Amarnath Amarasingam es Profesor Adjunto en la Escuela de Religión de Queen’s University en Ontario, Canadá. También es Investigador Principal en el Instituto para el Diálogo Estratégico (ISD, por su sigla en inglés), y miembro asociado del Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización (ICSR, por su sigla en inglés). Sus temas de investigación abarcan radicalización, terrorismo, política de la diáspora, reconstrucción de posguerra y sociología de la religión. Es autor de Pain, Pride, and Politics: Social Movement Activism and the Sri Lankan Tamil Diaspora in Canada (2015), y coeditor de Sri Lanka: The Struggle for Peace in the Aftermath of War (2016). También ha colaborado con artículos para The New York Times, The Washington Post, CNN, The Atlantic y Foreign Affairs.
El profesor Amarasingam ha realizado más de 50 entrevistas con excombatientes de los Tigres de Liberación del Eelam Tamil (LTTE, por su sigla en inglés) o Tigres Tamil a lo largo y ancho de las antiguas zonas de guerra de Sri Lanka en 2013 y 2014. También ha dirigido investigaciones de campo en Siria, Irak, Marruecos, Somalia, Líbano e Israel/Palestina y codirigido un estudio sobre combatientes extranjeros en Siria e Irak durante seis años.
Dada tan extensa experiencia, la conversación con el Prof. Amarasingam abarcará una gama de tópicos diferentes.
- Usted está entre los intelectuales que condujeron el trabajo de campo más amplio con combatientes extranjeros actuales y antiguos. ¿Cómo resumiría sus puntos de vista acerca de los llamados repatriados y sus familias? ¿Qué enfoques están adoptando los países occidentales?
Sólo en el campamento Al-Hol, según cifras recientes, hay más de 70.000 personas de alrededor de 50 países. Este es un número enorme. Solo 12 de estos países han hecho un esfuerzo por repatriar a algunos de sus ciudadanos y aun así, todo el proceso ha sido confuso y disperso. Algunos países -como Australia y Trinidad- solo se llevaron a huérfanos. Otros llevaron de vuelta a familias enteras. Estados Unidos lo hizo solo con personas que en su opinión podía inculpar rápidamente y dejando a muchas otras atrás.
He estado afirmado esto por un tiempo, pero no hay nada acerca de toda esta situación que no fuera obvio desde hace varios años. Incluso después de que la gente comenzó a irse en 2012, muchos académicos y analistas conversamos sobre cuántos jóvenes regresarían, y de lo atinado de mantener esta conversación sobre política. Ahora debemos estar preparados para el regreso de niños que han experimentado años de trauma, han visto interrumpida su educación y han estado expuestos a la violencia a edad temprana. Asimismo, sobre la necesidad de acostumbrar a la población en general a la idea de que regresarán, es posible que subestimáramos la escala, pero ciertamente no debería haber sido sorprendente.
- Usted es asimismo un experto en movimientos sociales y políticos en Sri Lanka. ¿Cuál es la alerta terrorista en el país, después de los atentados del 21 de abril? ¿Han tomado alguna nueva medida las autoridades para enfrentar la amenaza?
Al menos en el periodo inmediatamente posterior, el presidente y el primer ministro del país tomaron las decisiones equivocadas. No aparecieron ni aclararon que el ataque fue obra de una pequeña red, que los musulmanes son fundamentalmente parte de un tejido étnico y religioso de Sri Lanka, y que la comunidad musulmana en la provincia oriental ha estado expresando su desagrado respecto de este grupo por lo menos durante dos años. En lugar de ello, dejaron que los “traficantes del odio”, los budistas radicales una vez más controlen la conversación e hicieron muy poco por detener lo que pasó a continuación: días y días causando confusión, con la mira en las mezquitas y negocios de propiedad de musulmanes. El Gobierno tuvo una oportunidad real de unir al país pero, como sucedió muchas veces en el pasado, fue un rotundo fracaso.
