Daniel Koehler es Director del Instituto Alemán de Estudios sobre Radicalización y Desradicalización (GIRDS) y cofundador del Periódico para la Desradicalización que creó junto con GIRDS en el año 2014.
Ha trabajado como consejero de familia y de desradicalización en múltiples programas y ha desarrollado varias aproximaciones metodológicas a la desradicalización, especialmente en programas de consejería familiar alrededor del mundo.
Sara Brzuszkiewicz: ¿Cuáles son las actividades principales del Instituto Alemán de Estudios sobre Radicalización y Desradicalización (GIRDS)?
Daniel Koehler: El Instituto Alemán de Estudios sobre Radicalización y Desradicalización (GIRDS) es una red apolítica y sin fines de lucro de académicos y expertos en combatir el extremismo violento y la radicalización, incluyendo la desradicalización, rehabilitación y reintegración de extremistas y terroristas. Dos de nuestros proyectos más importantes consisten en la publicación, revisada y de acceso libre, JD Journal for Deradicalization (Periódico para la Desradicalización), y organizar la única base de datos sobre extrema derecha y terrorismo yihadista en Alemania (DTG-RWX, DTJ-JI). Hemos creado también la red internacional Mothers for Life (Madres por la Vida), que actualmente reúne a padres de yihadistas de 11 países, siendo como una especie de grupo de autoayuda, y que asiste a padres y familias de todo el mundo para luchar contra la radicalización violenta. Entrenamos a expertos en el campo de CVE (Countering Violent Extremism – Combatir el Extremismo Violento) y desradicalización, como por ejemplo a funcionarios supervisores de libertad condicional en Minneapolis o a través de nuestro proyecto de artes marciales (DVKE), en el que capacitamos a instructores de artes marciales para convertirse en mentores contra el extremismo violento. Estas son apenas algunas de nuestras actividades.
S.B.: ¿Cómo definen ustedes a la radicalización religiosa y de extrema derecha?
D.K.: La radicalización como tal, a mi manera de ver, es el proceso de alienación de valores e ideales políticos (Ej.: justicia, honor, libertad) combinado con el incremento de una urgencia definida ideológicamente para actuar contra lo que es percibido como un enemigo, una ofensa, injusticia, etc. En esencia, si la base ideológica de dicha alienación se construye sobre la desvalorización de otros seres humanos, este proceso, de continuar, conducirá inevitablemente a concebir el uso de la violencia como la única opción para resolver esa tensión psicológica. Desde mi punto de vista, la psicología detrás de la extrema derecha y de la radicalización religiosa es la misma. Naturalmente, el contenido específico y las manifestaciones difieren en cierto punto.
S.B.: Personalmente concuerdo con su explicación en cuanto a que los programas de desradicalización deben ajustarse fielmente a su contexto. Sin embargo, existe una serie de elecciones que todo programa está forzado a tomar, como ser si se incluye o no la ideología, el grado de participación del Estado, y las características del seguimiento una vez completado el programa. ¿Existen otras decisiones inevitables que las autoridades y los especialistas en CVE deban enfrentar?
D.K.: No existen programas de CVE y de desradicalización únicos ni soluciones mágicas para cada cliente particular. Existen varios tipos de programas distintos, diseñados específicamente para varios actores (Ej.: gubernamentales, no gubernamentales) y clientes (Ej.: trabajo en prisión con extremistas y terroristas convictos, familias de personas que se radicalizan, intervención temprana en comunidades, intervención preventiva).
El primer paso consiste siempre en entender la tipología de los programas de CVE y de desradicalización, y escoger el tipo de programa más adecuado para los propósitos del caso. Luego el diseño del programa, la teoría del cambio, el entrenamiento del personal, etc., es absolutamente esencial para preparar el programa de la mejor manera posible. Llamo a eso integridad estructural y he elaborado una lista de control de estándares de calidad para desarrolladores de programas y para quienes deseen mejorar la calidad de programas ya existentes. Existe mucho por planificar y tener claro antes que un programa pueda empezar a funcionar, como ser protección de la información y privacidad, cómo llegar a los clientes, financiamiento, criterios para comenzar y para terminar el tratamiento de un caso, cómo presentar el programa, aspectos de seguridad y demás. Todo debe discutirse según los objetivos básicos y las perspectivas de las partes involucradas.
