Maria Nizzero, Candidata a Doctorado en Derecho en la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona)
Introducción
En febrero de 2019, los periódicos del Reino Unido y los países cercanos fueron sorprendidos por las noticias de Shamima Begum, una chica británica de ascendencia bangladesí, quien fue encontrada por el corresponsal del periódico The Times Anthony Loyd en el campo de refugiados Al-Hawl, en el norte de Siria. Begum, quien estaba embarazada de nueve meses en ese momento, había viajado desde el Reino Unido a Siria para unirse al Estado Islámico (EI). La organización estaba emprendiendo la retirada y Begum manifestó estar lista para volver a casa.
Miles de mujeres de todo el mundo han viajado a Irak y Siria para ayudar al grupo extremista. Algunas ya estaban casadas con los extremistas y llevaron a sus hijos con ellas; otras se enamoraron de un yihadista y, una vez que llegaron al país, se casaron y dieron a luz allí. Ahora, considerando que el EI está perdiendo control territorial, están varadas en campos de refugiados, sus esposos muertos o fugados, y sus hijos no conocen otra realidad que el mundo yihadista.
El problema de las “novias del Estado Islámico” comienza con el nombre; un apodo establecido por los medios de comunicación que más bien malvende aquello que estuvo relacionado con las mujeres (con frecuencia jóvenes) que viajan a una zona de guerra para unirse a una organización terrorista y sin embargo, al mismo tiempo se podría decir que sobreestima sus acciones. Vale la pena mencionar que en la mayoría de los casos hay poca evidencia de que las “novias del EI” hayan participado en combate, y mucho menos en terrorismo, y con algunas excepciones no parecen haber tenido ninguna posición crucial en el “califato” del EI. Además, también se puede argumentar que por su pertenencia al EI, estas mujeres facilitaron actos terroristas y brutalidad, incluso si ellas no participaron directamente. ¿Entonces cómo debería tratar la ley a las “novias yihadistas” una vez que regresan a sus países de origen? ¿Se les debería permitir regresar?
Independientemente del estado actual del EI –lejos de ser derrotado incluso en un sentido militar- la ideología del grupo sigue fuerte, así que sin importar las pérdidas territoriales que ha sufrido en el “centro” en Siria e Irak, posee reductos de territorio del Hindu Kush al-Sahara, como lo hacen docenas de otros grupos yihadistas. Los retornados del EI, por lo tanto, muy probablemente se vuelvan un asunto de seguridad real durante la siguiente década ya que es simplemente demasiado pronto para decirlo ahora. Las implicaciones de esto son muchas.
El tema de la criminalización todavía tiene que trabajarse apropiadamente a nivel legislativo de cada país en relación a la Decisión Marco de la UE para Combatir al Terrorismo y la Directiva de la UE 2017/541. Mientras la importancia de los programas para prevenir el extremismo violento (PVE por su sigla en inglés) y para contrarrestar el extremismo violento (CVE por su sigla en inglés) no podría ser más obvia, con el fin de evitar que algo de la misma escala de lo que pasó con el EI se repita, la dificultad sobre cómo estos programas deben funcionar es una pregunta abierta, así como la forma en que deberían aplicarse a las novias del EI retornadas de manera que se evite una recaída en el comportamiento yihadista y se renueven las amenazas a la seguridad nacional.
Comenzando desde un análisis previo de diferentes narrativas con respecto al camino tomado hacia el radicalismo por parte de varias combatientes europeas, que fueron entrevistadas en diferentes etapas de su experiencia dentro del EI y tras la caída del califato, el siguiente informe propone diferentes acciones que podrían ser implementadas por los Gobiernos europeos para prevenir un futuro flujo de combatientes extranjeros, tanto evitando que hayan nuevos combatientes como promoviendo la desradicalización entre antiguos combatientes extranjeros de manera que no vuelvan a ser movilizados.
El análisis de las historias de vida de las novias europeas del EI demuestra que, mientras los factores a nivel micro, meso y macro juegan un rol combinado en su viaje hacia la radicalización, hay algunos factores comunes que podrían ser abordados para contrarrestar los efectos de la narrativa del EI y con suerte prevenir la radicalización en primer lugar. El objetivo de los programas de desradicalización debería, por otra parte, ser la reinserción de los extremistas en la sociedad, [1] no forzar al individuo a renunciar a su fe o creencias políticas, sino dejarles comprender que la violencia política nunca es la respuesta para alcanzar dichas metas.
