El primer libro de Leena Al-Olaimy “Contraterrorismo compasivo: El poder de la inclusión en la lucha contra el fundamentalismo”, nos brinda un ensayo social sobre el fenómeno de la radicalización y el extremismo violento, sus causas, y las respuestas a este fenómeno que los poderes occidentales están formulando.
En libro no pretende constituirse en un manual profesional o un tomo para ser leído exclusivamente por “expertos”. Tanto en su contenido como en su estructura, el desarrollo lógico de sus argumentaciones, el trabajo es altamente recomendable para todos quienes estén interesados en la materia, sean profesionales y simplemente ávidos por encontrar un análisis nada convencional acerca de la geopolítica del Medio Oriente. Más aún, apunta a una audiencia — sector privado, gobiernos, autoridades locales, académicos y sociedad en general — que tenga algún interés y un papel en prevenir el extremismo violento y fortalecer la cohesión social.
El libro está dividido en tres partes. La primera se enfoca en proporcionar al lector una revisión histórica y política realmente interesante (y poco convencional) sobre el Islam y el Medio Oriente. La autora aborda la evolución del islam a lo largo del tiempo, y el ascenso del islamismo como una herramienta política para la religión ligada a los diferentes desafíos que el Islam tuvo que enfrentar, sea colonialismo o la corrupción gubernamental generalizada y el patronazgo tras la partida de las potencias colonialistas.
La segunda parte busca identificar los factores para la radicalización violenta y el terrorismo entre la juventud, específicamente aquellos no ideológicos, y comprender la forma cómo el ambiente político y social conduce hacia el extremismo violento, que no es exclusivo de ninguna religión, área geográfica ni periodo de tiempo. Los ejemplos proporcionados por Al-Olaimy nos ayudan a entender cómo el extremismo violento ha sido una respuesta de las sociedades y sus líderes contra lo que se percibe como un agravio a lo largo de la historia. Específicamente, la autora examina profundamente los procesos y factores individuales y muy personales: por qué bajo unas mismas circunstancias políticas, económicas y sociales algunos individuos deciden seguir el camino de la violencia para alcanzar sus objetivos, y otros no.
La tercera parte del libro evalúa las narrativas y los programas actuales diseñados para contrarrestar este fenómeno ejecutados por gobiernos occidentales, prestando especial atención a los enfoques fallidos y las razones para dicho fracaso, confrontándolos con proyectos innovadores y exitosos enfocados en la inclusión de la población objetivo, sea que apunten a prevenir el extremismo violento (gente en riesgo de ser radicalizada) o a contrarrestarla (desradicalizando o desvinculando a quienes se han visto envueltos en extremismo).
Sobre la base de un análisis no conformista, fuera de la corriente principal de pensamiento occidental, Al-Olaimy brillantemente evalúa hechos históricos recientes que han llevado a las crisis geopolíticas más serias que han plagado, y aún plagan, Medio Oriente y otras áreas del globo. Desde un espacio y punto de vista alternativos, Al-Olaimy desafía las políticas contraterroristas occidentales, arrojando una luz sobre las auténticas motivaciones políticas, económicas y sociales que se esconden bajo ellas y, sobre todo, valientemente subrayando las consecuencias que estas políticas tienen sobre la población de las áreas afectadas.
Al-Olaimy también lucha amargamente contra las interpretaciones maniqueístas sobre los factores que conducen al extremismo violento, abordando las serias consecuencias que ese pensamiento de “ellos y nosotros” produce en la sociedad, impulsando la polarización social y menoscabando las siempre positivas “áreas grises”.
El libro busca responder una pregunta crucial. Analiza y confronta los numerosos caminos de investigación sobre los distintos factores que llevan al extremismo violento y al terrorismo, sean asuntos de identidad y el deseo de pertenecer a una comunidad como en el caso de la juventud occidental, o sea defenderse contra gobiernos corruptos y la percepción de afrentas históricas o políticas al mundo islámico.
Sobre la base de esta premisa, Al-Olaimy desafía las respuestas de las potencias occidentales, argumentando que las políticas contraterroristas “duras” tiene efectos atroces en términos de polarización social, fortaleciendo esa idea de “ellos y nosotros” que alimenta la radicalización, y se pregunta por qué todas estas políticas contraterroristas no están abordando los verdaderos factores que llevan al extremismo violento, enfocándose en lugar de ello en respuestas coercitivas que a lo mucho postergan la amenaza que estas tendencias representan para nuestras sociedades.
A través de este ensayo social, Al-Olaimy levanta una firme súplica por un “enfoque suave”, que desecha los métodos contraterroristas coercitivos. El camino “suave” trata a la religión como parte de la solución, en lugar de considerarla causa del problema, y proyecta la inclusión social, política y económica como la vía sostenible para combatir el extremismo a largo plazo.
