No sólo era petróleo lo que se transaba con el régimen sirio de Bashar al-Assad o el sistema de extorsión similar al de la mafia que proporcionó al Estado Islámico (ISIS) de recursos para financiar ataques en Europa. Parte de éstos provino de padres incautos que mandaban dinero a sus hijos en el campo de batalla. Una nota confidencial de Europol a la que se tuvo acceso detalla cómo una sola madre belga pagó 65.000 Euros a la máquina del terror.
En Portugal se está siguiendo un proceso judicial contra Abdesselam Tazi, un marroquí de 65 años que alguna vez sirvió como oficial de policía en su país. En septiembre de 2013, comenzó a viajar a través de Europa – y el año pasado un trabajo periodístico conjunto entre reporteros de Portugal, España, Alemania y Bélgica reveló que lo hizo para preparar actos terroristas. [1]
Cuando Tazi fue detenido por la policía portuguesa en marzo de 2017, las ciudades de Bruselas y Paris ya habían sufrido los ataques a gran escala de ISIS. Las investigaciones revelaron que Tazi había recibido órdenes de los mismos operativos de ISIS en Siria detrás del derramamiento de sangre en Francia y Bélgica — y que él mismo estaba involucrado en la planificación de una atrocidad subsecuente en suelo europeo.
Aquel tercer gran golpe fue desarticulado gracias a una serie de arrestos. Tazi resultó ser un organizador tras bambalinas y, más importante aún, el hombre que manejaba el dinero. La parte alemana a cargo de la investigación dejó claro, por ejemplo, que él había canalizado 73.000 Euros hacia la red mediante fraude de tarjetas de crédito. Pero contaba también con fuentes de financiamiento lícitas.
Una nota confidencial en la que Europol detalla sus actuaciones durante noviembre del año pasado, muestra cómo obtuvo dinero de fuentes completamente inocuas en Bélgica. A manera de ejemplo, el 6 de mayo de 2015 Tazi recibió 1.445 Euros a través de la agencia de Western Union en Aveiro, Portugal. Ese monto había sido depositado una semana antes en Molenbeek, el famoso municipio de la capital belga donde los islamistas se han congregado. Desde ahí, el dinero fue dejado en la agencia de Western Union en Chaussée de Gand por Salaheddine Lechkar.
Cuando publicamos nuestros hallazgos iniciales acerca de Tazi y su red el año pasado, el papel de Lechkar como intermediario financiero era bien conocido, pero no la forma cómo conseguía el dinero. La nota de Europol respondió entonces a esa interrogante. El 16 de abril de 2015, un monto similar de dinero fue cobrado por Lechkar en la agencia de Western Union de Place Bara en Bruselas, transferida desde Turquía por un hombre que utilizó el nombre de Talha Bilir y una dirección en la calle Halil Pasa en Karaköy, considerado el barrio más de moda de Estambul.
Ese mismo nombre y esa misma dirección surgieron nuevamente en varias ocasiones, y existen fuertes indicios que Bilir estuvo operando como una especie de tesorero al servicio del departamento de operaciones externas de ISIS — la facción que planificó los ataques a Occidente y alrededor del mundo. Es muy probable que Bilir sea una identidad falsa, ya que otros nombres aparecieron en transferencias financieras desde esa misma dirección.
Que Bilir no hubiese transferido el dinero directamente a Tazi obedeció sin dudas a cuestiones de seguridad operativa. Para un operativo importante como Tazi, obtener el dinero de Turquía hubiera sido peligroso. Utilizando un intermediario en Bruselas mantuvo sus contactos limitados a Europa, lo que hacía sus movimientos menos sospechosos. De este modo, Lechkar debió ser un operativo de bajo rango. Cuando preguntamos acerca de su papel el año pasado, la oficina del fiscal federal belga nos indicó que no podía ser hallado, pero que de hecho era considerado un sujeto de (limitado) interés.
La pregunta crucial ahora es quien proporcionaba dinero a Bilir, que luego éste canalizaba a los cerebros detrás de los ataques en suelo europeo. Al menos una madre belga de un combatiente terrorista extranjero surge como la respuesta, o eso parece. Véronique Loute, que vio a su hijo Sammy Djedou marcharse en octubre de 2012, transfirió al menos 65.539 Euros a Bilir y sus cómplices en Estambul. Esto ocurrió entre junio de 2013 y marzo de 2015, mediante varias transferencias distintas. Frecuentemente venían acompañadas del mensaje “Pour Sammy Djedou comme convenu” (Para Sammy Djedou, tal como se convino).
Cuando los investigadores belgas interrogaron a Loute sobre el dinero, ella declaró que su propósito era simplemente mantener a su hijo, y a su esposa e hijos en Siria. Es muy probable que ella no supiera entonces que su hijo había ascendido en jerarquía y que ya no era un simple soldado raso de ISIS. De acuerdo a inteligencia francesa y estadounidenses, Djedou era teniente de Boubaker El-Hakim, un jihadista veterano franco-tunecino, considerado el autor intelectual detrás de varios ataques de ISIS a nivel mundial.