Al lidiar con la desradicalización de las novias del EI, antes de presentar acciones ya sea PVE o CVE que podrían ser implementadas, primero se debe subrayar que un problema anterior surgió en muchas de las entrevistas con las mujeres encontradas en campos de refugiados en la frontera Irak-Siria: ¿realmente las novias del EI son extremistas radicalizadas? En las palabras de Lisa Smith, una exsoldado irlandesa que se unió al EI, “No entiendo qué es ‘radical’. En términos de ser musulmana y querer vivir en un Estado musulmán, no comprendo cómo eso es ‘radical’.”
Muchas de las mujeres que quieren regresar a Occidente argumentan que su rol de esposa y madre para los combatientes del EI, sin involucramiento en violencia política, significa que no representan una amenaza si regresan a casa. Al evaluar si ellas tienen un motivo, uno debe recordar la definición de Sinai de radicalización como un “proceso por el cual los individuos -por su cuenta o como parte de un grupo- comienzan a estar expuestos a las ideologías extremistas y luego las aceptan”. [2]
Basándose en esto, si las novias del EI que no se involucraron en actividad violenta pueden ser consideradas legalmente “terroristas”, la aceptación de la ideología del EI, tal como el apoyo a actos ilegales en servicio a su teología política, indicaría extremismo. Aquellas que están “de acuerdo con las decapitaciones”, como lo puso Shamima Begum, deben ser consideradas extremistas radicalizadas y serán necesario que ingresen a programas CVE a su llegada a casa.
Previniendo los esfuerzos del extremismo violento
Con respecto a las iniciativas de PVE, el estatuto de 10 puntos del CIDOB elaborado por Puigsech et al. [3] representa un buen punto de partida. Las políticas de PVE que tienen por objetivo específicamente a potenciales novias yihadistas deberían:
Enfocarse en los “factores de riesgo” en lugar de los “grupos de riesgo”: en muchos casos, ser de origen musulmán tiene un rol limitado o nulo en la radicalización de las novias del EI. Incluso aquellas que tuvieron un antecedente musulmán practicaron poco o nada del islam antes de unirse al camino que va hacia la radicalización. Las políticas de PVE deben por lo tanto enfocarse más en otros factores de riesgo específicos para las novias yihadistas, incluyendo aislamiento, depresión, colapso familiar y búsqueda de identidad.
Enfoque en la juventud: parece ser que existe un patrón relacionado a las novias del EI y una previa conversión al islam. Muchas novias que no tienen origen musulmán se convierten al islam cuando son particularmente jóvenes y se vuelven extremistas en el lapso de diez años tras su conversión. Mientras que es importante reiterar que la conversión al islam no debe ser identificada como un factor de riesgo, se debe dar particular atención a las convertidas adolescentes, de modo que los programas deben ser implementados de modo que estos sujetos aprendan la diferencia entre el islam y el yihadismo.
Enfoque en la inclusión: las novias de Italia y Francia con frecuencia subrayan en las entrevistas la percibida discriminación de su comunidad, especialmente en relación a su decisión de usar el niqab. Dicha discriminación, ya sea real o percibida, llevó a un mayor aislamiento, ira y vinculación a grupos extremistas. Las políticas de PVE deben por lo tanto tener por objetivo enseñar y promover la inclusión sociocultural desde la niñez temprana. Al mismo tiempo, es particularmente importante establecer programas que enseñen a las familias a cómo lidiar con la conversión de sus hijos a otra religión, así como a ser capaces de iniciar un diálogo, evitando hacer que los hijos se sientan aislados e incomprendidos, evitando la infiltración de ideas extremistas.
Identificar una solución en el marco social: el análisis de las narrativas de las novias con frecuencia destaca la necesidad de encontrarles un sitio de pertenencia. El análisis de los procesos de radicalización de la alemana Linda Wenzel y la francesa Emilie König enfatizó la ausencia de grupos sociales y actividades promovidas a nivel local que podrían haber mantenido a estas chicas involucradas socialmente y alejadas de la propaganda online. El fallo de la comunidad local en no proporcionar una alternativa a la utopía del EI debe ser abordado por los programas apuntando directamente al involucramiento social.
Buscar coordinación entre las instituciones: a pesar de que las familias son la primera barrera contra el extremismo violento, debe existir una coordinación entre las instituciones en distintos niveles. Como lo mostró la historia de radicalización de Linda Wenzel, mientras que las distintas instituciones sociales en su vida, de la familia a la escuela hasta el grupo primario de amigos, fueron conscientes de su progresiva radicalización, la falta de coordinación entre ellas la dejó vulnerable para el reclutamiento. La comunicación y la interacción entre la escuela, las familias y las instituciones del Gobierno representarían un buen método para detectar señales tempranas de radicalización hacia el extremismo violento.
