltratados. El mes pasado, por primera vez, tuvo lugar una huelga y protestas por las condiciones de trabajo. Hay que decir a favor del gobierno de Qatar que no desbarató tales manifestaciones.
Hay todavía mucho trabajo para hacer de Qatar un lugar aceptable para los trabajadores, concluyó Flacks.
A continuación habló David Weinberg, director de asuntos internacionales de Washington en la Liga Antidifamación (ADL, por su sigla en inglés).
Las tasas de antisemitismo en Oriente Medio son muy altas, de modo que la ADL mantiene un enfoque estricto: en los casos en que los estados sean responsables de incitar o propagar activamente el odio antijudío. “Qatar es uno de los gobiernos de Oriente Medio más problemáticos en este sentido”, señala Weinberg. Qatar no es tan lesivo como la República Islámica de Irán o las autoridades palestinas –tanto la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) como HAMAS. Qatar es apenas rivalizado por el gobierno saudí, que es peor en algunos lugares y mejor en otros.
Un área impactante donde Qatar disemina odio es en los libros de texto escolares, que pretenden educar a los niños y que tienen el sello del Ministerio de Educación, es decir documentos por los que Doha no puede eludir responsabilidad. Los libros de texto qataríes no muestran tolerancia alguna respecto a religiones que no sean del Islam, las cuales se describen como en un estado perpetuo de guerra con los creyentes e incluso en el Islam, los libros de texto enseñan que los chiitas van al infierno, explica Weinberg. Estos libros de texto contienen cada uno de los tropos antisemitas, dice Weinberg, los cuales sugieren que los judíos dominan secretamente el mundo; y, en la forma tradicional de las teorías antisemitas de conspiración, al mismo tiempo sostiene que todos estos omnipotentes judíos son débiles y despreciables.
Sería más fácil afirmar que los libros de texto eran un caso aislado –un descuido burocrático de algún tipo– si no fuera por el contexto circundante, observa Weinberg. Qatar permite la tolerancia: hay ocho iglesias cristianas reconocidas, y hay libertad para que hindús, budistas, bahai, judíos rindan culto en privado. Pero, si Qatar tiene una autoridad religiosa superior, ese es Yusuf al-Qaradawi, el clérigo egipcio y miembro de la Hermandad Musulmana, famoso por su fatua autorización para la explosión de bombas suicidas. Al-Qaradawi se ha sentado al lado del emir qatarí Tamim al-Thani, durante el iftar Ramadam año tras año durante los últimos cinco, informa Weinberg. Este año, un día después del iftar, donde Emir Tamim besó a Al-Qaradawi en la frente (una manifestación física de la bendición del estado), Al-Qaradawi publicó un artículo en la prensa qatarí comparando a los judíos con monos y cerdos. La Unión Internacional de Eruditos Musulmanes (IUMS, por su sigla en inglés) que solía estar encabezada por Al-Qaradawi con el apoyo estatal qatarí, ha bombardeado con material y continúa haciéndolo, lo cual muestra una línea aún más dura que los vecinos de Qatar en el Golfo, informa Weinber, y el sucesor de Al-Qaradawi en el timón de la IUMS, Ahmad al-Raysuni, recientemente defendió Al-Jazeera, el canal satelital patrocinado por el estado qatarí, para un programa que distorsiona la verdad acerca del Holocausto.
Pero eso no es todo. Weinberg se refiere a las ferias del libro estatales que diseminan toda forma de incitación, a la negativa del estado qatarí a utilizar sus otrora vivamente ejercitadas leyes en contra de la difamación de la religión para defender a los judíos, el auspicio rutinario de predicadores conocidos por el extremismo en mezquitas del estado, y el notable contenido del Al-Jazeera que ensalza a terroristas, al referirse a ellos como “mártires” cuando son asesinados o se suicidan atacando a Israel.