Haras Rafiq
El primer ministro Boris Johnson regresó a Downing Street con la mayoría parlamentaria más grande para su partido desde 1987, luego que el Partido Conservador desplazara al Laborista en sus bastiones tradicionales. La elección fue tomada por muchos como “La elección del Brexit”. Hubo intentos de parte de miembros de extrema izquierda del Partido Laborista de culpar a todos -menos a sí mismos- por su derrota, pero la dura realidad fue el rechazo categórico al liderazgo del Partido Laborista y a lo que éste representa. Una encuesta a boca de urna realizada por Opinium el día de las elecciones mostró que Jeremy Corbyn y el liderazgo del partido fueron la razón más común entre los electores para no apoyar al Partido Laborista. Entre la gente que no votó por los laboristas, cerca del 43% citó al liderazgo como la principal razón para ello.
El electorado fue capaz de percibir que Corbyn se había alineado con islamistas, antisemitas y peor aún, había orientado al partido hacia la extrema izquierda. Si hubiese conseguido la victoria, habría retrotraído décadas los esfuerzos del Reino Unido contra el extremismo y el terrorismo, y alineado al país con los islamistas y con Irán.
Con mayoría operativa de en la Casa de los Comunes, pareciera que los primeros pasos hacia el Brexit se resolverán hacia el 31 de enero de 2020. Esto significa que el Gobierno finalmente será capaz de enfocarse en otros temas como la economía y el desgastado servicio nacional de salud. Una de las áreas clave será también enfrentar el extremismo y combatir el terrorismo. A este respecto, la propuesta debiera enfocarse en aquello que funcionó, desechando lo que no funcionó. Las autoridades deben entender también que, para resolver el problema, éste no puede analizarse únicamente bajo el prisma de la ley y de la guerra.
Falta de consistencia
Una de las principales razones para la baja efectividad en esta área ha sido la falta de consistencia demostrada por los sucesivos Gobiernos al momento de abordar verdaderamente las ideologías y las narrativas que apuntalan el reclutamiento y el apoyo a los extremistas en algunos países de Medio Oriente.
Derivado directo de estas políticas inconsistentes ha sido el repunte del extremismo de extrema derecha. Las últimas cifras publicadas por el Gobierno destacan que la cantidad total de personas que han sido referidas por actuar como mentores en los programas de desradicalización de Channel prácticamente se ha multiplicado por dos, y por primera vez las referencias de extrema derecha ha superado a las referencias islamistas. Más aún, un tercio de los ataques terroristas del año 2017 fueron cometidos por la extrema derecha.
Reconociendo al islamismo como un problema
Si bien lo anterior es cierto, la mayoría de los ataques terroristas en Reino Unido durante los últimos 15 años fueron producto del terrorismo islamista. Un punto a tomar en cuenta aquí, es que existe mucha gente que culpa a la ideología de extrema derecha o a la teoría del Gran Reemplazo como las causas del extremismo de extrema derecha, pero que aún se resisten a reconocer al islamismo como la ideología del terrorismo yihadista. Esto debe cesar y debemos denunciar a ambos de la misma manera.
Con la actual mayoría operativa el primer ministro y el Gobierno tienen una oportunidad para abordar el problema desde su raíz, y encarar a países que están apoyando a grupos islamista con recursos y dinero. Países como Arabia Saudita, Catar e Irán han sido parte del problema durante las últimas tres o cuatro décadas, pero algunos de ellos, como Arabia Saudita, se han visto forzados a reconocer recientemente -por distintas razones- que deben afrontar estos problemas y han empezado a desafiar al islamismo. Un país que ha sido -por lo general- consistente en combatir al islamismo en los últimos tiempos han sido los Emiratos Árabes Unidos (EAU), que pueden ayudar a Reino Unido a encontrar una solución efectiva. Sin embargo, el desafío que este Gobierno enfrenta es cómo equilibrar la importancia de la economía y el comercio con la seguridad nacional.
Legislación nueva y efectiva
El Gobierno está buscando implementar leyes que podrían, por primera vez, declarar ilegal el trabajar de manera secreta para una potencia extranjera con el objeto de menoscabar la seguridad del Reino Unido mediante disturbios políticos o la difusión de desinformación. Esto significa que las personas que trabajan para Estados extranjeros y abusan de las redes sociales podrían acabar en prisión. Más aún, se revisará la Ley de Traición y Secretos Oficiales (Treason and Official Secrets Act) que podría introducir una categoría denominada “agente influyente”, bajo la cual personas pagadas en secreto o desplegadas por una potencia extranjera para difundir teorías conspirativas u opiniones extremistas con el propósito de perturbar el orden social, podrían ser privadas de libertad. Si se llegase a aprobar, ello tendría efecto en las relaciones con países como Irán y otros que han participado en este tipo de actividades.
La necesidad de asesores bien informados
Lo señalado precedentemente es un paso en la dirección correcta, pero no es suficiente para empoderar a la sociedad civil con las herramientas que ésta necesita para ganar la batalla en los corazones y las mentes. Para involucrarse en ésta, el primer ministro necesitará la asesoría contundente de gente que comprenda los temas complejos de extremismo y terrorismo, que se relacione directamente con su despacho. Esto podría partir de la actual Directora de la Unidad de Políticas, Munira Mirza (experta en estos temas) o de alguien más. La persona correcta será capaz de ayudar en la coordinación de las respuestas intergubernamentales y proyectar la dirección del Gobierno tanto a nivel local como internacional.
Será también capaz de ayudar al Gobierno a determinar con quiénes sería necesario trabajar y a quiénes se deberá aislar o enfrentar, sean individuos u organizaciones, tanto dentro de Reino Unido como en el extranjero. Como resultado, países como Irán y Catar podrían acabar enfrentando tensiones en sus relaciones con el Reino Unido, mientras que otros, como los EAU, podrían encontrar una oportunidad para ayudar a enfrentar al islamismo.
Para el Partido Conservador, la elección resultó en victoria, se alcanzó una mayoría considerable y se evitó una vez más que los islamistas y los países que los apoyan consiguiesen un escaño en el interior del poder. Ahora es momento para que este Gobierno se sumerja de lleno en el problema que constituyen el extremismo y el terrorismo, y ponga en marcha políticas efectivas. ¿Tiene este Gobierno la voluntad de hacerlo? Pronto lo descubriremos.
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