El libro merece reconocimiento adicional también por identificar de manera útil los estudios e investigaciones clave en el campo del extremismo violento, sus causas y factores, de manera que todos los argumentos y recomendaciones de la autora puedan ser puestos a prueba ante la literatura académica.
Por último, en la que posiblemente sea la parte más interesante del libro, la autora ofrece un análisis de los principales programas de prevención y rehabilitación en el campo del extremismo violento — basados en la inclusión social, política y económica — que han probado su efectividad en varias partes del mundo.
Especial atención se presta a la Red de Prevención de la Violencia (Violence Prevention Network o VPN) de Alemania, liderada por Jody Korn. Tal como lo recuerda la autora, la organización de Korn ha trabajado en más de 500 casos, con una tasa de reincidencia de 30%, que contrasta con el 80% de todos los delincuentes juveniles en Alemania. Otro gran ejemplo proveniente de Europa en la misma línea es la organización EXIT de Suecia, con la que Robert Orëll ha proporcionado intervenciones hechas a medida para jóvenes suecos, transfiriendo habilidades aprendidas contrarrestando neo-nazis hacia jóvenes involucrados con grupos islamistas violentos.
Al otro lado del mundo, la organización sin fines de lucro estadounidense En Busca de un Suelo Común (Search for Common Ground) está implementando un proyecto muy innovador y exitoso en Palestina, que apunta a alentar la participación política de los jóvenes. Con un reality-show llamado Presidente, reuniendo 1.200 competidores y llegando a 40% de los palestinos, se exigió a los competidores llevar adelante campañas electorales, criticar a los actuales ministros y presentar sus plataformas políticas sobre temas de la vida real.
Más ejemplos inspiradores son presentados por Al-Olaimy. Christian Cito Cirhigiri, un periodista y activista por la paz de la República Democrática del Congo (RDC) y fundador de Pacificador 360 (Peacemaker 360), se ha propuesto trabajar para rescatar a su país de la guerra civil que ha derribado casi toda forma de orden. También está el proyecto para la participación de la juventud en Kirguistán con una plataforma denominada Jóvenes como Agentes de la Paz y de la Estabilidad (Youth as Agents of Peace and Stability), que procura mitigar los factores que conducen a la radicalización, empoderar a la gente joven para asumir un rol activo en la sociedad kirgui, e incrementar la colaboración entre los jóvenes y los mayores en el proceso local de toma de decisiones.
Al-Olaimy también presta atención a las “voces confiables”, como la iraquí Fatima Al-Bahadly, madre que vio a su hijo unirse a Daesh, y como respuesta a ello creó la Fundación Firdaus (paraíso). Ella enseña a los jóvenes que Dios les creó no para matar o morir, sino para dedicar sus vidas a la adoración, al trabajo y al servicio de la sociedad. Cruzó de un campo a otro en la provincia de Salah al-Din, en el centro de Irak, hablando con más de 3.500 jóvenes en un intento por recuperarlos. “Les digo que la jihad no es derramar sangre en las calles, sino donar sangre en los hospitales”, declaró.
Al-Olaimy concluye con un análisis financiero de estas iniciativas para la construcción de paz, confrontándolas con los costos y la (in)eficiencia del “enfoque duro” empleado en la denominada Guerra Global contra el Terror (GMCT). Mientras que vastas sumas de dinero han estado disponibles para armamento y otros aspectos de los métodos contraterroristas “duros” durante la GMCT sin controles significativos, los enfoques “más suaves” son objeto de escepticismo y sometidos constantemente a evaluaciones intrusivas, con exigencias por demostrar su efectividad a corto plazo.
Con los fondos que han sido empleados en armas, sería posible financiar miles de proyectos de prevención e inclusión, asegurando su sostenibilidad financiera y técnica a largo plazo — y logrando mayores avances sobre los factores que conducen al extremismo violento.
La autora propone de esta manera construir un nuevo modelo para enfrentar el extremismo violento que demandaría un cambio radical en la forma como los gobiernos y las organizaciones internacionales entienden la prevención de la radicalización y los métodos para contrarrestarla. Naturalmente, este cambio paradigmático requeriría un cambio en la asignación de fondos.
Para resumir, Leena Al-Olaimy, líder en la innovación social dentro del mundo árabe, con una carrera profesional deslumbrante vinculada con distintos centros de investigación constructores de paz alrededor del mundo, nos invita a abrir ojos, mentes y corazones para entender lo que realmente está pasando con nuestra juventud, y percatarnos que prevenir el extremismo violento es una dura batalla que debe librarse con compasión e inclusión.