European Eye on Radicalization
Tras el boicot impuesto en junio de 2017 sobre Catar por el Cuarteto Antiterrorista (ATQ) -Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos (EAU), Baréin y Egipto- el Gobierno catarí tuvo que recurrir a una vasta campaña de presión en Occidente. La intención desde Doha era ganar una guerra de información con los Gobiernos y públicos occidentales que le permitiría aliviar el impacto del boicot, arruinando el proceso por el cual el ATQ esperaba forzar un cambio de comportamiento en Catar, para detener sus actividades desestabilizadoras en Oriente Medio.
Catar cambia el juego
Catar se percató rápidamente de que Washington, D.C., bajo mandato del presidente Donald Trump no trabaja del mismo modo en que solía hacerlo. Los canales convencionales para ejercer presión -el Congreso y los altos funcionarios de la administración- se estaban desvaneciendo. Es bien sabido que Trump desconfía de lo que él percibe como el “Estado profundo” (Deep State) estadounidense, la permanente burocracia de expertos regionales, oficiales de inteligencia y funcionarios públicos. Sin embargo, Trump también desconfía del gabinete de funcionarios y asesores que él mismo nombró, prefiriendo en su lugar llamadas telefónicas nocturnas con presentadores de Fox News tales como Sean Hannity y Tucker Carlson.
Tomando ventaja de esta nueva situación, Doha puso en marcha un innovador esfuerzo para hacer llegar sus mensajes al presidente. De acuerdo con The Wall Street Journal, el Gobierno de Catar elaboró una lista de 250 personas identificadas como “influencers de Trump” y se propuso cultivarlas. “Queremos crear una campaña donde nos metemos en su cabeza tanto como sea posible”, explicó Joey Allaham, uno de los principales hombres involucrados en la campaña de presión catarí, a The Journal.
“En 2017, Catar gastó 16,3 millones de dólares para ejercer presión en los Estados Unidos, superando los 4,2 millones del año anterior”, informa The Journal, y de estos, Allaham y el otro miembro principal del lobby catarí -Nick Muzin- un antiguo subjefe de gabinete del Senador Republicano de Texas Ted Cruz, quien conocía a Allaham a través de redes republicanas judías, recibieron 3 millones. “Desde junio de 2018, el país estuvo empleando directamente a 23 empresas para ejercer presión, cuando en 2016 fueron solo siete, según muestran sus archivos.”
Catar tiene por objetivo a los judíos americanos, contra los intereses de Israel
Una dimensión específica de la campaña de influencia catarí fue mejorar su imagen entre los judíos americanos, que habían llegado a considerar a Catar como hostil debido a su financiamiento a la organización terrorista Hamas en Gaza, así como de la tres guerras contra Israel iniciadas por Hamas, en 2009, 2012 y 2014.
El esfuerzo para promover los vínculos entre Catar y los líderes de los grupos mayormente conservadores pro-Israel y los legisladores en los Estados Unidos fue liderado por Muzin, cuya firma –Stonington Strategies- recaudó $300.000 al mes de los cataríes. Entre sus objetivos estaba el famoso abogado civil-libertario Alan Dershowitz, un aliado cercano de Trump. Morton Klein, el líder de la Organización Sionista de América (ZOA) y el Pastor Mike Huckabee, un Sionista Cristiano (y padre de la Secretaria de Prensa de la Casa Blanca Sarah Huckabee Sanders) quienes fueron llevados de viaje a Catar en enero de 2018. Muzin, por medio de Allaham, hizo una donación de $100.000 a ZOA. Todos estos individuos -Dershowitz, Klein, y Huckabee- mostraron una visión significativamente más indulgente hacia Catar después de esto.
Una pieza de presión legislativa más “tradicional” fue el esfuerzo catarí para derrotar la Ley Internacional Palestina de Prevención de Apoyo al Terrorismo (Palestinian International Terrorism Support Prevention Act – PITSPA), la cual de ser aprobada impondría sanciones a Estados que financien a Hamas, Yihad Islámica Palestina (PIJ) y otros grupos terroristas palestinos. Esto causaría inmensos problemas para el Gobierno catarí ya que sus fondos son cruciales para que el régimen de Hamas en Gaza continúe en funcionamiento. Para persuadir a los congresistas, Muzin consiguió que importantes líderes judíos se expresaran contra esta ley, además de que preparó informes que sugerían que la aprobación de la PITSPA dañaría los empleos e ingresos estadounidenses, es decir, amenazaría las oportunidades de los congresistas para le reelección.
Los efectos colaterales
Muzin terminó su trabajo para Catar repentinamente con un tweet en junio de 2018, ya que se vio envuelto en un escándalo legal relativo a la idoneidad de sus actividades. A pesar de que Muzin se mantuvo públicamente sin complejos en cuanto al trabajo que había realizado para Catar, queda poco claro qué lo hizo cambiar de curso.
Mientras tanto, el primer ministro de Israel Benjamin Netanyahu ha reprochado públicamente a los judíos americanos por haberse dejado seducir por Catar y sus “lobistas”. Esta es, sin embargo, una línea un tanto difícil de cumplir debido a la forma en que el Gobierno de Netanyahu interactúa con Catar sobre Gaza.
No cabe duda de que Catar y sus esfuerzos por ejercer presión han tenido un considerable éxito. Inmediatamente después de que el boicot fuera instituido, Trump tomó partido a favor de ATQ, pero en el transcurso de un año él mismo se había dado vuelta por completo.
El cambio de los Estados Unidos sobre Catar ha sucedido a pesar de que Catar no ha dejado de dar su apoyo a la Hermandad Musulmana, incluyendo a la rama más radical y violenta de la Hermandad, Hamas. Catar tampoco ha dejado de fomentar la inestabilidad en el Golfo y reforzar las fuerzas que debilitan los esfuerzos de Israel y los Estados árabes del Golfo para aislar a Irán. La presión estadounidense en el lado del ATQ podría haber reducido el tiempo que tomaría garantizar un cambio de comportamiento por parte de Catar. En lugar de ello, parece ser que el punto muerto durará un largo tiempo.