Djedou murió el 4 de diciembre de 2016 en un ataque con drones contra el pueblo sirio de Raqqa, por ese entonces todavía la “capital” de autodenominado califato. La decisión de matar a Djedou resalta cuán importante era, ya que — al igual que con el ataque contra El-Hakim una semana antes — tales operaciones sólo eran llevadas a cabo como último recurso para detener ataques terroristas a punto de ser perpetrados en Occidente. [2]
La madre de Djedou ciertamente no es un caso aislado. Cuando el operativo francés de ISIS Walid Hammam — otro teniente de El-Hakim, que transmitía órdenes a la célula de Tazi — recibió en octubre de 2016 la orden de comprar dos fusiles kalashnikov, él expresamente dispuso que una cuarta parte de los 4.000 Euros que se necesitaban debían recabarse de su propia madre en Francia. [3]
Es también muy probable que Tazi haya obtenido dinero de su propio padre belga. De acuerdo a la nota de Europol, en abril de 2015 cobró 3.295 Euros que habían sido transferidos vía MoneyGram por Chakir Haddouchi, un residente de Bruselas que resulta ser hermano de Anouar Haddouchi, operativo de ISIS que vivía en la ciudad británica de Birmingham antes de partir hacia Siria en septiembre de 2014.
Anouar Haddouchi se unió a ISIS junto a su esposa, una mujer belga que se convirtió al Islam de nombre Julie Maes. En documentos de un proceso judicial seguido en Reino Unido, varios testigos declaran que Maes recibía una asignación mensual de 500 Euros de parte de su padre hasta octubre de 2015. Por lo tanto, durante todo el tiempo que la pareja estuvo con ISIS en Siria, eso sumó 6.500 Euros.
Haddouchi no fue el único canal de dinero para Tazi. En julio de 2015, 3.000 Libras Esterlinas de su cuenta bancaria británica fueron entregadas a la célula de ISIS detrás de los ataques en Paris. Ese dinero fue cobrado en Birmingham personalmente por Mohamed Abrini, el famoso “hombre del sombrero”, quien seguía órdenes del comandante de campo belga de ISIS, Abdelhamid Abaaoud.
Esos mismos documentos británicos también describen cómo otros 3.700 Euros de la cuenta de Anouar Haddouchi fueron transferidos por esas mismas fechas a través del hermano de Haddouchi, Chakir, y un conocido de Haddouchi con residencia en Bruselas, Ilyass Sakhi, a un hombre desconocido — “de contextura delgada, de unos 20 años, que aparentaba origen saudí pero hablaba con acento belga” — en la Terminal Norte (Gare du Nord) de Bruselas.
En Bélgica, al menos tres madres están siendo investigadas por haber canalizado dinero para sus hijos, que se habían unido a los terroristas en Siria. Además de Véronique Loute, se trata de Ghita Belhaj y Géraldine Henneghien. Podría ser una coincidencia, pero todos sus hijos — los hermanos Zacharia e Ismaïl Iddoub, y Anis Bouzzaouit — formaban parte del círculo social de Abaaoud.
Las madres enfrentan diez años de prisión en el proceso, pero parece improbable que esta pena se aplique. Sólo existe un caso de una madre que fue condenada por financiar a ISIS a través de su hijo. La madre del belga-kosovar Arben Imishti, quien aparecía como uno de los decapitadores de soldados sirios en un video con dichas ejecuciones, envió 9.000 Euros a su hijo cuando éste era miembro de ISIS, tal como revelan documentos judiciales. Fue condenada a un año, con suspensión de la pena.
Una diferencia importante radica en que intercepciones telefónicas indican que la madre de Imishti sentía al menos algo de simpatía por ISIS, mientras que en los otros casos mencionados no existe evidencia que las progenitoras estuviesen al tanto de estar financiando al terrorismo. Por el contrario, Véronique Loute ha sido muy activa en su lucha contra la radicalización desde el día que su hijo desapareciera. Ella insiste que el dinero era la parte que correspondía a su hijo de una herencia, y que ella jamás se percató que éste podría ser utilizado para pagar ataques terroristas.
Adicionalmente, el abogado de Loute, Alexis Deswaef, ha denunciado la aplicación de un doble estándar, señalando que la industria de cemento francesa Lafarge — en el que el recientemente fallecido billonario belga Albert Frère era accionista mayoritario — con certeza jamás enfrentará cargos por sus pagos a ISIS.[4] Lafarge “transfirió directamente cientos de miles de Euros a favor de grupos terroristas para conservar sus negocios en Siria”, afirma Deswaef. “Eso es peor que madres enviando dinero a sus hijos. Pero para el Poder Judicial, perseguir madres es más fácil, por supuesto.”
[1] El resultado de esta colaboración fue publicado simultáneamente en agosto de 2018 por Sábado (Portugal), El Español (España), Die Zeit (Alemania) y Het Laatste Nieuws (Bélgica). En inglés, fue reportado más tarde por Nuno Tiago Pinto en CTC Sentinel.
[2] La lectura más recomendable sobre opertivos francoparlantes a cargo del departamento de operaciones externas del Estado Islámico es Matthieu Suc, Los espías del terror (Les espions de la terreur), Harper Collins, Paris, 2018. Acerca de la campaña de eliminación de estos operativos, el mismo autor escribió detalldamente para Mediapart.
[3] Tiago Pinto, N., noviembre de 2018
[4] El centro de estudios turco SETA publicó un buen resumen en inglés acerca del caso Lafarge Siria en abril del 2018.