Incrementar el monitoreo de la propaganda yihadista en Internet: en la era de Internet y la globalización, las organizaciones terroristas usan su presencia en las redes sociales para difundir su propaganda y alcanzar a una audiencia más amplia. Un contacto de una novia con la propaganda del EI debe detectarse de forma temprana, y los sitios web con contenido yihadista deben ser eliminados inmediatamente por las autoridades que están a cargo de hacer cumplir la ley.
Recordar la dimensión de la política internacional: en el caso de las combatientes extranjeras, parece ser que las protestas políticas jugaron un rol limitado o nulo en su proceso de radicalización. En efecto, el discurso de las mujeres se volvió más politizado después de que llegaron a Siria, planteando problemas potenciales sobre la autoría de dichas declaraciones. No obstante, muchas novias jóvenes resaltaron que, al momento de su radicalización, el tema del EI estaba “en todas las noticias” (Shamima Begum), y que el “islam estaba bastante ‘de moda’ ” (Leonora Lemke), contribuyendo a su interés en el califato. Las autoridades y los medios de comunicación deben por lo tanto ser conscientes de la importancia de su representación de la dimensión de la política internacional, así como su descripción de organización terrorista. Al mismo tiempo, conociendo el poder que poseen tanto las autoridades como los medios, deben ser extremadamente precavidos al lidiar con los temas yihadistas, apuntando a tener un lenguaje neutral, imparcial y menos sensacionalista.
Contrarrestando los esfuerzos del extremismo violento
El objetivo de los programas diseñados para contrarrestar el extremismo violento debe ser ante todo la reinserción del individuo en la sociedad sin que esto signifique un rechazo de su fe islámica, incluso en su forma más radical. Recientes estudios incluso muestran que la reeducación ideológica y teológica, específicamente si es realizada en una sociedad occidental, puede reforzar los estereotipos culturales y la estigmatización.
De acuerdo con Dalgaard-Nielsen, los individuos que comienzan un viaje hacia la desradicalización presentan diferentes “subgrupos de dudas”, tales como la pérdida de su fe en la ideología militante, el fallo del grupo o su liderazgo y finalmente circunstancias personales y prácticas. [4] En el caso de las combatientes extranjeras, estos subgrupos parecen ser reforzados ya que la mayoría de las mujeres entrevistadas mostraron sus primeras señales de duda de la ideología militante del Estado Islámico a la vista de la violencia extrema del grupo.
Al mismo tiempo, muchas mujeres describieron al califato del EI como un experimento fallido de un Estado islámico, que fue, como lo consideró Shamima Begum al final, “no suficientemente puro”. Se reveló que la imagen de la vida familiar y el sentido de pertenencia que habían atraído a muchas de las chicas en primer lugar estaba lejos de la verdad, llevando a las novias a cuestionar sus elecciones y, finalmente, muchas de las novias mostraron disposición para renunciar a sus creencias extremistas a cambio de seguridad para ellas mismas y, más importante, para sus hijos. En muchos casos, el nacimiento de un hijo y el posterior intento de los militantes del EI de transformar a ese bebé en un soldado plantaron la primera semilla de duda en las novias.
Tomando esto en cuenta, las iniciativas antiextremistas deben apuntar a las acciones prácticas que consideren que (i) muchas de las novias dejaron su país de origen cuando eran adolescentes o estaban en su juventud temprana, por lo tanto pueden no haber concluido su educación secundaria; (ii) la enorme mayoría tienen hijos, quienes son las víctimas inocentes de las elecciones de sus padres. Por lo tanto, las políticas de CVE que tienen por objetivo específicamente a las novias yihadistas retornadas deben:
Enfocarse en la educación en distintos niveles: En lugar de reeducación ideológica y teológica, los programas de CVE deben proporcionar tanto a las chicas como a sus hijos una educación que resalte los valores democráticos, la importancia de la protección de los derechos humanos y el Estado de derecho. Al mismo tiempo, estos programas deben otorgarles habilidades prácticas que permitirán la reinserción de las novias en la sociedad y en el mundo de trabajo, de modo que puedan proveer bienestar a sus hijos de manera independiente. Los programas CVE deben también apuntar a la educación de las familias y los círculos sociales de las novias yihadistas. Como se explicó en la sección de PVE, se vuelve fundamental que las familias cuenten con las herramientas correctas para facilitar la reinserción de sus hijas en la sociedad, para aceptar sus puntos de vista y su pasado yihadista sin consentirlo, y también prevenir y detectar posibles recaídas en la ideología extremista.
