Aditi Bhaduri, periodista e investigadora
El 15 de septiembre, la pequeña comunidad hindú en Ghotki en la provincia Sindh de Pakistán fue aterrorizada. Comenzó con el arresto de un director de escuela hindú, Notan Mal, acusado de blasfemia. El director fue atacado primero por una muchedumbre y un templo fue vandalizado. Pronto estallaron disturbios en Sindh. Los cargos contra Mal estuvieron basados en quejas de Abdul Aziz Rajput, el padre de un estudiante, quien afirmó que el maestro había cometido blasfemia al proferir comentarios despectivos contra el Profeta del Islam. Ghotki fue cerrada.
La ley contra la blasfemia en Pakistán está en el corazón del radicalismo religioso y opresión de minorías en el país. La ley contra la blasfemia fue adoptada en Pakistán durante el gobierno del entonces Presidente, antiguo General, Muhammad Zia-ul-Haq, como parte de su decisión para acelerar la Islamización del país. En 1982, se decretó cadena perpetua para la profanación “deliberada” del Corán, y en 1986, se recomendó que la pena por blasfemia contra el Profeta Mahoma fuera la “muerte o cadena perpetua”. Desde entonces la ley ha sido usada con impunidad contra minorías tales como los ahmadíes y los cristianos.
Mientras que el radicalismo religioso en Pakistán está fuertemente asociado con el General Zia, y se cree con frecuencia que es un remanente de la decisión durante la Guerra Fría para apoyar el Muyahidín Afgano que se resistía a la conquista de la Unión Soviética y ocupación de su país, sus orígenes se remontan más allá.
Pakistán es un país único. Fue tallado de la India independiente como una patria para los musulmanes de India. Por lo tanto, se convirtió en la primera república islámica moderna en el mundo, un país cuya naturaleza misma era religiosa y cuya razón de ser era el Islam. Pakistán fue impulsada a hacer esto parcialmente por defecto, como un modo de definirse a sí misma en contra de la India, un proyecto que siempre se hizo más difícil por el hecho de que más musulmanes siempre han vivido en la Unión de la India secular que en Pakistán. Como lo han señalado algunos académicos, una razón por la cual Pakistán ha estado siempre en conflicto como Estado es que fue la opción de respaldo; el concepto no fue imaginado inicialmente como una partición literal y Estado islámico.
Para 1949, Pakistán había adoptado una legislación que comenzó el camino para discriminar a las comunidades religiosas minoritarias. La ‘Resolución de Objetivos’, aprobada por la Asamblea Constituyente de Pakistán ese año, declaró que Pakistán sería un Estado donde “los musulmanes podrán ordenar sus vidas en las esferas individuales y colectivas de acuerdo con las enseñanzas y mandatos del Islam.” Un rol importante al momento de dar forma a la Resolución de Objetivos fue jugado por el Jamaat-e-Islami de Pakistán, un grupo político islamista con vínculos cercanos a la Hermandad Musulmana de Egipto. De este modo, el Estado fue definido en términos islámicos.
Un factor importante para la propia definición de Pakistán como un Estado islámico fue descrito por su primer Primer Ministro Liaqat Ali Khan, quien reconoció que “la tierra sobre la que se encontraba el nuevo Estado pakistaní estaba estrechamente vinculada a las anteriores invasiones musulmanas en el sur de Asia”. El escritor y activista político pakistaní Farahnaz Ispahani interpretó esto en una entrevista de la siguiente manera: “el país fue descrito como el sucesor de los conquistadores e invasores musulmanes, quienes habían gobernado India por casi ocho siglos antes de la llegada de los británicos”. La constitución de 1962 estableció el Consejo Asesor de Ideología Islámica y el Instituto de Investigación Islámica fue establecido para “ayudar al gobierno a conciliar toda legislación con los principios del Corán y la sunnah [tradición islámica]”.