Si toda la preparación conceptual es llevada a cabo, un programa de alta calidad incluirá siempre mecanismos para identificar individualmente los factores que provocan el ingreso al extremismo violento y posiblemente las motivaciones para abandonarlo. El asesoramiento debe ser proporcionado como un plan hecho a medida y únicamente para cada cliente.
Sin embargo, existe una amplia gama disponible de métodos, de los cuales los mentores y consejeros suelen extraer las piezas del rompecabezas que finalmente conformarán la intervención. Éstos son usualmente métodos en temas de educación, trabajo social, artes creativas y deporte, psicología e ideología. Es muy importante entender que la combinación de métodos y herramientas de cada área varía de un cliente a otro y debe ser adaptada a las necesidades y a los riesgos individuales. El personal del programa puede recibir capacitación hasta cierto grado, pero mucho de ello vendrá de la experiencia. Armar un plan de intervención creativo y ajustado al caso concreto para un cliente es el arte del CVE.
Por último, cada programa debería incluir control de calidad, monitoreos y evaluaciones desde el primer día. Esta área está notablemente subestimada y un programa sólo tendrá un futuro sostenible si incluimos rigurosos estándares de calidad y evaluaciones científicas. Después de todo, un programa de CVE y de desradicalización mal diseñado no sólo es un desperdicio de recursos, sino que además puede aumentar el riesgo para los clientes.
S.B.: Por otro lado, ¿cuáles son las áreas en las cuales deben mejorar los programas europeos de desradicalización y CVE?
D.K.: Definitivamente en la falta de evaluaciones científicas y estándares de calidad. Aunque este no es sólo el caso de los programas europeos. Sabemos muy poco acerca de los efectos y mecanismos de “buenos” programas de CVE y de desradicalización. La proliferación práctica de tales programas ha superado ampliamente al desarrollo conceptual y teórico, basado en evidencia, dentro de la academia. Esto genera el riesgo de hacer algo “simplemente por hacerlo”.
S.B.: En su investigación sobre radicalización – con especial referencia a radicalización en prisión – usted subraya que, si los reclusos no reciben asistencia espiritual, éstos la buscarán por su cuenta, tornándose por consiguiente más vulnerables a las acciones y a la influencia de quienes promueven la radicalización. ¿Qué debería tener una buena estrategia para proporcionar una cierta forma de asistencia espiritual?
D.K.: En lo que respecta a la asistencia espiritual, nuestra asesoría es especialmente relevante en prisión para frenar la radicalización interna o la difusión de ciertas interpretaciones extremistas de textos religiosos. Si no existen servicios espirituales disponibles para todos los credos, los presos extremistas se presentarán a sí mismos como autoridades religiosas y tomarán el asunto en sus propias manos. Por ello, los servicios espirituales son muy importantes para prevenir la propagación del extremismo violento en las prisiones. Pero eso difícilmente ayude a iniciar un proceso de desradicalización de reclusos altamente radicalizados.
S.B.: ¿Cuál es la mayor amenaza radical que Europa deberá enfrentar en los próximos años? ¿Será la misma amenaza en todos los países europeos?
D.K.: Es imposible predecirlo, pero basados en los eventos actuales en Europa y el aumento general de toda forma de extremismo violento, sería justo decir que un factor importante será la radicalización recíproca (grupos extremistas empujándose unos a otros hacia la violencia). En algunos países observamos también un aumento de “ciudadanos comunes” (es decir, sin participación previa en grupos extremistas) que se radicalizan al punto de planificar o cometer actos terroristas.