Charlotte Littlewood, directora fundadora y coordinadora de proyectos de mujeres en Palestina para el proyecto Become The Voice, candidata a doctorado especializada en extremismo islamista en el Reino Unido y excoordinadora gubernamental de lucha contra el extremismo.
Al desplegarse una catástrofe humana grave siempre es posible esperar que los teóricos de la conspiración y propagandistas estatales se tornen creativos, a saber: un grupo sionista de élite estaba detrás del 11-S, el Estado Islámico fue un grupo creado en los Estados Unidos con la tarea de derrotar al presidente sirio Bashar Al-Assad, el SARS era un arma biológica desarrollada en los EE.UU. y así sucesivamente. Todos utilizan explicaciones demasiado simplificadas para problemas complejos causados por culpa de un “villano” seleccionado. Con una pandemia global que amenaza a cada Estado y persona sin importar raza, clase o posición de poder, es posible observar algo único: teóricos de la conspiración se adhieren simultáneamente a las teorías en conflicto.
“El COVID-19 es un arma biológica creada por… (inserte su enemigo aquí.)” Una fórmula simple que utilizan Irán, Turquía, Rusia, China, así como la extrema derecha y políticos excéntricos, -por nombrar solo algunos- y que está proporcionando una sola e importante perspectiva de las relaciones estatales, sesgos de grupo y el impacto que las hipótesis de la conspiración pueden tener.
Rusia y China
Un medio de noticias ruso, financiado por el Ministerio de Defensa, publicó un artículo en el cual se sostiene que el coronavirus es un arma biológica que se utilizó como parte de una guerra contra Rusia y China. Estos dos países -que comparten una ideología comunista y enemistad hacia el imperialismo y capitalismo occidental- alegaron que Estados Unidos creó el virus dirigido a las poblaciones de Rusia y China.
De hecho Rusia, que ha sostenido que Occidente estaría detrás de la caída del vuelo MH17 [1], acusó a los EE.UU. de desarrollar drones que diseminan la malaria y señaló que el coronavirus se desarrolló en un laboratorio financiado por los EE.UU. en suelo ruso. Rusia incluso argumentó que la tecnología 5G podría propagar el COVID-19. En el Reino Unido se quemaron al menos 20 torres de telefonía móvil, como resultado de la campaña de desinformación.
Por su parte, el Ministerio de Relaciones Exteriores de China impulsó una teoría conspirativa al señalar que el ejército de los EE.UU. había llevado el virus a Wuhan durante la 7a edición de los Juegos Militares Mundiales que tuvieron lugar en octubre de 2019.
Al tener a Occidente como el enemigo, los teóricos de la conspiración intentan crear una lealtad dentro del grupo utilizando frases como “EE.UU. versus ellos”. Esto crea asimismo menos probabilidad de que el grupo interno sienta envidia del grupo externo. Esta es una estrategia común empleada por regímenes dictatoriales que a menudo tienen que lidiar con ciudadanos descontentos que anhelan el modelo democrático capitalista de Occidente. La estrategia la utilizan asimismo Estados sedientos de poder que desean confrontar a Occidente.
Irán
Irán comparte asimismo la enemistad contra Occidente. En general, los iraníes se apresuran a confiar en teorías de conspiración anti-Occidente dadas sus experiencias pasadas, lo cual incluye una operación de la CIA para destronar al primer ministro de Irán, Mohammad Mosaddegh, en 1952. Las tensiones entre los dos países solo han escalado en los últimos años, por tanto no es de sorprender que Irán haya “insertado” a los EE.UU. en la última conspiración del coronavirus. El líder supremo de Irán, Ayatollah Khamenei, acusó a los EE.UU. de enfocarse específicamente en su país a fin de reunir información acerca de la genética iraní.
Turquía
Cuando Rusia, China e Irán se alían en una conspiración anti-Occidente es probable que Turquía haga lo mismo. Los ideólogos euroasiáticos convocan al fortalecimiento de las relaciones con Rusia, China e Irán sobre la base del imperialismo anti-EE.UU. y del antisionismo. El ideólogo euroasiático Dogu Perincek acusó a los países de Occidente y sus medios de comunicación de conspirar contra China e intentar difamarla. Entretanto se informó que Fatih Erbakan, jefe del Partido Refah e hijo del otrora primer ministro Necmettin Erbakan, había señalado en un discurso: “Aunque no tenemos evidencia cierta, este virus favorece las metas sionistas de disminuir el número de habitantes y evitar su aumento.”