Sri Lanka es un país herido, apenas una década atrás emergió de casi 30 años de guerra, que desplazó y mató a cientos de miles de personas, entre ellas a mi familia. Obstinadamente se niega a aprender de las lecciones del pasado. Esto para no mencionar a la comunidad de Tamil, y las continuas dificultades que enfrenta en las antiguas zonas de guerra: desapariciones, arrestos arbitrarios continuos, cambios demográficos forzosos y militarización. A la pregunta de si se tomaron “medidas” para enfrentar la amenaza, la respuesta es que, al actuar torpemente, hicieron todo lo posible para asegurar la presencia continua de amenazas.
- European Eye on Radicalization presta especial atención a las similitudes entre diferentes formas de radicalización. En particular, creo que la extrema derecha ahora se caracteriza por aumentar la espectacularización y que se inspira en la última ola de yihadismo, que es ideológicamente más débil que las anteriores y está más enfocada en la acción.
¿Qué similitudes y diferencias identifica entre el yihadismo y el radicalismo de extrema derecha? ¿Cuáles son sus puntos de vista sobre el radicalismo de la extrema derecha en Occidente?
Pienso que uno de los errores que han cometido los analistas recientemente es restar importancia a la ideología. Parecen sugerir básicamente que puesto que ambas -las ideologías yihadista y de la extrema derecha- se inspiran en la violencia, simplemente se anula la ideología como factor. No porque las particularidades ideológicas de estos dos movimientos sean diferentes significa que no es importante. La ideología no es lo único que importa, pero es un elemento relevante de lo que mantiene unidos a los movimientos, y a veces conduce a individuos a la violencia.
- Las similitudes son interesantes, y eso es algo en lo que he estado pensando más en estos días. Ambos movimientos tienen, por ejemplo, una noción de una época dorada del pasado, cuando todo estaba bien, y culpan a una serie de “otros” por la pérdida de esa época de oro; y ambos tienen una perspectiva utópica de cómo se ve el futuro ideal. Aún con sus particularidades, ambos tienen varias ideas conspirativas en común, perspectivas comunes sobre género y los dos tienden a ser antisemitas. Pero definitivamente hay un espacio aquí para una investigación tendiente a profundizar realmente en los elementos en común de estos dos movimientos. Creo que podemos aprender muchísimo.
La ideología cumple un papel importante y no debe subestimarse. No obstante, personalmente veo una simplificación de la explotación de la ideología en la extrema derecha para adaptarla a la acción inmediata, lo cual se asemeja a lo ocurrido con la denominada tercera ola de yihadismo, representado principalmente por el Estado Islámico (EI). ¿Es real esta simplificación? ¿Cuáles serán sus consecuencias?
Pienso que es cierto para la mayoría de los movimientos. Parece haber un gran malentendido en torno a si los miembros de grupos deben ser expertos en la ideología como condición para estar profundamente comprometidos con las doctrinas. Un soldado del ejército estadounidense podría ser un patriota dispuesto a lanzarse al ataque sin comprender plenamente la constitución, el liberalismo, la democracia, etc. Su compromiso con el país no depende de una comprensión “académica” de lo que hace a Estados Unidos el país que es. Eso mismo ocurre con los yihadistas. Tenemos el caso famoso de hace unos cuantos años, cuando un grupo de jóvenes fueron arrestados por llevar el libro “Islam for Dummies” (Islam para tontos) en sus mochilas. Y la gente concluyó entonces que todo el que se une al EI ignora todo sobre el Islam, y que por lo tanto la religiosidad y la ideología no eran importantes. Aquí puede aplicarse la analogía del soldado: Uno puede estar completamente comprometido con ideas e ideales religiosos, sin ser un “erudito” en esa religión. La mayor parte de las religiones, de hecho, aclaran esa distinción. Es por eso que a menudo recalco la diferencia entre religión y religiosidad. Este último término da lugar al tipo de creencia joven e ingenua pero aun así profunda, de compromiso, que vemos más y más en estos días.