European Eye on Radicalization
El 28 de noviembre European Eye on Radicalization (EER) organizó en La Haya un evento en asociación con LINKS Europa. LINKS fue fundada en Londres en 1997 con la misión de apoyar a la paz y a la resolución de conflictos, particularmente mediante la facilitación del diálogo. Fue en ese espíritu que EER y LINKS reunieron a varias docenas de expertos para discutir temas relacionados con la radicalización, el efecto de lo conflictos en la radicalización, y el potencial para trazar puentes entre Oriente y Occidente para contrarrestar el radicalismo. Hubo un número de temas que surgieron en la conferencia, algunos brindando nuevas revelaciones sobre antiguos problemas y otros proporcionando una base para futuros estudios.
El papel del Islam en la radicalización es quizá el tema más discutido públicamente y el más controvertido. Algunos argumentan que el Islam constituye la raíz del problema. Si bien un aumento en la religiosidad pública y la adopción de tales símbolos pueden ser indicadores del inicio de un camino hacia la radicalización, a la vez y con la misma frecuencia el Islam puede presentar resistencia contra la radicalización.
En Europa, un asunto muy importante actualmente – y que probablemente lo será aún más a futuro – es el crecimiento de la extrema derecha, un movimiento extremista cuyos vástagos violentos son cada vez más numerosos. La relación entre el islamismo extremista y la extrema derecho es simbiótica: la simple existencia de la amenaza de cada una confirma la narrativa de la otra y brinda oportunidades de reclutamiento dentro de las comunidades más vulnerables. Existe también superposición y apropiación de tácticas y puntos de vista ideológicos. La fusión de tradicionalismo y revolución que se encuentra en los trabajos del líder fascista Benito Mussolini halla eco en Sayyid Qutb de la Hermandad Musulmana.
Mientras que hubo gran cobertura a la extrema derecha europea, la extrema izquierda europea es un movimiento extremista que ha recibido mucha menos atención. Y sin embargo la extrema derecha ha alcanzado una alianza táctica – y hasta ideológica – con los islamistas. Los valores humanos en torno al individuo se han visto debilitados para favorecer el comunitarismo y las políticas de identidad. Un ejemplo notable se halla en Reino Unido, donde el líder del principal partido de oposición, Jeremy Corbyn, surge del medio. La síntesis de la izquierda regresiva y el islamismo, ya sea representado por la Hermandad o por otras fuerzas más “duras” como Tablighi Jamaat, y la falta de seriedad de la corriente liberal para lidiar con esta alianza sacrílega, está permitiendo a la extrema derecha presentarse a sí misma como el único guardián de la población nativa.
En Europa, estos conflictos culturales propician un semillero para movimientos extremistas. En Medio Oriente, es la propia guerra lo que permite a los extremistas infiltrarse y expandirse por entre comunidades e incluso la población en general. Siria constituye el caso más claro, donde se permitió que un levantamiento contra la tiranía acabase degenerando en una guerra sectaria en la que Al-Qaeda y el Estado Islámico (ISIS) pudieron posicionarse como baluartes para la población sunita bajo ataque. Otros estados como Nigeria albergan dinámicas similares. La “Primavera Árabe” parecía señalar el fin del movimiento jihadista, brindando a la gente de Medio Oriente rutas alternativas para el cambio. En la década que siguió, el salvajismo del movimiento contrarevolucionario ha convencido a muchos que la violencia es la única vía para el cambio – y son los propios jihadistas quienes se ofrecen a sí mismos como conductos para esa ira.
Muchos occidentales creen – de distintas maneras – que la amenaza jihadista y el terrorismo en su contra es su responsabilidad. El problema es que esto no guarda relación con los hechos. De las cuatro movilizaciones jihadistas en Occidente – Afganistán en la década de 1980, Bosnia en la de 1990. Irak en la de 2000 y Siria en la de 2010 – sólo una podría atribuirse convincentemente a la acción occidental: Irak, y ésta fue de lejos la menos significativa de ellas.
La información sobre las movilizaciones jihadistas en Europa narran igualmente una historia distinta a la que mucha gente cree: la marginalización de inmigrantes y minorías es una constante, pero incluso dentro de cada país existen apenas unos cuantos puntos conflictivos donde musulmanes se ven impulsados a unirse a grupos jihadistas. La diferencia radica en la presencia de reclutadores y líderes carismáticos. Es por esta razón que estados como Italia, con políticas más duras a favor de la deportación de individuos radicales, no se producen las reacciones contrarias que podrían esperarse. En lugar de ello, la remoción de figuras influyentes clave inhabilita las actividades jihadistas.
Al trabajar en la contrarrestación del extremismo violento (CEV) y la prevención del extremismo violento (PEV), es difícil lograr algún éxito si se aborda únicamente bajo tales términos. Para decirlo de forma sencilla, deben abordarse las condiciones que condujeron al extremismo violento, y ello significa prestar atención a las dificultades vividas por quienes serían más susceptibles al mensaje extremista. Si tales personas fuesen analizadas solamente a través del lente de CEV/PEV, éstas no reaccionarían. Esto obliga a atender temas difíciles acerca de la naturaleza del trabajo de CEV/PEV, así como de la forma como se anuncia, a saber, si la gama de dichas acciones debiera expandirse o limitarse y cómo esto debiera presentarse.
Los estados de Medio Oriente han estado experimentando con varias respuestas a este dilema, desde la Túnez posrevolucionaria hasta los gobiernos mejor establecidos del Golfo. Todos han concluido que las herramientas de seguridad por sí solas no funcionan; también debe atacarse la ideología detrás del terrorismo. Al mismo tiempo, los estados del Golfo en particular han venido intentando promover un discurso moderado alternativo que podría neutralizar intelectualmente el interés generado por individuos radicales. Tales contranarrativas requieren una estrategia comunicacional cuidadosamente elaborada.
Proyectando hacia el futuro, las formas en que un discurso moderado pueda ser promovido y llevado hasta la audiencia objetivo será uno de los desafíos más importantes del contraterrorismo.