A medida que Pakistán empezó a construirse como nación, fue azotada por múltiples retos: económicos, desempleo, feudalismo, luchas interétnicas y luchas con sus vecinos. Con demasiada frecuencia los políticos, junto con el poderoso clero, que habían estado entre los defensores más fuertes para la creación de Pakistán, hallaron conveniente usar la religión para la movilización política y pública. En 1953, por ejemplo, disturbios anti-ahmadíes estallaron en todo Pakistán. Esto llevó a la imposición de la ley marcial por primera vez. Los disturbios fueron encabezados por Jamaat-e-Islami (JeM), la cual fue capaz de utilizar narrativas de agravios derivados de la clase socialista, así como sectarismo religioso, para movilizar a las multitudes ya que la comunidad ahmadía, a pesar de ser pequeña, era rica y tenía influencia. El ejército alentó la dimensión religiosa, manteniendo su institución moderna, y se estableció el nexo mullah-militar. Esto aumentó automáticamente el sentimiento de vulnerabilidad de las minorías no musulmanas en Pakistán que conformaban solamente poco más de una quinta parte de la población del Estado.
En 1956, la constitución pakistaní estableció a Pakistán como un Estado islámico, aunque democrático. El efecto práctico fue impedir que los no musulmanes ocuparan el cargo de jefe de Estado, un acontecimiento que podría haber causado complicaciones para el fundador de Pakistán, Muhammad Ali Jinnah. Cuando la constitución fue modificada en 1962, mantuvo esta cláusula. El proyecto islamista fue apoyado por organizaciones predicadoras itinerantes como la poderosa JeM, ya que abogaba por un “Islamistán” que uniera a todos los musulmanes y los países entre Pakistán y Turquía en un sistema gubernamental único y unido.
Ya en los años 60 el Islam estaba siendo usado por la élite política pakistaní como una fuerza de unificación. A medida que Pakistán llegó a estar bajo la creciente dominación de la comunidad punyabí, el grupo étnico más grande del país, el Islam llegó a ser usado como amortiguador para desviar la ira de las otras comunidades. Este uso del Islam para unir a Pakistán se intensificó después de 1971, cuando la mitad oriental de Pakistán, que ahora es Bangladesh, se separó del país luego de una guerra sangrienta que terminó con la intervención de India para salvar a los musulmanes bengalíes de la masacre cuasi genocida por parte de la clase punyabí musulmana, la cual gobernaba Pakistán occidental en aquel momento y sus representantes islamistas.
Fue bajo el mandato del Partido del Pueblo Pakistaní socialista de Zulfikar Ali Bhutto que se instituyeron leyes para privar a los no musulmanes de Pakistán de sus derechos, dictaminando específicamente que los ahmadíes no eran musulmanes. Esto fue a pesar del hecho de que el mismo Bhutto era un miembro de la comunidad chiita, la cual conformaba 18-20% de los musulmanes de Pakistán. Bhutto lo halló conveniente para mantener a los grupos islamistas sunitas de buen humor, principalmente porque los estaba usando para una guerra contra el gobierno irredentista de Afganistán.
Este uso del Islam, tanto en la política nacional como la extranjera, se volvió una creciente característica de Pakistán bajo el mandato de Bhutto, a medida que el Estado trataba de conseguir apoyo de estados árabes tales como Arabia Saudita y otros países de mayoría musulmana tales como Turquía. Esto creó un ambiente propicio para la explotación islamista y en 1979 el momento de los islamistas llegó con dos eventos trascendentales, ambos vinculados entre sí: la Revolución islámica en Irán que reemplazó al Sah pro-occidental con una teocracia expansionista y la reacción en cadena más significativa proveniente de esto: la invasión soviética de Afganistán que fue diseñada para impedir la imposición de una república hermana a la de Teherán que podría amenazar la seguridad soviética interna. Con esto comenzó otra fase de radicalismo religioso en Pakistán.