Estado versus plano individual
Las teorías conspirativas son particularmente peligrosas en el ámbito estatal. Khamenei señaló que cualquier ayuda de los EE.UU. sería rechazada y le dio la espalda a un equipo de Médicos Sin Fronteras que llegaron para instalar un hospital con 50 camas y también rechazaron suministros médicos. “Es una batalla de alto riesgo entre la ciencia y las hipótesis conspirativas”, señala Kaveh Madani, un especialista iraní de la Universidad de Yale y anteriormente alto funcionario ambientalista en Irán.
Entretanto, el apoyo a teorías conspirativas -en el ámbito individual- ayuda a las personas a sentir que mantienen el control. Es un medio a través del cual decir: “Mira lo que yo sé y tu no.” Si a simple vista parece un motivo inocente, culpar a grupos raciales o religiosos puede tener efectos devastadores ya que a menudo alimenta el extremismo. Desde sentimientos de extrema derecha a ideologías islámicas, el coronavirus ha demostrado ser lo suficientemente peligroso como para actuar como combustible para el odio
En la India, una multitud en Delhi atacó a un musulmán con palos y zapatos hasta que sus oídos y nariz sangraron. La multitud acusó al hombre de ser parte de una conspiración para diseminar el “corona-yihad” a hindúes de toda la nación. Mientras tanto, se ha acusado falsamente a musulmanes en el Reino Unido de actuar en contra de la recomendación del Gobierno y de congregarse en mezquitas, un argumento que ha sido desacreditado por el sitio de incitación al odio antimusulmán Tell Mama.
Globalmente se han producido ataques verbales y físicos a la población asiática. En Alemania, un hombre fue arrestado por amenazar a una mujer asiática con cortarle la cabeza luego de gritarle “corona”. En los Países Bajos una estudiante de ascendencia china fue golpeada y apuñalada cuando le pidió a un grupo que dejara de cantar una canción que alude al coronavirus con insultos raciales. Asimismo, en el curso de 24 horas en Exeter (Inglaterra) se registraron tres ataques contra personas chinas relacionadas racialmente con el coronavirus.
Por su parte, el Estado Islámico no ha perdido la oportunidad de explotar la crisis en su propio beneficio. Ha instruido a sus seguidores a intensificar los atentados durante este periodo, asegurándoles que el COVID-19 es una enfermedad destinada únicamente a los no creyentes.
El papel destructivo de los académicos
Cuando son pregonados por el Estado, los postulados conspirativos pueden considerarse manipuladores. Cuando son personas individuales quienes pregonan las mismas teorías se las considera ignorantes o locas y carentes de autoridad. Lo que preocupa, sin embargo, es que reconocidos académicos también han participado en alimentar teorías conspirativas. Estos políticos excéntricos -principalmente académicos pertenecientes a las universidades del Grupo Russell- han impulsado conspiraciones anti-Occidente en su deseo de atacar a la clase gobernante y a los poderes imperialistas.
Un ejemplo de ello es el Dr. Piers Robinson, cofundador de la Organización para Estudios de Propaganda, que utiliza a la Universidad de Bristol como una de sus direcciones. Escribió un artículo titulado “¿El coronavirus es acaso el nuevo 11-S?” en el cual describe varios ejemplos de eventos “escenificados” como el atentado al World Trade Center y los ataques químicos a civiles en la ciudad siria de Duma. Por su parte, el profesor Mark Crispin Miller -docente de la Universidad de Nueva York- escribió que el coronavirus “podría ser un arma biológica creada artificialmente”.
Conclusión
Esta pandemia nos brinda la oportunidad de observar el comportamiento del Estado y el grave impacto que el pensamiento conspirativo puede tener tanto en los ciudadanos en manos de su Estado como en personas de la mano del odio. Las personas con más conocimiento tienen la responsabilidad de recordar a la gente que el virus no discrimina por raza o religión y que su diseminación no es de interés para el Estado.
No debemos permitir que esta catástrofe humana sea explotada para obtener beneficio político o para avivar el fuego del odio, a fin de no ver más violencia en nombre del “bien mayor”. En lugar de ello, tenemos que agruparnos más allá de razas, ideologías y religiones en un esfuerzo conjunto para enfrentar una crisis humana global, que va más allá de la amenaza física de la pandemia hacia la amenaza ideológica.
Referencias
[1] Mölder Holger & Sazonov Vladimir. The Impact of Russian Anti-Western Conspiracy Theories on the Status-Related Conflict in Ukraine: The Case of Flight MH17, Baltic Journal of European Studies, Sciendo, vol. 9(3), pp 96-115, septiembre de 2019
European Eye on Radicalization tiene como objetivo publicar una diversidad de perspectivas, y como tal no respalda las opiniones expresadas por los contribuyentes. Las opiniones expresadas en este artículo representan solo al autor.