“El cielo sin luna y sin estrellas brillaba…” es la primera línea de este libro escrito por Alexis Okeowo y que sintetiza de manera sutil la línea argumental común a todos los personajes reales descritos en este libro, y su reacción frente al azote del extremismo violento en África: La superación y resistencia frente a un horizonte oscuro, sin aparentes salidas ni atisbos de luz.
El primer libro publicado de Okeowo se presenta como un Libro de viajes a cuatro escenarios reales de África (Uganda, Mauritania, Nigeria y Somalia), donde el extremismo violento ha sesgado la vida y los sueños de millones de personas y donde la autora nos muestra de primera mano, la férrea voluntad de superación de sus protagonistas: hombre y mujeres sencillos, con la fuerza y coraje necesarios para cambiar sus vidas y las de sus comunidades.
El libro es también, en sí mismo, un viaje personal de la autora a sus orígenes, profundizando en su identidad híbrida (el origen familiar de Okeowo es Nigeriano aunque nació y vive en US) y haciendo hincapié en pequeños detalles que conforman un mosaico tan rico e inspirador que nos trasporta al África real de culturas y religiones milenarias, de costumbres y gentes sencillas, y del uso, abuso e interpretación torticera de estas mismas religiones por unos pocos para subyugar a la mayoría.
En definitiva, Okeowo se muestra como una Cicerone contemporánea que nos guía a lo más profundo del alma africana actual, y a las terribles y crueles olas de violencia extremista que han azotado al continente en los últimos años. De manera elocuente e inspiradora, deja espacio al lector para que, sin excesivos detalles, se adentre en este viaje para digerir lo leído.
El libro se estructura en dos partes. La primera de ellas dedicada a la contextualización política, social y demográfica de cada uno de los escenarios, donde el caos y la complejidad política afectan a la vida de gente sencilla, y la segunda parte dedicada a la respuesta de los protagonistas frentes al terror y la injusticia.
Así, la autora, en un tono didáctico pero no simplista, nos recuerda algunos de los más crueles conflictos que afectan a la población africana en este siglo, desde un punto de vista humano y contado por testigos directos de estas barbaries.
Desde los secuestros de Eunice y Bosco por el Ejercito de Resistencia del Señor (Lord´s Resistance Army) en Uganda, hasta la ejemplar lucha de Biram contra la esclavitud actual en Mauritania, los secuestros de miles de niñas a manos de Boko Haram en Nigeria, o la fuerza de Aisha para sobrevivir en el ambiente irrespirable de Mogadishu bajo la presión de al-Shabab.
Todos ellos son muestras inequívocas de resiliencia y superación frente al extremismo violento, frente a sus propias comunidades y costumbres y, en ocasiones, frente a ellos mismos. En definitiva, una valiente y poderosa opción de vida.
Es igualmente interesante, y desde un punto de vista más analítico y profesional los distintos factores comunes a estas historias de resiliencia en el continente africano y a otras muchas presentes en Europa y otras partes del mundo.
Quizá como denominador común debamos destacar el origen y/o justificación de estas formas de extremismo violento: interpretación capciosa de la religión para doblegar a una población.
Sin ser exclusiva de ninguna religión especifica esta interpretación ad hoc e interesada, encontramos en el libro el extremismo cristiano de Koni y su Ejercito de Resistencia del Señor, la supuesta justificación en textos islámicos de la esclavitud en Mauritania, y el extremismo islámico de al-Shabab en Somalia o de Boko Haram en Nigeria.
Se produce así una dictadura del miedo, en la que las víctimas de este extremismo deben romper primeramente con las cadenas mentales que les encierran en una identidad que no es la suya y que les impide aspirar a la libertad.
Son varios, por tanto, los perfiles que encontramos en estas historias, si bien todas ellas son ejemplo de una resistencia activa y una resiliencia ejemplar, y si bien resulta obligado dar un especial protagonismo al papel de la mujer, que resulta doblemente victimizada y cuya labor de resistencia es doblemente difícil en este entorno.
En el caso de los niños secuestradas por el Ejército de Resistencia del Señor, Bosco y Eunice, Okeowo retrata de manera brillante cómo su identidad cambia dramáticamente para pasar de victimas a victimarios y cómplices obligados de esta barbarie. Esta alienación, como en todos los casos (forzados o no) de adhesión a grupos extremistas, es el fruto de un proceso largo que implica la realización o participación en actos violentos que supondrán un rechazo de la comunidad de origen a estas victimas.
La comunidad por tanto tiene un papel crucial en propiciar o dificultar los procesos de desvinculación.
Este rechazo o desconfianza de la comunidad de origen tiene especial relevancia en los casos de niñas secuestradas por Boko Haram que una vez liberadas y reencontradas con sus familias y comunidad, vuelven en ocasiones de nuevo al grupo extremista, de manera incompresible para los ajenos a esta tragedia, pero como única salida para ellas ante el rechazo que han experimentado en sus comunidades.
De igual modo, y en el caso de los miles de casos de esclavitud en Mauritania, la comunidad actúa como cómplice silenciosa, asistiendo al uso de determinados textos islámicos y sus interpretaciones como como justificación y legitimación de la esclavitud, la violencia y el racismo, asentado de manera secular en la sociedad.
La asunción de una identidad vinculada en exclusiva a esta interpretación religiosa , en el caso de la esclavitud en Mauritania, o del peso de las acciones cometidas vinculadas al periodo de adhesión al grupo extremista, en el caso del Ejercito de Resistencia del Señor, hace que las cadenas mentales ejerzan de cárcel psicológica, más allá incluso de la presión y violencia ejercida por los victimarios.
No debemos olvidar que los lazos y las conexiones de amistad o parentesco entre los miembros de grupos extremistas y la propia comunidad son muy frecuentes. Los tentáculos de los violentos llegan en ocasiones a la casa del vecino de al lado o de un familiar.. Este factor facilita sin duda las reacciones de desconfianza, de rechazo o de repudio hacia las víctimas y las familias afectadas.
Pero también es cierto, que es en el seno de estas comunidades donde se encuentran individuos valientes, que se buscan, se agrupan y se empoderan, para crear esa comunidad resiliente que lucha por la libertad.
Es importante señalar también el papel de los Gobiernos y las autoridades en todos estos casos.
En primer lugar es frecuente que la propia gestión de las crisis por las autoridades origine un florecimiento o fortalecimiento de los propios grupos violentos, al adoptar medidas represivas y coercitivas en la lucha contra el terrorismo que afecta directamente a la población. Los bombardeos a población civil en busca de nichos terroristas o las redadas de barrios de manera indiscriminada, genera el apoyo o justificación de los grupos extremistas por parte de la población.
Por otro lado, la falta de reacción de las autoridades, en particular silenciando y ocultando a las víctimas, genera una doble victimización difícil de superar en todos los casos que se nos muestran el libro, dando lugar incluso a casos de trauma tras-generacional, como en es el caso de Bosco y Eunice y su pequeño hijo.
En definitiva, tanto la estructura del libro, calidad literaria, indiscutible relevancia de sus fuentes directas, sensibilidad y calidad humana de Okeowo, hacen merecedor a este libro de los abundantes premios que ha recibido.
Pero además, Todas estas características son las que hacen pensar en esta obra como una herramienta eficaz de sensibilización en las escuelas frente al extremismo violento y la polarización social.
Por lo tanto, “Un cielo sin luna ni estrellas” es una excelente obra y de lectura obligada para todos los interesados en profundizar en el extremismo violento en África y necesitados de recuperar la fe en la humanidad.