Paul Iddon, periodista con base en Kurdistán iraquí
En el verano del 2014, el Estado Islámico (EI) dominó los titulares internacionales tras su veloz y sangrienta toma de Mosul y de amplias zonas del norte de Irak. Su genocidio de la minoría yazidí en Sinjar y su ímpetu para exhibir sus tremendos crímenes contra la humanidad no podían quedar sin respuesta.
En su primer libro, After ISIS: America, Iran and the Struggle for the Middle East (“Después del EI: Estados Unidos, Irán y la lucha por Oriente Medio”), Seth J. Frantzman, un reportero, analista de asuntos de Oriente Medio y editor para The Jerusalem Post, describe cómo la guerra contra este grupo rápidamente se convirtió en el “Momento Decisivo” y la “Gran Guerra” de su tiempo.
“Habíamos oído historias de heroicos combatientes kurdos que habían detenido al EI a medida que avanzaba en su territorio,” escribió. “Ellos me recordaron un poco a los británicos, solos frente a la Alemania nazi. Sentí el deber de ir a Irak y estar con el pueblo que se oponía a este increíble mal, este nuevo nazismo, si eso es lo que era.” Frantzman también recuerda que quería ver a Mosul libre de primera mano, montado en un tanque “como los GI de los Estados Unidos que destruyeron la Europa de Hitler, como el Ejército Rojo con la bandera en lo alto del Reichstag.”
Frantzman informó principalmente desde el norte de Irak, aunque también desde Egipto, Jordania, Turquía, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) e incluso Senegal. Su libro registra el ascenso homicida del EI en 2014 hasta mayo de 2019, poco después de que el EI perdiera el último reducto de su supuesto califato en Siria oriental.
Una de las fortalezas de Frantzman es su habilidad para combinar su reportaje de primera mano de la guerra contra el EI con un análisis informado. También es bastante hábil para describir las cosas que observó de primera mano. Por ejemplo, describió los territorios entre la ciudad iraquí de Mosul y la cercana capital kurda Erbil como “una tierra de múltiples banderas e identidades rivales.” Viajando entre estas dos ciudades, observó “remanentes” físicos de lo que fue Irak en el pasado, desde “fuertes de la época de Saddam a monasterios y mezquitas del periodo otomano.” También mencionó que en la guerra contra el EI “el área alrededor de Mosul se había vuelto hogar de bermas con bolsas de arena, líneas de trinchera como en la Primera Guerra Mundial, así como edificios destruidos por drones y ataques aéreos del siglo XXI.”
Además, a diferencia de muchos otros libros periodísticos, Frantzman se tomó el tiempo para escribir su libro desde cero, en lugar de simplemente hacer un mosaico de ensayos y reportes publicados previamente y añadirles una nueva introducción. Incluso alguien que ha cubierto la guerra contra el EI o la ha seguido de cerca durante los últimos seis años, hallará que muchas observaciones y opiniones de este libro son interesantes y que vale la pena leerlas.
Una característica distintiva de la escritura de Frantzman tiene que ver con sus perspectivas y opiniones sin remordimientos sobre los temas que reporta y escribe, las cuales con frecuencia son bastante convincentes. Por ejemplo, él no esconde su disgusto con la comunidad internacional por su incapacidad para evitar el genocidio de los yazidíes.
“A diferencia del Holocausto, durante el cual la información sobre los campos de exterminio no era pública, de modo que las fuerzas aliadas tenían escasa información sobre el genocidio que se estaba llevando a cabo, el genocidio de los yazidíes tuvo lugar en tiempo real y fue publicado con frecuencia en videos y en cuentas de redes sociales”, escribió Frantzman.
El autor también es bueno para reforzar sus opiniones con sus reportajes de primera mano. Tras resumir en términos generales los derechos humanos como nada más que una “mentira”, al señalar que durante toda la vida “nos cruzamos de brazos” por crímenes contra la humanidad en los Balcanes, Darfur y Ruanda, relata cómo el EI exhibió abiertamente sus crímenes aberrantes e incluso presumieron sobre la compraventa de mujeres y niñas yazidíes como esclavas en las redes sociales. Luego brinda una descripción gráfica de lo que vio en una fosa común en Sinjar para demostrar cómo se permite todavía que sucedan crímenes contra la humanidad, a pesar de las declaraciones de “nunca más” y el gran discurso sobre los derechos humanos.
“El cabello humano se asoma a través del pasto que ha crecido sobre los cuerpos,” escribe. “Fragmentos de cráneos. Carcasas de balas. Una camiseta de fútbol de un adolescente que tiene escrito ‘Emirates’ en ella. Las ropas que la gente usaba cuando fueron asesinados están allí. Se pueden ver las vendas para los ojos que usaron. Las placas de identificación iraquíes han sido recuperadas.”
A pesar de esto, añadió, “No hay investigadores internacionales aquí. Ninguna ONG está trabajando aquí para proteger los restos humanos. El mundo se mantuvo en silencio nuevamente. Estas vidas pudieron haber sido salvadas. El ver los huesos que yacen allí causa ira y rabia.”
El autor también recuerda cómo “los yazidíes locales pensaron que podrían crear conciencia sobre su difícil situación y el genocidio” al hablar con él, y que “se sintió culpable, ya que a pesar de que el mundo sabía los desgarradores detalles, muy poco se había hecho después para ayudar a las personas o documentar los crímenes, o encontrar a personas perdidas.”