La Revolución Iraní dio un incentivo al Islam político en todas partes y Pakistán no fue la excepción. En el momento en que la Unión Soviética había ocupado Afganistán, Bhutto no solamente había sido destituido sino que lo habían ejecutado, de modo que las fuerzas armadas tomaron las riendas del poder una vez más. Fue en este punto que el gobierno promulgó las Ordenanzas Hudood que dieron fuerza legal a las penas fijas de la ley islámica en Pakistán. La Ley Shariat, para hacer que Pakistán se rigiera por la sharia en lugar de leyes civiles, fue introducida en el Senado Pakistaní en 1986 y fue activada en 1991 bajo el gobierno de la Liga Musulmana de Pakistán de Nawaz Sharif. Se estableció un grupo de trabajo para monitorear y hacer recomendaciones, esto con la finalidad de hacer cumplir las leyes islámicas en el país.
Los mecanismos usados para combatir a los soviéticos en Afganistán dieron lugar a que el ejército de Pakistán se viera forrado de dinero y armas en los años 80. Durante un periodo de seis años desde 1981, los EE.UU. proporcionaron $3.2 billones a Pakistán, y un segundo programa de asistencia económica y militar fue anunciado por $4 billones en 1986.
Con esta nueva riqueza, uno de los primeros actos del General Zia fue establecer el Ejército de los Compañeros (Sipah-e-Sahiba), que tenía por objetivo específicamente a los chiitas. Por lo tanto comenzó una nueva fase de islamización en Pakistán, lo que puede llamarse la “sunización”, aportando una ventaja sectaria al creciente radicalismo religioso. Los militantes sunitas criados en este nuevo entorno fueron enviados a la guerra en Afganistán y en la Cachemira India. Mucha de la ayuda recibida fue desviada por la élite de seguridad pakistaní, la cual llegó a grupos proxy como Lashkar-e-Taiba (LeT) y Jaish-e-Mohammed, grupos sobre todo usados contra India, y posteriormente Lashkar-e-Jhangvi y el Talibán, los cuales usó Pakistán para colonizar la Afganistán postsoviética. Al-Qaeda también encontró refugios en Pakistán.
Zia asignó a los mullah como capellanes del ejército. Se construyeron mezquitas en el área de entrenamiento militar. Los textos islámicos se introdujeron en los cursos de entrenamiento militar. Los oficiales de mediano rango tenían que tomar cursos sobre el Islam. Y se llevó a cabo un gran intento para definir una doctrina militar islámica. Las oficinas debían tener áreas de oración. Los libros de texto fueron cambiados para enfatizar el carácter islámico del Estado y casi toda la historia preislámica de Pakistán fue reinterpretada a través de esta perspectiva religiosa. Se introdujeron elecciones separadas para hinduistas y cristianos – las dos minorías religiosas más grandes de Pakistán, así como la ley contra la blasfemia antes mencionada que se aplicó mayormente a estos grupos.
Otro aspecto relacionado a los efectos secundarios de la Revolución Iraní fue el incremento de la actividad misionera del gobierno saudí para contrarrestar este chiismo revolucionario. La difusión del estilo cerrado de wahabismo-salafismo de islam sunita, que exige a los ciudadanos acatar el Islam “correcto” y hacer una campaña contra poblaciones no islámicas, estuvo correlacionada con un aumento de la violencia sectaria. El número de grupos y militantes radicales proliferó. Se incrementaron los ataques contra los miembros de la secta chiita. El subcontinente había conocido la violencia sectaria, pero en la era post-independencia había sido suprimida por lo general. Los primeros disturbios chiitas – sunitas importantes de Pakistán estallaron en 1983 en Karachi durante la Ashura y dejaron al menos sesenta personas muertas. De acuerdo con el reporte de la Comisión de los Estados Unidos para la Libertad Religiosa Internacional, alrededor de 600 chiitas fueron asesinados entre 1999 y 2003 como resultado de violencia extremista.