Enfocarse en la inclusión: Las iniciativas de CVE deben tener por objetivo el proporcionar actividades que incluyan a la comunidad musulmana, facilitando y promoviendo el diálogo, de modo que la novia crea que la reintegración es realmente posible. Considerando el pasado de algunas novias con vulnerabilidades emocionales, tendencias depresivas y búsqueda de identidad, los programas también deben: construir resiliencia, proporcionar orientación psicológica y de relaciones; y asegurar que la novia comprenda y asimile su decisión de unirse a una organización terrorista, sin consentirlo o justificarlo, y por qué fue una mala decisión.
Apuntar a hacer que la novia sea un miembro proactivo de la sociedad: un buen ejemplo de desradicalización es Laura Passoni, una excombatiente extranjera belga que cumplió una condena por unirse a una organización terrorista y ahora está usando su experiencia para advertir a las personas sobre los peligros del extremismo. Permitir a las novias hablar sobre su experiencia y el por qué fue algo equivocado les ayudaría a asimilar su error, promover el diálogo y hacerlas miembros proactivos de la sociedad, facilitando la reintegración.
Por supuesto, estas no son propuestas de CVE que se ajustan a todos efectivamente. Para algunas novias que parecen haber asimilado fuertemente la propaganda del EI y que no han mostrado señales de duda, se recomendarían acciones más fuertes, posiblemente con la ayuda de las autoridades a cargo de hacer cumplir la ley. Sin embargo, parece ser que la desradicalización para la mayoría de las novias yihadistas es posible.
Conclusiones
La amenaza planteada por las novias del EI no debe considerarse como una de “agentes silenciosos” o “bombas de tiempo”, que están esperando una señal para liberar el infierno terrorista en sus tierras natales europeas. En lugar de ello deben ser consideradas como posibles difusoras de ideologías extremistas que, a diferencia de los puntos de vista radicalizados que no son un problema per se, pueden llevar al fanatismo, la intolerancia, el rechazo de los valores democráticos y el Estado de derecho. Para evitar esto, y para permitir una adecuada reinserción de las novias en la sociedad, una serie de acciones, como se describen anteriormente, deben ser implementadas.
Para reiterar, los legisladores, analistas e investigadores deben evitar caer en los estereotipos de género que ven a las novias como “adiestradas”, “vulnerables” o “ingenuas”. A pesar de lo jóvenes que estas mujeres eran cuando viajaron a la zona de guerra, fue una elección consciente y deliberada de desertar de sus confortables vidas e ingresar a un área ocupada por una organización terrorista que había publicitado su crueldad. La desradicalización tiene que incluir el hecho de que estas mujeres acepten lo que hicieron y comprendan porqué estuvo mal. Aquellas que niegan haber estado radicalizadas en absoluto, o que cometieron un error, o que buscan “normalizar” lo que se hizo, deben ser consideradas como una amenaza en curso.
Admitir los errores no significa que las novias del EI tienen que renunciar a su fe o incluso a su ideología. Significa que aceptan la no violencia y trabajar dentro de las leyes de la sociedad. Una vez más, la educación, en valores democráticos y habilidades prácticas de una sociedad democrática, juega un rol crucial. Los programas de CVE deben apuntar a proporcionar herramientas a las novias y a sus hijos que les permitan encontrar reconocimiento, aceptación y un rol en la sociedad. Esto también se debe buscar con la participación de las familias de estas mujeres, sin importar qué tan duro pueda ser para algunas de estas comprender las acciones de sus hijas.
Referencias
[1] El Difraoui, A., & Uhlmann, M. (2015). Prévention de la radicalisation et déradicalisation: les modèles allemand, britannique et danois. Politique étrangère 4, 171-182. Disponible en: https://www.researchgate.net/publication/286490471_Prevention_de_la_radicalisation_et_deradicalisation_Les_modeles_allemand_britannique_et_danois
[2] Quoted in Cottee, S. (2019). The Western Jihadi Subculture and Subterranean Values. The British Journal of Criminology. Disponible en: https://academic.oup.com/bjc/advance-article-abstract/doi/10.1093/bjc/azz081/5670743
[3] Amat i Puigsech, D., Bourekba, M. and Mascareñas, B.G. (2018). Decálogo Para Una Política Local De Prevención Del Extremismo Violento. Disponible en: https://www.cidob.org/publicaciones/serie_de_publicacion/notes_internacionals/n1_206/decalogo_para_una_politica_local_de_prevencion_del_extremismo_violento
[4] Dalgaard-Nielsen, A. (2013). Promoting Exit from Violent Extremism: Themes and Approaches. Studies in Conflict and Terrorism 36(2). Disponible en: https://www.researchgate.net/publication/263405937_Promoting_Exit_from_Violent_Extremism_Themes_and_Approaches