El 21 de April de 2019, Domingo de Pascua, al menos 250 personas fueron asesinadas, 39 de ellas extranjeros, y cientos resultaron heridas a causa de ocho ataques suicidas con bombas en Sri Lanka.
Los ataques
Los primeros cuatro ataques se produjeron simultáneamente a las 8:45am, tres de ellos en la capital, Colombo, donde los atacantes suicidas golpearon el Santuario de San Antonio, una gran iglesia católica, durante la misa; y los hoteles Shangri-La and Kingsbury. Al norte de Colombo, a lo largo de la costa, en Negombo, un joven de barba fue grabado por cámaras de circuito cerrado caminando calmadamente hacia el centro de la Iglesia de San Sebastián antes de detonar una explosión tan poderosa como para derribar hasta el techo, provocando su propia muerte y asesinando a por lo menos otras 104 personas.
Tan sólo cinco minutos más tarde, también en Colombo, otra bomba estalló en el hotel Cinnamon Grand. Tanto en el Shangri-La como en el Cinnamon, los terroristas tomaron cuartos, se hospedaron una noche, y luego se volaron mientras aguardaban en la fila para el desayuno buffet por la mañana.
Quince minutos después de esto, a las 9:05, en el otro extremo del país, en la ciudad costera del este, Batticaloa, un asesino suicida se detonó fuera de la Iglesia Zion. De no haber sido por un miembro de la congregación que impidió el ingreso del atacante a la iglesia, las víctimas fatales en Batticaloa — donde se habían reunido 450 fieles— habría sido muchas más. Otro aparato explosivo fue descubierto y desactivado antes que explotara en el Aeropuerto Internacional Bandaranaike, cerca del lugar.
Unas cuatro horas más tarde, durante las redadas policiales, se produjeron otros dos ataques con bomba adicionales, uno en el Tropical Inn, un hotel más pequeño en las afueras de la ciudad, y un poco más tarde en un complejo habitacional en Dematagoda, done la esposa embarazada de uno de los atacantes detonó un chaleco suicida, matándose a sí misma, a su bebé por nacer junto con dos de sus otros hijos, además de tres oficiales de policía.
La policía de Colombo detonó además una motocicleta sospechosa en una explosión controlada y encontró 12 detonadores dispersos sobre el piso de una estación de bus privada en Bastian Mawatha, además de otros 75 en un depósito de basura cercano.
Reacciones inmediatas
Los ataques de Pascua representan una oleada de violencia en Sri Lanka sin precedentes desde el fin de la guerra civil de 200, cuando el gobierno finalmente aplacó la insurgencia terrorista de los Tigres de Liberación del Eelam Tamil (TLET) o Tigres Tamiles.
El gobierno esrilanqués declaró estado de emergencia tras los ataques suicidas, otorgando facultades especiales a la policía y a las fuerzas armadas para registrar y detener sospechosos sin orden judicial, imponiendo a la vez un toque de queda. Adicionalmente, las autoridades bloquearon Facebook y otras redes sociales para evitar “reportajes noticiosos falsos”.
Éste no fue solo uno de los ataques terroristas más letales en Asia meridional de los últimos tiempos, comparable al cerco de Mumbai y a las atrocidades en Peshawar y Baluchistan durante los últimos años. Fue uno de los ataques recientes más letales a nivel global.
Según algunos miembros del gobierno esrilanqués, este ataque fue perpetrado en represalia al ataque terrorista de extrema derecha en Christchurch, Nueva Zelanda. Esto resultó falso. Los ataques simultáneos con bombas fueron demasiado sofisticados como para ser planificados y organizados en apenas un mes. Estas explosiones coordinadas requirieron una larga planificación y preparación, incluyendo apoyo logístico y técnico extranjero.
Cierta especulación inicial sugería que Al-Qaeda sería responsable de los ataques de Pascua. Pero Al-Qaeda ya no actúa de esta manera. Tras el ataque en Christchurch, los líderes de Al-Qaeda instruyeron a sus seguidores trazar como blancos a “los cruzados” en los lugares donde se reuniesen, pero les ordenaron específicamente no atacar a los cristianos “en sus iglesias y lugares de adoración”:
Sri Lanka no estuvo considerada como un blanco primario de terrorismo jihadista, ciertamente no si se la compara con otros países del sur de Asia. La población musulmana en el país es menor al 10% del total. Una investigación publicada por el Centro Soufanel 2019, “Al-Qaeda en el subcontinente indio”, no menciona siquiera una vez a Sri Lanka, mientras que India es mencionada 203 veces, Paquistán 94, Bangladesh 84, y Birmania 20.