Estos grupos radicales fueron alentados y algunas veces incluso fueron armados por el ejército pakistaní y su agencia de inteligencia, la Inter-Services Intelligence (ISI). El uso de militantes proxy en sitios como Afganistán y Cachemira se ha vuelto lo normal. Cuando creció el descontento contra el gobierno de Islamabad en 1988 en la región Gilgit Baltistán de Cachemira, una población en su mayoría chiita fue eliminada por miles de miembros armados de tribus sunitas dirigidos por la ISI. Los ataques sobre los chiitas en esta región han continuado. Los datos recolectados por el South Asian Terrorism Portal revelan que entre 2001 y 2018, existieron 471 ataques contra chiitas que se llevaron a cabo en Pakistán, los cuales dejaron 2.693 personas muertas y 4.947 personas heridas.
Las obras de ISI en el extranjero continúan hasta el día de hoy y no se limitan a Pakistán. Los horribles ataques de Mumbai en 2008 fueron llevados a cabo por LeT, una organización que ahora es (a pesar de que no empezó como una) simplemente una extensión de ISI. El Talibán, una creación directa de ISI que incubada en las madrasas Deobandi en Pakistán, fue diseñado para ser un gobierno títere para Pakistán en Kabul, proporcionando dos ventajas: profundidad estratégica contra India y, acentuando la identidad islámica de los afganos, el Talibán mitigó el (para Pakistán) peligroso nacionalismo Pastún que hace demandas en territorio pakistaní. Una vez que el Talibán estuvo en el poder, existió una serie de crecientes y grandes masacres de chiitas hazara en Afganistán.
La metástasis de los problemas en torno a los militantes se ha desbordado hacia la ley contra la blasfemia. De acuerdo con los datos de la Comisión Nacional por la Justicia y la Paz de Pakistán, un total de 776 musulmanes, 505 ahmadíes, 229 cristianos y 30 hindús han sido acusados en virtud de varias cláusulas de la ley contra la blasfemia entre 1987 y 2018. El cambio en su aplicación práctica puede verse en dos ejemplos.
Bastante malo fue el caso de Asia Bibi, una mujer cristiana, acusada de blasfemia en 2010 por insultar supuestamente al Profeta Mahoma. Cuando la Suprema Corte absolvió a la mujer, el país se detuvo por las protestas callejeras generalizadas, lideradas por el partido de posición dura Tehreek-e-Labbaik Pakistán. El gobierno de Imran Khan tuvo que llegar a un “acuerdo” con los manifestantes, haciendo concesiones que decían que el gobierno no se opondría a una revisión de la sentencia de la Suprema Corte y que no se le permitiría a Asia Bibi dejar el país (aunque ella finalmente lo hizo).
Fue peor lo que sucedió con Shahbaz Bhatti, el primer ministro cristiano de Pakistán, y con Salman Taseer, el gobernador de Punyab, en 2011. Ambos fueron asesinados después de hablar en favor de modificar la ley contra la blasfemia. Ellos no fueron acusados en ningún punto de romper esa ley. Pero el asesino de Taseer, Mumtaz Qadri, su guardia de seguridad personal, recibió apoyo masivo del público en su juicio, con abogados que voluntariamente tomaban su caso de forma gratuita. Qadri sostuvo que era su deber religioso matar a Taseer. El Estado pakistaní rechazó este argumento, pero enfrentó otro flujo de ira pública cuando Qadri fue ahorcado en 2016.
Hay otras medidas de la caída de Pakistán hacia la intolerancia religiosa. Las conversiones forzosas y raptos de mujeres hindús se han vuelto generalizadas. De acuerdo con el informe de 2017 de la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán, más de 1.000 chicas no musulmanas son forzadas a convertirse al Islam cada año. Esto está teniendo el efecto predecible de ahuyentar a hindús fuera de Pakistán: un promedio de 5.000 hindús migran de Pakistán a la India cada año. Las minorías que representaron alrededor de un quinto de la población de Pakistán en su fundación, han disminuido a solamente cuatro por ciento.
Independientemente de sus intenciones, queda en duda que el actual gobierno de Imran Khan pueda hacer mucho para alterar esta tendencia, principalmente porque llegó al cargo al llegar a un acuerdo con el establecimiento militar-ISI y una de sus promesas de campaña había sido proteger las leyes contra la blasfemia.