De manera similar, Frantzman también es crítico sobre cómo la coalición liderada por los EE.UU. contra el EI generalmente no tenía la preparación adecuada de posguerra para ayudar a las víctimas y sobrevivientes del EI. El período posterior a la captura de la ciudad de Baghouz, la última franja del califato territorial del EI, por parte de las fuerzas lideradas por los kurdos con apoyo de EE.UU. en marzo de 2019 “simbolizó mucho de lo que se había hecho bien y mal durante la guerra.”
Mientras que la derrota militar esencial del estado de terror del EI se alcanzó finalmente, “todo en cuanto a la guerra, la entera naturaleza de lo que la guerra en total conlleva, no salió bien.” A pesar de que más de 70 países son oficialmente parte de la coalición, Frantzman lamenta el hecho de que no existen “servicios para los sobrevivientes y las víctimas” y de que no exista “un claro proceso para ocuparse de investigar a los autores del EI.”
En otro lugar del libro describe más ampliamente cómo las guerras “no terminan del modo en que nos dicen que lo hacen.” En lugar de una clara y decisiva victoria, el enemigo “se despliega de vuelta a las ciudades y poblaciones de las que viene.” Aún peor es el hecho de que, “Nadie gana. Las víctimas no reciben justicia. Los autores obtienen compasión. Las fosas comunes regresan a la naturaleza, los secretos que mantienen olvidados. No hay catarsis”
Al mismo tiempo, Frantzman destacó algunos destellos de esperanza: “¿Quién se hubiera imaginado en 2014 que las mujeres secuestradas por el EI serían liberadas por mujeres que portaban fusiles AK-47? De seguro las mujeres que fueron liberadas estaban muy sorprendidas,” observó, refiriéndose a combatientes de la unidad femenina de las Unidades de Protección Popular kurdas (YPG, por su sigla en kurdo) que liberaron a sobrevivientes yazidíes traumatizadas del cautiverio del EI.
Frantzman expresa su desprecio por las excusas que ha escuchado sobre el EI y sus acciones a lo largo de los años. Después de puntualizar que miles de ciudadanos occidentales fueron a Oriente Medio para cometer atrocidades bajo la bandera negra, observó vehementemente que “a pesar de los obvios orígenes de clase media de este odio religioso de extrema derecha que se parecía al de los nazis, la gente crea excusas para ello.” Mientras que el EI estaba atacando a minorías religiosas y étnicas así como a los pobres, “sus miembros eran todavía ‘militantes insurgentes’ con ‘resentimientos’ quienes se ‘sentían humillados.’ Ellos vendían esclavos, pero eran víctimas. Ellos tenían viviendas que robaron de los pobladores locales, pero eran ‘pobres’. Era orwelliano y lo vi con mis propios ojos.”
El libro dice cosas importantes que llevan a la reflexión, sobre el extremismo y la radicalización, las cuales vale la pena mencionar. Frantzman alega que los grupos como el EI que amenazan con traer de vuelta la “esclavitud y el genocidio” deben ser tomados muy en serio. “El corolario de esto es tomar seriamente la creciente radicalización en nuestros países y no esperar que los movimientos extranjeros que predican extremismo puedan ser ignorados en una era de redes sociales globalizadas,” escribió.
Frantzman también observa una importante diferencia entre yihadistas extranjeros de hoy y aquellos de los años ochenta y noventa. En ese entonces, los yihadistas eran usualmente árabes que se habían radicalizado en sus propios países e iban al extranjero para llevar la yihad. En el caso de la guerra del EI, Frantzman escribe, “el proceso fue al contrario: fueron los extremistas de todo el mundo los que fueron al Oriente Medio.” Esto, añade, es una ilustración de las formas cambiantes de radicalización y extremismo.
El autor incluso llega a plantear el caso de que mientras el extremismo es un creciente problema en Europa, Asia y partes de África, podría estar realmente “disminuyendo en Oriente Medio”, algo que “a largo plazo reducirá el extremismo global.” Mientras que la fuente de diferentes extremismos islamistas “fue vista como enraizada en la región”, prevé que si Oriente Medio “pasa página en cuanto a exportar extremismo por medio de los pobladores locales volviéndolos combatientes extranjeros, entonces las otras fuentes de extremismo pueden marchitarse en el árbol.”
Frantzman cree que el poder del EI fue sui generis y expresó dudas sobre el surgimiento de un grupo similar. “Este fue el apogeo del extremismo islamista y los grupos yihadistas,” escribe.
Su libro termina con algunas reflexiones personales sobre su tiempo como corresponsal enviado a cubrir la guerra del EI y cómo se reacomodó a la vida civil después de esto. Destaca que la película de guerra de Stanley Kubrick Full Metal Jacket captura acertadamente la experiencia de la guerra real en comparación a muchas otras películas de guerra, las que parecen “plásticas, falsas” y demasiado “limpias”.
La publicación del libro es anterior a la retirada de tropas de los EE.UU. en el noreste de Siria y la posterior invasión turca en octubre. No obstante, fue publicado en un momento apropiado y permanece como una importante lectura para cualquiera que busque un contexto para los eventos actuales en Oriente Medio.
En general, considero el libro de Frantzman como un primer borrador sobre la historia de la guerra del EI, el cual es muy correcto, interesante y valioso.