Katima del Mar Hernández Domínguez, Radicalisation Awareness Network (RAN)
El discurso de odio se está difundiendo y normalizando en los espacios públicos españoles. Desde 2018, por primera vez en nuestra historia democrática, un partido político de extrema derecha ha ganado una considerable representación en el Parlamento español. Esto, junto con el hecho de que ese mismo año España se convirtió en el principal país europeo en recepción de migrantes por mar en su frontera sur, llevó a una combinación explosiva donde los discursos racistas, xenófobos y discriminatorios se están incrementando. Esta situación ha generado un contexto social de creciente radicalización y polarización social. Tomar medidas contra esto ya no es una opción, sino una necesidad.
El discurso español de extrema derecha se construye sobre la misma ideología de los partidos ultraconservadores europeos, así como la America first policy de Trump, donde se propagan conceptos tales como patria, tradición, unidad, soberanía y la otredad. Estos conceptos promueven la idea de que la estabilidad y armonía solamente son posibles dentro de una sociedad homogénea (Zapata, 2019). La otredad, que constituye un componente importante de la supremacía blanca, busca reforzar el sentido de pertenencia a una tierra e identidad en particular, esto es, ser blanco y español/europeo. La otredad también demoniza lo diferente al considerarlo un daño o riesgo potencial al grupo interno. En otras palabras, lo diferente es visto como un enemigo. Este discurso ha incrementado el miedo a una llamada “invasión”, derivada de la administración migratoria -percibida como un fracaso- que ha llevado a incrementar el miedo, la exclusión y la estigmatización de las minorías, particularmente migrantes y personas en busca de asilo, en un contexto de continua crisis sociopolítica y económica.
La difusión del discurso de odio también está detrás de la legitimación de la violencia contra estas comunidades y esto no es nuevo. La normalización de los discursos que deshumanizan y despersonalizan lo diferente está detrás de algunos de los crímenes más crueles contra la humanidad, tales como genocidio o esclavitud -tragedias que el mundo parece haber olvidado- como se muestra en la ola populista de extrema derecha.
Para contrarrestar esto necesitamos remontarnos a la historia. El discurso dicotómico que sustenta los discursos populistas nacionalistas carece de memoria. La identidad española es producto de una mezcla intercultural: cristianos, árabes, judíos, romaníes e incluso africanos. Sí, africanos. Negros. Las raíces españolas negras han sido activamente borradas de la versión oficial de la historia.
Tuvimos 400 años de esclavitud en la península ibérica, desde el siglo XIV hasta el siglo XIX. En el año 1700, la comunidad negra alcanzó hasta un 15% de la población total en Cádiz. Sevilla contó en este mismo periodo con 80.000 esclavos en la ciudad, como parte de un sistema de esclavitud que sustentó no solamente la explotación del Imperio colonial, sino también la economía interna [1]. Incluso Cervantes se refirió a esta ciudad como un tablero de ajedrez, debido a la gran presencia negra (Méndez, 2011). Sin embargo, recién en los últimos años ha surgido un discurso crítico de la historia española.
“La versión nacional-católica de la historia española nos enseñó a ver los orígenes del país en la reconquista de tierra musulmana. Esta narrativa se basa en el cristianismo y la pureza de sangre: un núcleo intocable de identidad donde territorio, religión y raza/cultura están unidos. La pureza de sangre jugó un rol importante en la historia moderna de la península ibérica y sus colonias. Originalmente se refería a aquellos considerados como los “viejos cristianos” -sin ancestros musulmanes o judíos recientes- dentro del contexto del imperio (Nueva España e India Portuguesa) y llegó a referirse a aquellos sin ascendencia indígena de las Américas, Asia o África. De esta forma, la pureza de sangre fue fundamental para dar forma a la narrativa histórica que afirmó una identidad europea blanca, permitiendo a España volver a unirse y participar en una historia occidental de modernidad. Quizás las tecnologías silenciadoras más efectivas surgieron con los discursos del gran nacionalismo de los Estados europeos durante los siglos XVIII y XIX. El racismo se arraigó en las academias europeas, forjando la visión del individuo construido en relación al “otro”, a quien se le negó el estado de ser humano completo. Dentro de este marco, la humanidad se le negó al pueblo africano y de ese modo su lugar en la historia. [2]
Como resultado, el islam fue purgado, el pueblo romaní fue discriminado y folklorizado, y los españoles negros fueron activamente borrados de la memoria nacional. Cuarenta años de dictadura nacional-católica de Franco y un régimen de transición con poco interés en traer transparencia a este respecto, suponen que hoy esta visión de la historia española está todavía enraizada profundamente en las mentes de la gente.
Sin embargo, tras muchos intentos de silenciar la memoria de los descendientes afro-españoles, la memoria negra ha sobrevivido en uno de los símbolos más importantes de la identidad española: el flamenco. El espectacular documental titulado Gurumbé, canciones de tu memoria negra (2016), muestra cómo la música y la danza desafían las fronteras de identidad, y la estabilidad y homogeneidad de las culturas. El flamenco creó un discurso de resistencia que ha trascendido el tiempo y la historia [3], al tiempo de recordarnos fuertemente nuestra naturaleza mestiza.
Es fundamental reconocer y comprender de dónde venimos, ya que los africanos que ahora están migrando a España no están llegando a un territorio con el cual no tienen nada que ver. Ellos están llegando a la tierra de sus ancestros. Esta declaración no solamente revoluciona el modo en que se aborda la integración en este país, sino que directamente contrarresta la difusión del discurso de odio contra estas comunidades al crear conciencia de nuestros orígenes en común.
Las influencias africanas y árabes en muchas de nuestras costumbres tradicionales se extienden a nuestra vida diaria. Esto es una consecuencia de una gran transferencia cultural producida a lo largo de muchos años de presencia árabe y africana en la península ibérica. El intercambio intercultural no solamente nos ha enriquecido al contribuir a la estructura de nuestra identidad, sino que nos impulsa a continuar evolucionando. Las culturas e identidades están más vivas que nunca en este mundo globalizado. Por lo tanto, lo diferente solamente existe como una herramienta de propaganda usada en discursos populistas contra la verdadera esencia de la tierra española, una tierra que acoge, recibe e integra.
Referencias
[1] Paredes, M. (producción) y Rosales, M. A. (dirección). (2016). Gurumbé, Canciones de tu Memoria Negra [Documental]. España: Intermedia Producciones.
[2] Rosales, M.A. (2019). In the Tracks of the Impossible. Tydskrif vir Letterkunde, (56), 38 – 48.
[3] Paredes, M. (producción) y Rosales, M. A. (dirección). (2016). Gurumbé, Canciones de tu Memoria Negra [Documental]. España: Intermedia Producciones.
Bibliografía
Castañeda García, R. (2014). Esclavos en la pintura sevillana de los Siglos de Oro. Estudios de historia novohispana, (51), 173-178.
Del Campo, A., Cáceres, R. (2013). Historia cultural del flamenco: El barbero y la guitarra. Almuzara Editorial.
Núñez, N. (2018). Revelando la cara oculta de la modernidad ibérica: entrevista a Miguel Ángel Rosales. Revue [email protected], Revue d’études ibériques et ibéro-américaines, Institut d’Etudes Hispaniques, (14), 211-221.
Zapata-Barrero, R. (2019) Intercultural Citizenship in the Post-Multicultural Era. Pompeu Fabra University, Barcelona.