Otra razón por la que estos ataques fueron tan sorpresivos es que los grupos islamistas locales, el National Thowheeth Jama’ath (NTJ, una facción renegada del Sri Lanka Thowheed Jama’ath) y el Jammiyathul Millathu Ibrahim (JMI) jamás lograron resultados significativos, excepto dañar algunas estatuas budistas en Mawanella en diciembre pasado. En enero, un almacén secreto de armas y explosivos militares fue descubierto en una aislada plantación de coco en Wanathawilluwa.
Debido a la crisis política entre el Primer Ministro Ranil Wickremesinghe y el Presidente Maithripala Sirisena, Wickremesinghe no fue invitado a las reuniones de los organismos de seguridad nacional e inteligencia, supervisados por el presidente. El 11 de abril, el inspector general delegado del país había emitido una circular a oficiales del gobierno advirtiendo que el NTJ estaba planificando un ataque terrorista, pero el primer ministro ha declarado que él no había recibido la advertencia. Esta crisis política interna podría haber impedido que las autoridades detectasen el plan terrorista.
El Estado Islámico se atribuye los ataques
El 23 de abril, la agencia de noticias del Estado Islámico, Amaq, publicó una declaración (traducido también al idioma tamil) atribuyéndose la autoría de los ataques en Sri Lanka.
Poco tiempo después, la agencia publicó también una fotografía mostrando a ochos individuos con una bandera de ISIS en el fondo. La declaración nombraba a siete atacantes. El único mostrando su rostro es Abu Ubaida, identificado como Zahran Hashim, un predicador radical conocido por publicar videos radicales en Facebook hasta el 2017.
Un video de 59 segundos publicado en línea muestra al grupo jurando lealtad al líder de ISIS Abu Bakr al Baghdadi. Zahran estaba afiliado al NTJ. La agencia india de CCN reportó que él deseaba atacar a la Alta Comisión India en Colombo el 4 de abril, pero el ataque fue evitado gracias a inteligencia compartida. La advertencia india obviamente no pudo evitar que la célula llevase a cabo los ataques del 21 de abril. Zahran es considerado el autor intellectual y el líder de la célula que atacó Sri Lanka el Domingo de Pascua y se encontraba entre los atacantes suicidas, declaró el Ministro de Defensa Wijewardena.
Los terroristas esrilanqueses guardan similitudes con la célula de ISIS que atacó la panadería Holey Artisan en Bangladesh en julio del 2016. En ambos casos, los asesinos provenían de grupos jihadistas locales que luchaban por conseguir visibilidad y alcanzaron el “éxito” aferrándose a la creciente red global de ISIS. Otra similitud se aprecia en el estatus socio-económico de los atacantes: con buena educación y con dinero en ambo casos.
Siguiendo hacia adelante
El vínculo de los esrilanqueses con ISIS no es del todo desconocido. En enero de 2015, Mohamed Muhsin Sharfaz Nilam (Abu Shurayh al-Silani), residente de Warallagama, fue asesinado en Raqqa. Su muerte fue anunciada por otro jihadista de la isla, Thauqeer Ahmed Thajudeen (Abu Dhujaana al-Silani), y conmemorada en Dabiq, la revista en línea de ISIS. Durante los primeros días posteriores a las atrocidades de Pascua, docenas de sospechosos han sido arrestados en Sri Lanka, entre ellos un nacional sirio y muchos que habían retornado tras luchar en las filas de ISIS en Medio Oriente. El presidente esrilanqués Maithripala Sirisena anunció que sustituirá a la dirección de las fuerzas de seguridad y de defensa tras su fracaso en la prevención de los ataques con bomba de Domingo de Pascua.
Estos devastadores ataques demuestran que pese a la derrota militar del pseudo-estado de ISIS en Siria e Irak, el grupo terrorista es todavía capaz de trazar planes sofisticados y mortales alrededor del mundo. Asia meridional probablemente será escenario de una oleada e extremismo y terrorismo islámicos en el futuro cercano, debido no sólo al regreso de combatientes extranjeros sino además a las condiciones locales.